Si no hubiera sido real, la escena hubiera parecido salida de La pistola desnuda 3, cuando el teniente Frank Drebin, con su arsenal de torpezas, causa una catástrofe en la entrega de los premios Oscar, mientras su compañera de andanzas (Priscilla Presley), en bambalinas, revolea los sobres con los ganadores como si fueran papel picado. En un papelón sin precedentes en los 89 años que lleva la ceremonia de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, en el momento culminante de la velada La La Land fue anunciada como mejor película cuando en verdad la ganadora era Luz de luna (ver nota aparte), causando confusión y estupor no sólo en el escenario y en la platea del Dolby Theatre de Los Angeles sino también en los millones de televidentes de todo el planeta. Lo que se dice, una gaffe mundial.
En una secuencia de errores digna de la Ley de Murphy, todo lo que podía salir mal salió peor. Corrían ya más de tres horas y media de una ceremonia que había sido por momentos soporífera, salvo algunos chispazos ocasionales, cuando el anfitrión Jimmy Kimmel convocó al escenario a Warren Beatty y Faye Dunaway para que entregaran el premio más esperado a la mejor película. Mientras la legendaria pareja de Bonnie and Clyde hablaba del “respeto por la diversidad en todo el mundo”, en lo que fue una suerte de leitmotiv de la ceremonia, dedicada en gran parte a responder a la xenofobia del presidente estadounidense Donald Trump, Beatty sostenía en sus manos el sobre de la discordia. Cuando lo abre para anunciar el ganador, queda mudo y una sonrisa estúpida queda dibujada en su rostro.
Transcurren unos segundos interminables, durante los cuales no se sabía si Beatty se había olvidado los anteojos o no podía creer lo que leía. Se pensó en principio en un gag no guionado, pero Dunaway, ansiosa a su lado, le pide que lea el título de la película ganadora; Beatty en cambio le pasa la boleta a ella, que la agarra y sin mediar dudas lee rápido y firme, como para acabar con ese momento incómodo: “La La Land”. Aplausos de pie en la platea, sube todo el equipo de la película al escenario a celebrar y cuando el productor de la película está agradeciendo y hablando de todo el amor que hay en su comedia musical se produce un revuelo a sus espaldas, con más gente arriba del escenario que en una invasión de cancha.
Alguien detiene su discurso y le susurra la horrible verdad: había habido un error, la ganadora era Luz de luna, escrita y dirigida por Barry Jenkins. Con una entereza admirable, fue el mismo productor de La La Land, Jordan Horowitz, quien convocó al escenario a los responsables de Moonlight: “Por favor, vengan, les juro, esto no es una broma”, les dijo mientras les extendía la estatuilla que hasta ese momento había estado acariciando.
¿Qué sucedió?
En el caos que siguió al revuelo inicial, Beatty tomó el micrófono y explicó que el sobre que le habían entregado era el correspondiente al de mejor actriz, que Emma Stone ya había recibido por La La Land. Lo que no explicó es por qué no convocó al anfitrión de la ceremonia o a los productores del show para resolver el problema. Abatatado como un principiante, le pasó la brasa ardiente a Faye Dunaway, quizá para pedir su auxilio, pero ella en su afán por acabar con esa pausa eterna evidentemente no leyó todo lo que decía la boleta y al ver La La Land impreso en letras de molde pronunció lo impronunciable.
Mientras tanto, detrás de las excusas de Beatty (“No quise hacerme el gracioso”, balbuceba, mientras el anfitrión Jimmy Kimmel le clavaba el puñal por la espalda: “¡Pero lo fuiste!”), Emma Stone aseguraba que no podía suceder que ellos tuvieran su sobre… porque ella tenía el suyo en sus manos. Lo que ella no sabía –ni nadie, salvo los organizadores– es que a falta de uno hay dos juegos de sobres.
¿Cómo se explica?
Las razones fueron apareciendo con el correr de las horas. La compañía contable PricewaterhouseCoopers (PwC), que desde hace 83 años se ocupa de contabilizar y auditar los votos y asegurar la transparencia del sufragio, salió rápidamente a pedir disculpas. “A los presentadores se les entregó el sobre con la categoría equivocada”, exculparon a Beatty y Dunaway. Y dijeron que “están investigando cómo esto pudo haber sucedido”. Error humano, sin duda, ¿pero de quién?
Todos los dedos señalan ahora a dos ignotos contadores de la firma que estaban a cargo del operativo, Martha Ruiz y Brian Cullinan. Ellos mismos habían explicado en una nota reciente con la BBC de Londres que habían contado y vuelto a contar manualmente (para evitar filtraciones informáticas) unos 7000 votos y, como es costumbre, se ubicarían a cada lado del enorme escenario del Dolby Theatre con sendos juegos de sobres, para hacer más ágil la ceremonia, dependiendo de qué flanco salieran los presentadores. De hecho, una foto de la alfombra roja los muestra llegando orgullosos y sonrientes con sus respectivos portafolios cargados de sobres. Por eso Emma Stone tenía el sobre que le correspondía como ganadora a la mejor actriz, pero también –por error– uno idéntico llegó a las manos de Warren Beatty. ¿Quién se lo dio? ¿Ruiz o Cullinan? Probablemente nunca se sepa, y tampoco importe: a esta altura quizá ya estén desempleados. El daño a la credibilidad de la firma, que tiene sucursales en todo el mundo, incluida la Argentina, debe ser inconmensurable.
Pero ése no fue el único papelón de la ceremonia de la noche del domingo, aunque la magnitud del que protagonizaron Dunaway y Beatty hizo pasar inadvertido a otro, sin duda menor pero no por ello menos lesivo. La “Biblia del Espectáculo”, Variety, hizo saber en su edición online que la fotografía de una persona viva se coló en el segmento titulado “In Memoriam”, en el que se recuerda a los artistas y técnicos fallecidos durante las últimas temporadas.
Janet Patterson, una diseñadora de vestuario australiana, que trabajó en películas muy recordadas como La lección de piano y Retrato de una dama, de Jane Campion, murió en octubre de 2015, pero la foto que ilustraba su nombre era de la productora, también australiana, Jan Chapman, amiga a su vez de Patterson. “Estoy devastada por el uso de mi imagen. Yo estoy viva, bien y trabajando y voy a averiguar qué sucedió para que la Academia incurriera en semejante error”, escribió furiosa. Sin duda a ella le habrá parecido una broma de mal gusto que la canción de Joni Mitchell que cantaba en ese melancólico segmento Sara Bareilles se titulara “Both Sides Now” (De los dos lados ahora).