El peronismo y sus aliados lograron volver al gobierno después de un solo turno, un cuarto intermedio ultraliberal que duró cuatro años y no ocho ni doce, y lo hicieron nada menos que encabezados por el jefe de gabinete del proceso político comenzado en 2003 por Néstor Kirchner y por la presidenta que lo continuó entre 2007 y 2015. Fue clave la crisis económica. Fueron claves el desencanto y el enojo con Mauricio Macri. Pero solo la formación del Frente de Todos, una coalición electoral piloteada por el peronismo de amplitud desconocida desde 2007, garantizó que la irritación por el hambre y el empobrecimiento se convirtieran en voto de victoria.
El resultado es fruto de un proceso de unidad de las distintas líneas del peronismo y sus aliados, con fuerte peso en el tramo final del Frente Renovador de Sergio Massa. La coordinación empezó el 17 de febrero en las PASO de La Pampa, primer acto electoral del año. La publicidad electoral del peronismo era sencilla. Una anciana miraba a cámara y, llorando, imploraba: “Sáquennos a esta gente de encima”.
La portentosa diferencia a favor en la provincia de Buenos Aires, donde viven cuatro de cada diez votantes de la Argentina, se convirtió en la clave del triunfo de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. El porcentaje que obtuvo allí la fórmula del Frente de Todos compensó los resultados de otros distritos como Mendoza, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. También atenuó la transferencia de votos hacia la fórmula de Mauricio Macri y Miguel Pichetto desde terceras fuerzas como las encabezadas por Roberto Lavagna, Juan José Gómez Centurión y José Luis Espert.
En 2015 en la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli ganó, pero por pocos puntos. Obtuvo un 51,10 por ciento frente al 48,90 por ciento de Mauricio Macri. A nivel nacional Macri ganó por 51,34 por ciento a 48,66 por ciento. Es decir que los tres puntos a favor en territorio bonaerense fueron escasos y no desequilibraron nacionalmente hasta lograr la victoria. En cambio en estas elecciones Fernández y Fernández llegaron a una diferencia del 16 por ciento, un millón cuatrocientos mil votos y 13 puntos más que hace cuatro años. Por eso el triunfo fue irreversible.
Las cifras fueron superiores a las del 2007, cuando CFK sacó el 45,28 por ciento, aunque sensiblemente menores al 54 por ciento de 2011.
El triunfo fue holgado y en primera vuelta, pero a las nueve de la noche pareció quedar deslucido por las expectativas que generó la difusión de las encuestas y proyecciones que pronosticaban una diferencia mayor. Las bocas de urna arrojaban un margen mayor y tal vez no midieron con precisión el rearme relativo del macrismo en distritos como Santa Fe y Entre Ríos y en municipios bonaerenses como La Plata, Bahía Blanca, Mar del Plata y Lanús. En un momento la probabilidad era que el Frente de Todos superase el 50 por ciento a nivel nacional y el 56 por ciento en la provincia de Buenos Aires.
De todos modos AF consiguió evitar el ballottage. Mauricio Macri, el derrotado, necesitó un segundo turno en 2015 para concentrar el antiperonismo o la ilusión de cambio y ganar por el 2,6 por ciento contra Scioli.
El Frente de Todos volvió a tener un desempeño aplastante en el Gran Buenos Aires, donde ganó en la Tercera Sección, que incluye a los grandes distritos de La Matanza y Lomas de Zamora En tierra matancera la diferencia fue de un 40 por ciento. En Lomas de Zamora, de un 30 por ciento. En Almirante Brown, de un 35 por ciento. En la Primera Sección, donde pesan Massa y el intendente de Merlo Gustavo Menéndez, la diferencia fue de un 16 por ciento. El peronismo recuperó distritos poderosos como Quilmes y Tres de Febrero.
Además de su nexo con sectores importantes del poder económico, el macrismo conservará la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un bastión político y empresarial, y contará con bancadas importantes en la Cámara de Diputados de la Nación y en el Congreso bonaerense. Juntos por el Cambio achicó diferencias a gobernador (Axel Kicillof le ganó por diez puntos a la ex Mariu, actual María Eugenia Vidal) y pareció haber estimulado el corte de boletas para la legislatura.
El Frente de Todos emergió como una fuerza con nuevos candidatos menores de 50 años que ganaron bien, como el mismo Kicillof, el primer diputado nacional por Buenos Aires Sergio Massa o la intendenta electa de Quilmes Mayra Mendoza. Lo que algunos imaginan como un mar de contradicciones puede ser visto, también, como un nuevo espectro de cuadros validados por las urnas.