En 1994 los hermanos Ariel y Adrián Ogando, junto a otros estudiantes, decidieron apostar a una revista que contara lo que sucedía a su alrededor. En ese contexto ambos también se aventuraron a las filmaciones en VHS, y de ahí nada se detuvo: nació Wayruro.
Con ello surgió otro tipo de comunicación popular, contrahegemónica y participativa. Luego de 25 años de vida, parecería que nada cambió. Las políticas neoliberales que los vieron emerger volvieron, y hoy se plantan como bandera de resistencia en defensa de la soberanía audiovisual en el NOA.
Hasta el 25 de este mes, Wayruro celebrará en San Salvador de Jujuy. Este año, el festejo está atravesado por tres ejes principales: la producción audiovisual, con más de doscientas producciones realizadas; un espacio formativo, a través del canal escuela Kallpa TV, y la 18va. Muestra Internacional de Cortometrajes Jujuy/Cortos, que reúne las producciones de veinte países.
“Nació sin pensar en que iba a durar tanto tiempo”, contó Ariel, aquel jujeño por adopción que llegó de Buenos Aires a sus seis años.
“Nacimos en una época neoliberal y como estudiantes universitarios, decidimos registrar a través de distintas herramientas de comunicación los conflictos que vivíamos”.
Agregó que hacían “una revista, unas cartillas" y registraban "en video VHS la lucha que los trabajadores estatales estaban haciendo frente al avance neoliberal de las políticas, en ese momento, de Menem”.
“Estos años fueron de mucha resistencia”, dijo el organizador de la 18va edición de Jujuy Cortos. Contó que sobrellevar este tiempo se logró sobre la "base de pasión, militancia y esfuerzo, porque prácticamente no tuvimos recursos”. “En ese contexto estamos aguantando”, dijo.
Sin embargo, consideró que ese “aguante” se hizo produciendo todo tipo de material audiovisual.
Este 2019 los encuentra movilizados: “Es como reencontrarnos con ese nacimiento a través de las políticas actuales que estamos viviendo”, afirmó el documentalista y referente de la organización.
La apertura de la economía, el achicamiento y retiro del Estado de ciertas funciones básicas “ya existieron en los años noventa”, asintió. A pesar de la “coyuntura compleja”, se celebran estos años de camino: “25 años de comunicación popular. Años de lucha y resistencia”.
El balance sigue siendo positivo, por la “permanencia” en los diferentes momentos y coyunturas. “Pudimos expandir nuestro trabajo”, destacó Ogando.
La circulación de Wayruro no solamente se dio en todo el país, recorrieron y siguen llegando a países de Latinoamérica y el mundo. Además, se consolidaron como una experiencia de formación. “A más de quince provincias argentinas, fuimos a dar talleres y charlas. Participamos en encuentros y un centenar de festivales en donde hemos presentado nuestros trabajos”.
“Da mucha felicidad poder celebrar este cuarto de siglo a pesar de que es tan difícil para todo el pueblo argentino”, expresó el documentalista de las obras "Avelino, Sin tierra en los Ojos" y "Maestros" (2011), ganadoras del concurso de Fomento Federal de INCAA y del Ministerio de Planificación.
La soberanía audiovisual hecha escuela
Wayruro tomó el desafío de construir “narrativas diferentes”. De allí, nació la defensa de la soberanía audiovisual que intenta “generar imágenes desde el propio lugar”, contó Ogando. “Tratamos de contrarrestar proponiendo narrativas diferentes con historias que nos pasan a nosotros, como sector popular”, indicó.
Al tiempo que agregó que trabajan “con las luchas y demanda de sectores populares, sobre la región y su cultura, su arte, las fiestas, la música".
“Tratamos de ser permeables con todo lo que nos rodea”, sostuvo. “Es algo que tienen que ver con trabajar este magna de la comunicación popular, como contra hegemonía”, sentenció.
Por ello, además de la difusión, Wayruro aceptó el desafió de convertirse en un espacio de formación. En 2011, nació el canal escuela Kallpa Tv.
“A partir de la emergencia de la Ley de Medios, debate en el que participamos, se abrió la posibilidad de que las pantallas comunitarias tuvieran viabilidad”, narró. “Nos ilusionamos con una pantalla de Wayruro”, pero “no nos sentíamos capacitados para doce horas diarias de contenidos”.
Ante esa realidad, articularon con organizaciones sociales de San Salvador y emprendieron un “espacio formativo donde las organizaciones pudieran participar y adquirir formación”.
“Era imposible sostener tanta demanda (hacia Wayruro) y nos parecía que lo mejor era formar a compañeros para que ellos cuenten sus propias historias”, destacó Ogando.
Hoy, ya cuentan con un aula y una sala de computadoras para la edición. Vienen desarrollando hace siete años, talleres de edición, comunicación popular vinculada al audio, las narrativas y distintas cuestiones.
Observar que mira la región
Este año se inaugurará el Observatorio Audiovisual Andino. Un espacio que reúne a investigadores de la región y permitirá “pensarnos a partir de lo que se está viendo y produciendo en la televisión”, dijo Ogando. “Es algo que sentimos en la necesidad de hacer” y con la posibilidad de “generar espacios que apunte a la investigación y la reflexión”, apuntó.
“Necesitamos pensar en términos tecnológicos y producir algún tipo de pensamiento que dé cuenta de lo que se está haciendo y lo que se produce en la región”, afirmó. Además, de moldearlos esos contenidos a los nuevos formatos que circulan y son de consumo, como las redes sociales.
Para ver el programa se puede ingresar a https://www.facebook.com/Wayruro-Comunicaci%C3%B3n-Popular-813111445469852/