Desde Córdoba
A contramano de la mayoría del país, esta provincia continúa con predominio macrista. De hecho, aquí la tendencia está tan clara que Macri eligió esta capital para cerrar su campaña. Un maratón cuya pretensión ha sido “dar vuelta” la paliza que recibió en las PASO de agosto gracias al desastre de su política económica. Aún así, cuando se escruten las urnas cordobesas la única expectativa está puesta en conocer cuál será la diferencia esta vez entre los amarillos de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos de Les Fernández. Una brecha que en el escrutinio definitivo de las PASO terminó con 47,05 por ciento para Macri-Pichetto; y 29,78 para Alberto y Cristina Fernández. Unos 637.900 votos de diferencia. Eso a pesar de la crisis que azota a Córdoba tanto como al resto del país
De las cifras que se obtengan de uno u otro lado, gran parte de la responsabilidad por la suma o resta de sufragios la tendrá el gobernador Juan Schiaretti, que se mantuvo férreo en su declamada “prescindencia”, aún luego de que el peronismo nacional se alineara con Les Fernández. El cordobés se negó a dar su apoyo explícito que hubiese aliviado al arco pejotista, ya que Schiaretti fue reelecto en mayo con el 57 por ciento de los votos, y en parte la defección de la lista kirchnerista en Córdoba en su favor, le sumó sufragios que de otro modo no hubiese tenido. Esa tensión interna tuvo su clímax el jueves, cuando Carlos Caserio renunció a la presidencia del PJ cordobés en rechazo a la tozuda actitud de Schiaretti, quien siguió repitiendo que no le importa quién sea el presidente, e insistió con el corte de boleta para imponer sus diputados nacionales. Una postura que resulta claramente funcional a Macri.
Caserio, de cepa delasotista, se puso al hombro la campaña de Alberto Fernández en Córdoba, y fue el puente junto con el empresario aceitero Roberto Urquía para la disertación de Fernández en la Fundación Mediterránea, el tuétano económico-financiero del poder local. El jefe de la bancada de senadores peronistas a nivel nacional, tras la defección de Pichetto, dijo que a él “no le da lo mismo cualquier presidente”. Enfático, en su anuncio en Carlos Paz Caserio remarcó sus diferencias con Schiaretti: “Yo creo que tenemos que cambiar de modelo y que por lo tanto hay que cambiar de presidente. Por eso apuesto a que Alberto y Cristina sean la fórmula ganadora el domingo”.
De ese mismo lado está Natalia de la Sota, flamante legisladora provincial e hija del tres veces gobernador José Manuel de la Sota, quien murió en un accidente de tránsito el 15 de setiembre del año pasado. “Mi candidato era mi padre. El se había reunido en Buenos Aires (con Cristina Fernández de Kirchner) y después pasó lo que pasó. Ahora que él no está acompaño aquí a Juan (Schiaretti) y a Alberto a nivel nacional”, le dijo a Página 12 en el almuerzo de la Mediterránea. Su adhesión no sólo incluyó asistencia a actos, sino también el aporte de su talento musical: hasta grabó un vídeo con el candidato del Frente de Todos en el que se los puede ver y escuchar cantando juntos un tema de Litto Nebbia, “Sólo se trata de vivir”.
Con Caserio y Natalia en cierta forma se reedita la otra mitad de la alquimia que tenían Juan Schiaretti y su amigo y jefe político José Manuel de la Sota. Una que ejecutaron a lo largo de más de dos décadas. En este caso, el “Gringo” ejerce un apoyo no blanqueado (¿no positivo?) hacia Macri; en tanto que el ala delasotista pone sus huevos en la canasta de Les Fernández. En lo pragmático, Córdoba gane quien gane, tiene cómo decir que estuvo al pie del cañón. Sea el Frente de Todos o Macri. Al tanto de esta estrategia, Alberto Fernández le apuntó al impacto de la supuesta prescindencia de Schiaretti, y en una de sus visitas dijo “no me afecta lo que haga Schiaretti. No tengo compromiso con él sino con los cordobeses. Y a ellos no los voy a desatender por lo que acertadamente o no haga el gobernador. Y creo que es un error”.
La pregunta del millón, con semejante crisis político-económico, es ¿por qué el peronismo gana en todas partes y no en Córdoba? Según opinó ante este diario el columnista y observador político Alvaro Ruiz Moreno, “el fenómeno es nada menos que Schiaretti. Acá, como en muchos lugares del país, uno de cada dos chicos son pobres y no se alimentan bien. Pero Schiaretti le ha dejado a Macri acá el campo orégano. Ya en 2015 lo hizo con De la Sota. Lo hicieron ambos. Aunque De la Sota reaccionó antes de la mitad del año pasado ante la evidencia del fracaso del macrismo, y había empezado a generar puentes con Cristina y con Máximo (Kirchner). El estaba edificando una construcción política. Y es muy probable que de no haber fallecido el candidato hubiese sido él. Ahora si bien Schiaretti siguió prescindente, también es cierto que existió esa reunión en el Quorum (un hotel cerca del aeropuerto) donde Schiaretti se comprometió a acompañar la gestión de Alberto luego del 10 de diciembre. Un acuerdo a futuro que a Schiaretti lo hace estar tranquilo al menos en orden a las finanzas”.
Otra de las lecturas posibles del cerco que parece haber levantado a su alrededor, tiene que ver con el momento existencial y político de Schiaretti: si bien cuenta con la fortaleza que le da el 57 por ciento de los votos; también lleva los avatares de su diabetes; el dolor por la inesperada muerte de su amigo y socio político de toda la vida, y la conciencia de que suceda lo que suceda a nivel nacional él ya tiene bronce asegurado. El hombre y sus circunstancias. Nada más ni nada menos. ¿Y cierta lealtad a la familia Macri por su empleo en Brasil cuando alcanzó a huir de la dictadura? No se descarta.
Territorio King Kong
En cuanto a las nueve bancas de diputados provinciales que se renuevan en el Congreso de la Nación el 10 de diciembre, los cambiemitas se aseguraron cuatro; los schiarettistas de Hacemos por Córdoba dos: Carlos Mario Gutiérrez y Claudia Martínez; y el Frente de Todos otras dos: Eduardo Fernández y Gabriela Estévez. La incógnita de hoy es el noveno escaño: el puesto podría ser para el frentista Pablo Chacón; o para el ultramacrista Luis Juez quien de no lograr esa diputación, quedaría afuera del Congreso en la próxima etapa política del país.
Hoy será la hora de la verdad. La campaña pasó. En la radio de la Universidad Irma Córdoba, el personaje político de la actriz Mariana Bonadero, una conservadora filo cordobesista “que-no-se-quiere-pelear-con-nadie”, remeda el estilo del gobernador Schiaretti; y afirma con desenfado que “Córdoba es una provincia gorila friendly, una provincia Gato friendly”; y al cierre se congratula de la “Córdoba autónoma, conservadora, revolucionaria, dicharachera y de pié!”. Toda una definición para las virtudes y defectos de un territorio casi siempre a contramano de la historia nacional.