La situación se vuelve cada vez más compleja en Chile. Se replican las movilizaciones en distintos puntos del país, mientras se multiplican las cifras de muertos, heridos y detenidos. Para el excandidato presidencial por el Partido Progresista, Marco Enríquez- Ominami, el presidente Sebastián Piñera privilegia la autoridad y el orden ante el pedido de justicia social. En diálogo con PáginaI12, quien también forma parte del Grupo de Puebla advierte que en realidad el desencadenante del conflicto "no son 30 pesos de suba, son 30 años de abuso" en la historia de Chile.
-¿Qué balance hace de la crisis desatada en el país tras el anuncio del aumento en la tarifa de subte?
En primer lugar quiero aclarar que la suba de 30 pesos impacta no sólo en estudiantes, impacta sobre todo el universo de adultos. Como lo he visto escrito en otras partes, esos no son 30 pesos, son 30 años de abuso de una democracia agotada que en algún momento podía provocar una reacción como la que estamos viendo. Nuestro continente es el más desigual del mundo, y Chile uno de los países más desiguales de Latinoamérica. Es un país con un desarrollo industrial bajo, que principalmente se dedica al extractivismo, con una deuda pública razonable pero una gran deuda privada. Este conflicto puntual originó un gran plebiscito entre la justicia social y el orden, pero lamentablemente, el árbitro de este plebiscito (Piñera) se transformó en un jugador improductivo.
-El presidente Piñera dijo: "Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie". ¿Qué impacto tuvieron esas declaraciones?
Lo que dice Piñera es un problema por varias razones. Como decía antes, estamos viendo cómo la autoridad y el orden, representadas en la figura del presidente, se levantan contra los que piden justicia social. Es lo que llamo un encantamiento político de tipo improductivo. Lo que el gobierno chileno también demuestra es una profunda falta de empatía, evidenciada por ejemplo cuando el ministro (de Trabajo Nicolás Monckeberg) llamó a la ciudadanía a despertarse más temprano.
-Se conocieron encuestas que muestran que la imagen del actual presidente es la más baja de su segundo mandato. ¿Percibe un desgaste de su figura?
Piñera está sacrificando la legítima elección democrática que obtuvo. Se comprometió a terminar su mandato con una prioridad: la paz social. Eso debe garantizarlo. Ahora también agita los fantasmas de una supuesta injerencia externa en el conflicto. Son voces propias de alguien que ya se olvidó de la presidencia de Chile. Creo que se convirtió en alguien que corre solo y siempre llega segundo. Ahora tendrá por delante el desafío de gobernar sin decepcionar.
-Quien salió a responderle rápidamente a Piñera fue el jefe de Defensa Nacional, el general Javier Iturriaga. Dijo exactamente: "Soy un hombre feliz, no estoy en guerra con nadie". ¿Qué lectura hace de sus palabras?
Gran parte de la historia de Chile se entiende por el comportamiento de los militares. Quiero interpretar estas declaraciones de Iturriaga como una muestra de sensatez militar. Son horas decisivas para Chile, y quiero creer que van a jugar un rol del lado de la Constitución. Quisiera creer que los militares entienden aquello a lo que honran.
-Las imágenes difundidas por medios alternativos revelan el violento accionar de los carabineros en el conflicto.
Lo que revelan esas imágenes es la incapacidad de la fuerza. Son policías que no están bien formados. Deberían lograr aplicar la fuerza prudente y justa, y no lo están haciendo. Manejan un nivel de audacia pocas veces visto, con gente que protesta ante el abuso del Estado.
Entrevista: Guido Vassallo.