Internet puede ser un carnaval de videos de gatitos, pornografía, teorías conspirativas, fake news y la base para una comedia como Silicon Valley que ayer comenzó a despedirse por HBO (irá los domingos a la medianoche). La sexta y última temporada enseña a la factoría digital de Pied Piper en el ojo de la tormenta. El Congreso de los Estados Unidos decide realizar una investigación sobre monopolios empresariales, privacidad de usuarios y manejo de la data. Uno de los llamados a testificar es Richard Hendricks (Thomas Middleditch), el genio nervioso que pasó de ser un programador junior a CEO de un gigante de la tecnología.
La idea inicial de su creador, Mike Judge, era la de hacer un falso documental sobre el mundo de los gamers, pero recurrió a su memoria cuando trabajó para una startup y, por lo visto, no se llevó un buen recuerdo. Alec Berg (Barry) le sumo su cuota de misantropía y lupa social en los guiones. El retrato acerca de este hábitat es hilarantemente doloroso. La fidelidad de los modismos del lugar que le da nombre a la serie ha llevado a que Bill Gates se declarara fan y que Elon Musk la critique. En definitiva, estos genios en computación, millonarios consagrados y posibles dominadores globales aún no pudieron resolver sus problemas para la interacción social. “Espero que el final sea de alguna manera agridulce. Como pasa en la serie, toda victoria tiene una consecuencia. Los protagonistas están todo el tiempo en plan “Lo logramos” hasta que llega alguien y dice: “los cagué””, señaló Middleditch.