Ampliar la perspectiva del amor heteronormado y hacer de esa intención una celebración. Ese es el espíritu que alimenta Testimonios para invocar a un viajante, la pieza escrita por Patricio Ruiz y dirigida por Maruja Bustamente, y con la que el Teatro Nacional Cervantes ratifica su política de apostar por un teatro que fusione sensibilidad dramatúrgica con excelencia creativa.
La historia se traslada a México, lugar donde el protagonista pasa la noche con un viajante del que se enamora, y del que ni siquiera sabe su nombre completo. Ese amor fugaz, y su deseo de recuperar algo de lo que vivió en ese instante, lo llevan a indagar en la intimidad de aquel hombre y a embarcarse en una investigación que transformará en un documental. Así, pasarán frente a su cámara el padre del viajante, Anne, una de sus amantes de nacionalidad alemana y un viejo amigo llamado Lautaro, que encuentra su alter ego en una excéntrica drag queen llamada La Tonia.
“Me fui a México hace unos años a hacer teatro. Y en un paso fugaz por Cuba conocí a quien hoy es mi compañero, y ese encuentro deparó en el comienzo de una escritura en la que me preguntaba qué habría pasado si no hubiéramos elegido seguir juntos, y hasta dónde habría llegado yo por ese enamoramiento. Y pensé que lo que hubiera hecho habría sido buscarlo por todo el mundo”, cuenta el autor, también actor, director y performer.
De esa manera, y con ese disparador autobiográfico, Ruiz comenzó a dar forma a un relato en el que se reivindican las sexualidades y los géneros disidentes. “Apuesto mucho a que lo que se cuenta acá sea la posibilidad de hacer nuevos vínculos y nuevos amores. El protagonista no persigue a ese amor, sino que lo reconstruye a través de quienes lo aman, porque él quiere conocer el mundo de la persona de la que se enamoró”, señala. “Para mí la obra no habla de un amor entre dos varones, sino entre dos maricas. Ambas se pintan la cara, salen a la vida vestidas de drag. No tienen miedo a aflojar, a llorar ni a encontrar vulnerabilidad tanto en el amor como en el desamor”.
En esa lectura coincide Maruja Bustamante, quien califica al texto que dirige simplemente como “una historia de amor”. Para ella, este proyecto significa el reencuentro con Patricio, con quien estudió hace casi una década, y con quien comparte un universo artístico donde exploran cada uno desde su lugar la estética de la drag queen y del drag king.
Convocada por Alejandro Tantanian, Director General y Artístico del Teatro Cervantes, Bustamante se puso al frente de la puesta interpretada por Diego Benedetto, Flor Dyszel, Belén Gatti y Agustín Rittano, y donde se cruzan los lenguajes teatral y cinematográfico con un estilo pop colorido y estridente. “Era muy empática para mí la obra. Tantanian me dijo que creía que yo era la directora correcta, y pensé que podía generar una poética y manifestarme a través de lo que escribió Patricio porque es una historia que me emociona y me interpela”.
- ¿Cómo trabajaron la puesta?
Patricio Ruiz: - Tuvimos un par de diálogos al principio con Maruja, e intercambiamos ideas e imágenes pero siempre cuidándonos de no querer condicionar al otro en el imaginario. Armamos un equipo gozoso y por eso la obra se transforma en una fiesta.
- La figura de la drag queen está muy presente en la construcción de la estética…
P.R.: - Lo drag aparece como una potencialidad política, como una necesidad de expresar otras formas de habitar lo femenino y lo masculino. Lo drag está, por ejemplo, en la escenografía que hizo Cecilia Zuvialde y que “draguea” el Cervantes, y se interpone en ese espacio. Por detrás se ven las columnas majestuosas de lo que supo ser un recinto de la burguesía porteña, y por delante unas casitas de colores con unas maricas taconeando, y no para dar un espectáculo sino para contar que se enamoran.
- Maruja, mencionaste que esta historia te interpela. ¿En qué aspectos lo hace?
Maruja Bustamante: -A mí todos los vericuetos del amor me interpelan. Y más si se trata de un amor disidente. Yo siempre estuve a favor de la diversidad, desde chica. No puedo pensar al mundo de otra forma. Siempre miro a los otros y me interesa el diálogo con personas que no tienen mi misma idiosincrasia, y en ese sentido la obra también habla de alguien que entabla diálogo con personas muy distintas. El protagonista viaja para reconstruir a otro, pero al mismo tiempo él también se nutre con eso. Esa valentía de arraigarse más al deseo que a los lugares también me parece interesante.
- En la búsqueda de ese amor, se busca a sí mismo…
M.B.: - Sí, y encuentra además un montón de amor que se manifiesta de diferentes formas. La ternura que, por ejemplo, despliega el padre del viajante es un tipo de amor que todes comprendemos. Esa es una de las cosas que me conmueven.
- ¿Por qué se tomó la decisión de trabajar con el lenguaje del género documental?
P.R.: - En mi niñez yo estuve muy estimulado por el cine que no era el de niñes solamente, y en casa se veían muchos documentales, entonces para mí era un lenguaje cercano. Esta obra la escribí durante un viaje, con una computadora ajena, con un amor nuevo y muches amigues viajando, yendo y viniendo, y muchos distanciamientos y fronteras. Y hay algo de eso que permitió que permeara la idea de lo documental.
- En la obra hay también una suerte de homenaje a Liza Minnelli. ¿Qué te atrae de esta artista, Patricio?
P.R.: - En medio de la cinefilia de mi familia, Liza Minnelli aparecía como una figura mítica con una feminidad arrasadora. Y a medida que fui creciendo, mi mamá también me decía que me parecía a ella. Liza fue mi primer acercamiento a lo teatral. Es una añoranza de la marica llegar en el tren con sus trenzas y una canastita, bajar en Constitución y que alguien te encuentre y te despeine para terminar en los escenarios principales del Broadway local. Dentro de una cultura capitalista y machista ella encarna a una mujer que tiene una voz, que decide cortarse el pelo y usar pantalón. Es una referente que, a pesar de ser mainstream, no transó su identidad.
- ¿Qué dimensión toma en el tiempo actual hablar sobre el amor?
M.B.: - A partir de la cuarta ola del feminismo el tema del amor está hoy en cuestión. Hablar de eso es un riesgo, y enseguida puede aparecer alguien que te calle. Hace un tiempo hice algunas obras sobre el amor y las trataban de estúpidas. Pasa que el amor fue muy vapuleado por Hollywood con sus comedias románticas.
P.R.: - Coincido con Maruja en que hemos tenido demasiadas historias heterosexuales hollywoodenses que nos han generado un sentido de un amor como algo casi inalcanzable, y que para tenerlo hay que sufrir. Y hay que cortar con esa idea y repensar lo romántico. Por eso está bueno ver una obra de amor en estos tiempos donde todo es enfrentamiento y pelea.
* Testimonios para invocar a un viajante se presenta en el Teatro Cervantes (Libertad 815), de jueves a domingos a las 18.