Bombos. El acto tuvo una marcada impronta tradicional y hasta peronista, a diferencia de los cierres del PRO y de Cambiemos de los últimos años, que eran en un escenario 360, al mismo nivel que los asistentes y con poco público. No: aquí marcharon columnas y columnas identificadas con cada intendente, con remeras, con gorros (los de Jorge Macri eran amarillos en un retorno a los orígenes del PRO), que llegaron en micros e hicieron colapsar la zona del acto. Eso sí, no hubo vendedores de choripanes ni de patys con en las manifestaciones populares.
Emojis. Fue curioso. En torno al escenario no había signos partidarios ni de la UCR, ni de la Coalición Cívica, ni siquiera aquel viejo signo de "play" que supo usar el PRO. No: Vidal decoró su escenario con emojis: el primero era una mujer caminando. Le seguían cuatro manos agarrándose y formando un cuadrado sólido, signo de la unidad, luego el emoji de dos manos juntándose (que podría querer decir "perdón"), seguido de un brazo sacando músculo y por último un corazón. En las pantallas gigantes se leía: "Ahora nosotros. Ahora María Eugenia".
Selfie de gato. Apenas subió al escenario y antes de soltar sus dotes histriónicas para dar un discurso más largo que los habituales de dirigentes macristas, Vidal sorprendió al sacar un teléfono y pedirle a la multitud que filmaran con ella "una selfie, un video selfie como regalo a Mauricio que está en Córdoba". Vidal arengó a tribuna para que le cantara una canción específica: "¿Conocen la de "Para rato...?", dijo y no hizo falta más. La multitud cantó: "Para raaaaato / hay gato para raaaato". Vidal le dio send y siguió con el acto.