Desde La Paz
Evo Morales consiguió los votos que le faltaban para ganar la elección en primera vuelta. Los cómputos del Tribunal Supremo Electoral (TSE) le daban esta tarde un 46,85 % contra el 36,74 % de Carlos Mesa que desconoció el resultado casi con el 100 por ciento de las mesas escrutadas. La ventaja tan apretada es trece decimales superior al 10 % exigido para que un candidato se imponga en la elección si no obtiene el 50% más uno de los sufragios. Este final kafkiano, en metamorfosis constante y con porcentajes que inducían a pensar en una segunda vuelta primero y que se modificaron con el 16 por ciento que faltaba escrutar desde las 20 del domingo, coloca al país en el umbral de una escalada imprevisible. En varias ciudades importantes se produjeron incidentes entre partidarios de Comunidad Ciudadana, la fuerza que se adjudica haber llegado al ballottage, con la policía. También hubo choques entre militantes del MAS y de la CC en esta capital a las puertas del comando electoral ubicado sobre la avenida Arce.
Los votos de las zonas rurales y del exterior finalmente comenzaron a llegar cuando la oposición liderada por Mesa había empezado a salir a las calles en una especie de vigilia activa y de presión sobre el TSE que tenía cinco días hábiles para publicar los resultados oficiales. Esa situación se tornó visible cuando los militantes de la CC se volcaron sobre el exhotel Radison donde funciona el Órgano Electoral Plurinacional. Al grito de “fraude, fraude”, cercaron el lugar que tenía custodia militar y policial. Adentro, delegados de las fuerzas políticas enfrentadas se increparon ante los integrantes del Tribunal. En un determinado momento, un representante del Comité Cívico Potosino irrumpió de manera prepotente en donde funciona el TSE y tuvo que ser retirado del lugar. Algunos síntomas de violencia ya se habían percibido el domingo cuando un hombre agredió al ministro de Economía al salir de votar y algo parecido le sucedió al vicepresidente Álvaro García Linera, quien fue abucheado en la escuela donde se presentó.
La violencia contra todo aquel que se identifique con el MAS se respira en cada rincón de La Paz. Camino al sur de la ciudad, donde residen las clases sociales más acomodadas en los barrios de San Miguel y San Alberto, esa situación se percibe cuando se dialoga con muchos de los pasajeros del teleférico, una obra maestra de ingeniería del transporte que se construyó durante el gobierno actual. Este cronista observó en forma directa ese odio de clase que se define en palabras como “tirano”, “indio”, “ignorante”, todos adjetivos utilizados por los pasajeros para referirse al presidente Evo Morales.
Anoche las movilizaciones que Mesa alentó comenzaron a extenderse por varias ciudades del país. En Sucre se intentó tomar el Tribunal Electoral Departamental (TED) donde se suspendió el conteo de votos. La policía dispersó a los manifestantes con gases lacrimógenos. En esta ciudad, los partidarios de la CC también quisieron irrumpir en el TSE, pero las fuerzas de seguridad se lo impidieron. Resultó evidente que el llamado a desconocer los resultados de las elecciones que formuló el principal candidato opositor, estimuló las demostraciones contra el gobierno que se replicaron en casi todas las capitales departamentales. Varios días antes de las elecciones, Mesa había dicho: “Yo no reconozco la candidatura ilegal de Morales, pero participo de las elecciones porque no voy a regalarle la elección como los venezolanos se la regalaron al chavismo”. Después alertó en cada oportunidad que se le presentó que el oficialismo haría fraude y anoche redobló la apuesta en Santa Cruz de la Sierra: “No voy a reconocer un triunfo fraudulento”, vociferó ante sus partidarios.
El ministro de Comunicación, Manuel Canelas, había respondido por la mañana a la escalada que planteaba el ex presidente: “Hacemos un llamado a la responsabilidad de todos los sectores porque todos queremos conocer los resultados. No es correcto generar confusión”, señaló. También desmintió al candidato de Comunidad Ciudadana sobre un presunto compromiso de dar a conocer el resultado completo del escrutinio el domingo: “No es verdad que había un compromiso del 100 por ciento” dijo. En esa conferencia de prensa el canciller Diego Pary informó que Estados Unidos, Brasil y la Argentina habían pedido tener acceso al control de la votación. La misión de observación electoral de la OEA en Bolivia estuvo reunida con el TSE y le transmitió la necesidad de mantener informada a la población sobre los pasos que faltaban para la difusión del 16 por ciento que restaba escrutarse. La OEA envió 92 observadores, la delegación más numerosa de todas las que llegaron para seguir los comicios. Esas presiones quizás influyeron para que horas más tarde aparecieran los votos que faltaban escrutarse.
Por la noche, el jefe de la Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA), Manuel González, en conferencia de prensa, hizo conocer un comunicado en el que expresaba su preocupación ante los cambios publicados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) que dieron como ganador al presidente y candidato por el Movimiento AL Socialismo (MAS), Evo Morales.
"La OEA expresa su sorpresa ante los cambios drásticos de los resultados", indicó y señaló además que la misión vio una "inequidad evidente entre las candidaturas" en condiciones “muy complejas” debido a un “notorio uso de recursos públicos” por parte del partido de Gobierno. Pero resaltó que a pesar de esas condiciones, la ciudadanía participó de manera ordenada y pacífica. Gonzáles remarcó que “a las 20.10 por decisión del pleno, el TSE decidió de emitir resultados preliminares, 24 horas después el TSE presentó resultados con un cambio inexplicable que modifica drásticamente el destino de la elección y genera pérdida de confianza en el proceso electoral”. "Es fundamental que se respete la voluntad ciudadana honrando los valores de la Carta Interamericana de la OEA", sostuvo.
Los comicios en Bolivia deben analizarse bajo dos premisas antagónicas. La de un proyecto de desarrollo inclusivo, autónomo del establishment financiero internacional que transformó a Bolivia en el ejemplo a seguir. Ese que representa el actual presidente y que podría sintetizarse en una frase de su ministro de Economía, Luis Arce Catacora: “Cuando Evo Morales ganó su primera elección en 2005, el 65 por ciento de la población tenía ingresos bajos, pero ahora el 62 por ciento de la población llega a los ingresos medios”.
El otro proyecto de país es el que encarna Mesa, el ex vicepresidente del ultraliberal Gonzalo Sánchez de Lozada que escapó hacia Estados Unidos dejando un país incendiado a sus espaldas. El actual candidato de CC lo sucedió en el poder a un costo muy alto en vidas durante la llamada Guerra del gas, allá por octubre de 2003. Basado en un discurso que cuestiona la legitimidad democrática de Morales porque no respetó el resultado del referéndum de 2016, su candidatura expresa un salto al pasado en términos económicos. Más apertura al mercado y menos capitalismo de Estado, como el que llevó a Bolivia a la situación en que se encuentra hoy.
La prolongación de la incertidumbre, sumada a las sospechas de fraude que desparrama la oposición en general y a la notoria grieta que existe en la sociedad – habría que recordar aquellas expresiones de “raza maldita” dirigidas contra los cholos del Altiplano que provenían desde Santa Cruz -, provocan un clima de antagonismo que tiene un final de pronóstico reservado.