La cercanía de las elecciones nacionales propicia un balance de lo acontecido durante la gestión macrista en materia de políticas destinadas a los pueblos originarios. Hace casi cuatro años, el actual presidente, en plena campaña electoral, visitó al líder qom Félix Díaz en busca de una foto. Un escenario político muy distinto al actual se configuraba por esos tiempos.
Las promesas del entonces principal opositor al gobierno de Cristina Fernández sin dudas resultaban seductoras. A los trabajadores les decía que no iban a pagar el impuesto a las ganancias, al “campo” que se eliminarían las retenciones, a los científicos que lo destinado en el presupuesto a ciencia y tecnología se iba a duplicar, a los hinchas de fútbol que Fútbol para Todos iba a continuar (pero sin política), a toda la sociedad que la inflación no iba a ser un problema en su gobierno. En definitiva, se construía una narrativa específica para cada colectivo, diciéndole a cada uno lo que quería escuchar. Esa estrategia fue muy eficaz en la medida en que obliteraba la inconsistencia general de la propuesta electoral macrista. Muy ocultos quedaban el carácter clasista del modelo económico y las políticas que se implementarían.
A pocos días de otra elección, se abren algunas reflexiones sobre lo acontecido en relación a los pueblos originarios en estos últimos años. En primer lugar, es necesario señalar la profundización del modelo extractivista. Este modelo pone en tensión la existencia misma de los pequeños productores con el desarrollo de las grandes corporaciones. La disputa por los recursos es feroz y el avance de la frontera agropecuaria desplaza día a día a muchas familias campesinas e indígenas.
La falta de apoyo estatal a esta modalidad productiva quedó en evidencia desde el inicio de la gestión macrista con el desmantelamiento de la Secretaría de la Agricultura Familiar, la desfinanciación de los programas que estimulaban la producción doméstica gestionados por el Inta y la reducción de todo incentivo económico a los pequeños productores. De más está decir que el mercado nunca fue amigable con estos productores, pero la falta de regulaciones por parte del Estado de la economía de Cambiemos lo volvió directamente hostil.
A su vez, los efectos virtuosos de medidas redistributivas impulsadas hasta 2015 fueron reduciéndose a partir de la licuación (debido a una inflación galopante y a la modificación del índice de actualización) de los montos de las pensiones, jubilaciones y de la Asignación Universal por Hijo. El deterioro general de los ingresos de todos los sectores dependientes de ingresos fijos afectó particularmente a los pueblos originarios, dada su estructural condición de vulnerabilidad socioeconómica.
En lo que concierne a los aspectos legislativos, con dificultad y gracias a la lucha de los pueblos originarios, se logró la prórroga de la ley 26.160 en septiembre de 2017. Esta ley sancionada en 2006 contempla la emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras que ocupan las comunidades indígenas originarias y suspende “la ejecución de sentencias". Sin embargo, los avances en materia de regularización territorial han sido prácticamente nulos debido fundamentalmente al desfinaciamento por parte del Estado pero, además, porque el espíritu de la norma es claramente contradictorio con el ideario macrista que propicia la concentración de la riqueza.
Quizás en donde se verifica el mayor contraste entre las “nobles intenciones” que motivaron la visita del actual presidente al campamento qom en 2015 y lo que efectivamente aconteció durante su mandato, sea en el plano discursivo.
No quedaba duda de que, más allá del incumplimiento de las promesas efectuadas, el entonces candidato reconocía con su presencia en el campamento qom entidad a los pueblos originarios. Sin embargo, durante su gestión, la representación de estos pueblo fue mutando: Desde la invisibilización más absoluta cuando en el Foro Económico Mundial de Davos afirmó: "Yo creo que la asociación entre el Mercosur y la Unión Europea es natural porque en Sudamérica todos somos descendientes de europeos ". Hasta la criminalización de los mapuches y a su presentación como peligrosos terroristas que contaban con apoyo internacional. Una ruta sinuosa que llevó del reconocimiento a la negación, para culminar en la construcción de un ficcional “enemigo interno”.
Faltando muy poco para la elección que seguramente lo desplazará del gobierno, Macri no ha formulado ninguna propuesta ni promesa a los pueblos originarios. Quizás porque está mucho más preocupado por consolidar el voto del núcleo duro (una minoría intensa) que le pide que se expida a favor del aborto clandestino, que baje la edad de imputabilidad, que se controle el DNI de los pobres que viajan en tren o que, como dijo su candidato a vicepresidente en relación con la venta de droga, “se dinamite todo” en las villas.
Muchas cosas han cambiado entre lo acontecido en aquella campaña de 2015 y esta. Pero lo más importante es que hoy los pueblos originarios y la sociedad toda conocen al presidente Macri. Y saben que la visibilización o invisibilizacion de las poblaciones indígenas es para el macrismo solo una cuestión de marketing electoral.