"La dictadura implicó para la sociedad modificaciones en la subjetividad de las personas, instaló en el sentido común la antisolidaridad, la delación, el ver a otro como amenaza, el individualismo. El fútbol como actividad y como deporte en el que participamos las mujeres demuestra todo lo contrario, demuestra que podemos contar con proyectos colectivos, que nos ayudamos las unas a las otras para aprender y que nos acompañamos".
Quien habla es Suyai Esperanza. Tiene 30 años, empezó a jugar al fútbol a principios de año y es parte de La Saladino, el equipo de fútbol 5 que homenajea a Silvia Saladino, ex detenida y sobreviviente de la última dictadura militar, maestra de grado jubilada, quien hoy se para en el banco de suplentes para alentar a sus chicas.
Estas pibas que patean por la Memoria, la Verdad y la Justicia se sienten inspiradas por su compañera. Saladino dormía en su casa del barrio de Flores con su familia cuando un grupo armado se la llevó detenida, el 18 de julio de 1978, en plena madrugada. Estuvo en El Vesubio, el centro de detención clandestino donde permanecieron secuestrados militantes como los escritores Hector Oesterheld y Haroldo Conti. Luego fue trasladada a la comisaría 3ra de Lanús y fue presa política en la cárcel de Devoto hasta su liberación, en mayo de 1979.
"Por ‘Sala’ llegamos al feminismo y desde allí apareció el fútbol, un espacio de juego y disfrute único, que nunca antes nos habíamos permitido vivir. Es un orgullo militar con ella, porque es ejemplo de convicciones, de resistencia y de amor", cuenta Micaela.
La Saladino comenzó a andar en noviembre de 2018: desde entonces armaron una escuelita de fútbol en la Plaza 24 de Septiembre, en Avenida San Martín y Apolinario Figueroa, como una actividad militante en la comuna 6. Cuando se anotaron en un torneo relámpago de la Liga Nosotras Jugamos y tuvieron que elegir nombre, no dudaron: Silvia y su historia se impusieron, como una referencia a seguir; una convicción, una forma de pararse frente al fútbol y la vida.
Ahora, todos los jueves a las 20:30, se reúnen para entrenar. "En un principio, éramos sólo militantes bancando la actividad, pero luego fue creciendo y creciendo; y hoy somos un montón de mujeres y disidencias que participamos de este equipo. Vanina, una de nuestras compañeras, juega en el Norita Fútbol Club y nos dio el empuje para armar esto que consideramos un sueño colectivo", dice Suyai.
Ver jugar a La Saladino enamora: estas futbolistas que se acercaron al juego de adultas se solidarizan y se paran en la cancha en función de lo que necesita el equipo. Las que están adentro dejan todo y buscan autosuperarse en cada pase. Las de afuera, alientan sin parar: "Esta es la bandaaaa, de Saladinoooo", cantan. También llevan hinchada y siempre entonan la canción de cancha feminista:
Y dale alegría, alegría a mi corazón
una cancha disidente es mi obsesión,
que entren todos los cuerpos, gritemos gol
un caño al patriarcado y a la opresión.
Ya vas a ver
el fútbol va a ser de todes o no va a ser
Y sí, chabón
Llevamos en los botines revolución
Silvia Saladino tiene 61 años: las mira jugar y disfruta, aunque a veces se la ve nerviosa. Después de años de silencio y angustia, en el 2000 pudo comenzar a hablar de lo que le había sucedido. Desde ese momento forma parte de la comisión Vesubio-Puente 12 y acompaña los juicios por esas causas. "Cuando mis compañeras me dijeron que iba a ponerle mi nombre al equipo, pensé que me estaban haciendo una broma. Después me di cuenta que no -dice y se ríe-. Primero me dio pudor y después responsabilidad. Yo no me daba cuenta de que lo que digo o lo que hago, mi historia y mi presente, era muy significativo para ellas. Me da mucho cariño y mucha emoción”.
"Sala" manifiesta su postura: "El fútbol es juego, es deporte y para muches es pasión, pero el fútbol de varones profesional es un negocio que me indigna. Por suerte las chicas hicieron un equipo de fútbol feminista".
Micaela Duarte cree que a través del juego más popular del planeta se puede pelear también por la Memoria, la Verdad y la Justicia: "Militamos por la justicia social y desde el fútbol también la pregonamos. En estos tiempos que vivimos, durante estos últimos cuatro años, quisieron sembrar dudas sobre la lucha de las Madres y las Abuelas, sobre el terrorismo de Estado, sobre el valor de los derechos conquistados. Quisieron instalar que para nosotras el fútbol es una moda, y la realidad es que la única moda son ellos señalándonos por la revolución que estamos haciendo. Como decimos con Sala, a la invisibilidad no volvemos nunca más".
Las hermanas Agustina y Mariela Miranda coinciden en que fue el feminismo el que las ayudó a pensar otro fútbol posible, más inclusivo y donde la violencia y discriminación quedan afuera. Por eso invitan a sumarse a La Saladino: "A las pibas y disidencias les decimos que se animen a jugar, que se diviertan, que sigamos copando los espacios que siempre se nos han negado. Que sigamos construyendo colectivamente porque el fútbol va a ser de todes o no va a ser".
Al equipo lo completan Micaela Minervini, Nicole Sáenz Prior, Malena Ava, Lucía Paglione, Luciana Martín y Luz Areguati.