La inquietud llega rápido en Marianne, antes del primer minuto del primer episodio. Una mujer llama a su madre, la busca con pasos cortos, trémulos a lo largo de una casa oscura, con muebles antiguos, vidrios sucios y un cuervo que salta y protesta dentro una jaula. Ahí está la madre, es una abuela a cuya cara se puede ver, hasta que se la ve será el primer escalofrío de esta miniserie francesa de terror, dividida en ocho capítulos y pensada para estrujar la garganta una y otra vez. Marianne, producción original de Netflix, claramente apunta a ese público catador de sustos que la plataforma ya buscó con otras producciones internacionales (como la india Gul) pero que hasta el momento sólo consiguió status de hit con la estadounidense La maldición de Hill House.

Con un disparador que resulta familiar –una exitosa escritora de ficción cuyas novelas de horror podrían no ser tan ficticias–, Marianne construye una historia de brujas y oscuridad que asusta y angustia, mérito se debe en gran parte a la espeluznante doña Mireille Herbstmeyer, actriz que se destaca en el elenco poblado de colegas más jóvenes como Victoire Du Bois o Tiphaine Daviot (la gendarme rubia de Zone Blanche). Página/12 entrevistó a Quoc Dang Tran, guionista de Marianne, cuyo recorrido en el género del horror incluye el crossover de fútbol y zombies Goal of the Dead.

-¿Qué tipo de serie de terror es Marianne?

-Marianne es la primera serie de terror y fantasía en la historia de la televisión francesa. Hasta hace poco, las señales tradicionales de TV no tenían interés en este género: o lo despreciaban (de la misma manera que Stephen King, durante mucho tiempo, no fue considerado un escritor “serio”) o bien simplemente pensaban que no tendría audiencia. Samuel Bodin, director de Marianne, y ​​yo somos fanáticos de las historias de ciencia ficción, fantasía y horror, que no tenían salida en el mercado televisivo. Netflix rompió ese molde y cuando nos dio luz verde, tuvimos cuidado de no pasarnos de rosca: a veces acumulas tantos años de frustración y quieres algo con tantas ganas que, cuando finalmente tienes la oportunidad, arruinas todo por excederte o apresurarte. Sabíamos que la única forma en que podíamos hacer que los espectadores vieran los 8 episodios completos era no confiar únicamente en los sustos y las escenas de miedo. En una serie de televisión de terror, el miedo no debería ser el único combustible: teníamos que pensar el drama a fondo, apegarnos a los personajes y seguirlos cuando las cosas van mal.

-¿Por qué agregaron humor en ciertas escenas?

-Porque creemos que, cuando la historia es tan tensa, a veces es necesario liberar la ansiedad y tomar un jadeo de oxígeno. El miedo es una bestia extraña. A veces no necesitas conocer a fondo al personaje que ves en pantalla para morirte de miedo con él. Sin embargo, siempre es mejor cuando conoces la historia de fondo del personaje, sus defectos y neurosis. Eso te permite jugar con el miedo de manera diferente, en un nivel metafórico o psicológico, es cuando sientes empatía por el héroe. Marianne es una historia sobre brujas, demonios y posesión, que nunca juega la carta “esto podría ser verdad”, a diferencia de las películas slasher. Se trata de lo indescriptible, lo surreal, la idea de que hay cosas ocultas que no sabemos. Es, en muchos aspectos, como los cuentos de terror que se cuentan en el fogón: es miedo, sí, pero siguen siendo cuentos.

-El personaje principal de Marianne es una escritora que escribe sobre sus propios miedos. Como guionista, ¿cuán autobiográfico le resultó ese personaje?

-La escritura me permite explorar mis emociones y dramatizarlas, ya sea alegría, ira, tristeza o miedo. Tengo una vida bastante convencional, gracias a Dios, por lo que siempre estoy ansioso y entusiasmado por profundizar en mis emociones y transcribirlas en las historias que escribo. Lo que escribo es pura ficción y me encanta: el mundo es lo suficientemente aterrador como es.

-¿Qué significan las brujas para usted y para esta historia?

-Las brujas están profundamente arraigadas en la cultura francesa, son parte del folklore. Simbolizan lo oculto, la oscuridad, lo irracional, la ausencia de valores morales. Son un vector perfecto del terror, porque no podés entenderlas completamente. Queríamos mezclar y combinar este antiguo miedo con una sensación más ligera, contemporánea, y profundizar en la cultura popular. Marianne es una serie antigua y moderna al mismo tiempo.

-Una historia de terror cuyo villano principal es un personaje femenino, ¿cómo puede leerse en el contexto actual de lucha por la equidad de los sexos?

-Samuel y yo discutimos extensamente sobre esto. Obviamente, como ciudadanos franceses, somos muy sensibles a la cuestión de la igualdad entre los sexos. Y como escritores, siempre queremos asegurarnos de que, sea cual sea la historia que escribamos, estamos en el lugar más justo posible para que nadie –mujeres o, por dar otro ejemplo, minorías étnicas– resulte perjudicado por lo que estamos contando. Sabemos lo que está en juego y tratamos de ser cautelosos. En Marianne quisimos construir una historia con un elenco de personajes femeninos fuertes, no había forma de evitarlo: en la vida cotidiana, las mujeres son fuertes.