De repente los especialistas en encuestas de Brasil se encontraron con una nueva categoría, un nuevo factor que interfiere en las opciones de las personas. Están acostumbrados a las categorías “rechazo”, “simpatía”, “apoyo”, etc, etc. Pero de repente las personas pasan a definir sus opiniones en función de una nueva categoría para los especialistas: “saudade do Lula”, echar de menos a Lula. Factor que hace que los otros posibles candidatos a la presidencia del país bajen sus índices de apoyo o, sobre todo, queden en un nivel insignificante, mientras que Lula sea el único que crece y que llega a niveles que lo hacen favorito para volver a ser presidente de Brasil, en todos los escenarios, incluidos la primera y la segunda vuelta.
Pero, ¿qué significa “saudade do Lula” en Brasil hoy? Un primer elemento viene de la publicación, paralelamente a esas encuestas, de una evaluación realizada por un centro económico tradicional, la Fundación Getulio Vargas, publicado en el periódico económico Valor, donde se afirma que el período de Lula en la presidencia del país fue el más importante de los últimos 30 anos en términos económicos.
Pero el tema no es sólo económico. Si lo fuera, podría ser comparado con el período de la dictadura militar. Sin embargo, en el caso de Lula, se trata de un período que logró combinar desarrollo económico con distribución del ingreso, haciendo que el país que fue el más desigual del continente más desigual del mundo, saliera, por primera vez en su historia, del Mapa del Hambre.
Los especialistas corrieron a hacer encuestas cualitativas, donde hacen preguntas directas a grupos seleccionados de personas buscando aclarar de qué sienten “saudade”, cuanto lo manifiestan respecto a Lula. Y por qué prefieren volver a los tiempos del gobierno de Lula.
Los temas tienen origen en la situación económica, pero sobre todo se proyectan hacia lo social, que es lo que alimenta la memoria del legado de Lula. No preocuparse por conservar el empleo, saber que los salarios seguirían subiendo por encima de la inflación, saber que nadie quedará abandonado, siempre habrá una política social que los contemple, que el sueño de la casa propia pasaba a ser una realidad. Que los gobiernos conversaban con todas las organizaciones populares, que ponían en marcha políticas que beneficiaban a todos, que los brasileños pasaban a estar orgullosos de su país y que el prestigio de Brasil en el mundo nunca era tan grande.
Antes la gente sentía saudades de Lula en comparación con el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, en los años noventa. Ahora, cuando la derecha actualiza su imagen frente a toda la población, con el peor gobierno que el país haya conocido, con el presidente de menor prestigio de la historia brasileña – que destruye todo lo que se construyó en años anteriores–, la comparación es todavía más actual.
Entre los escenarios de segunda vuelta, las encuestas ponen a Lula frente a Marina da Silva, a Geraldo Alckmin, a Aécio Neves, pero también a Michel Temer. Lula derrotaría a todos, pero en contra de este último es que el resultado es todavía mas apabullante.
De ahí que, tras la nueva ola de encuestas, la derecha volvió a la carga, no con argumentos, tampoco con comparaciones con sus gobiernos y sus políticas, sino con algunas acusaciones viejas, otras nuevas, ninguna con fundamento, confirmando que ese el único instrumento de la derecha para enfrentar a Lula. De quien la gente siente saudade y quiere de vuelta como presidente de Brasil.