El gobierno alemán confirmó y condenó fuertemente ayer el asesinato de Jürgen Kantner, de 70 años, rehén del grupo islamista radical filipino Abu Sayyaf, que horas antes había publicado un video en el que se mostraba la decapitación del hombre, capturado en noviembre pasado en el sur del país. La canciller alemana, Angela Merkel, condenó “el acto aberrante”, que mostró “una vez más la falta de escrúpulos y humanidad con que actúan estos terroristas”, agregó. En tanto, el vocero del gobierno alemán, Steffen Seibert, sostuvo que “tras semanas de preocupación, ahora tenemos la triste certeza: un rehén alemán fue asesinado de forma bárbara por los terroristas que lo secuestraron en Filipinas”. 

El grupo separatista jihadista Abu Sayyaf había amenazado hace cuatro meses con asesinar al rehén alemán si no se pagaba un rescate de 600.000 dólares antes del domingo. Más temprano, habían publicado un video con la decapitación de un hombre. El ejército filipino consideró que las imágenes no eran “prueba suficiente” del hecho, pero el gobierno, que no suele pagar rescates, ya tenía información de inteligencia que lo llevó a “lamentar y condenar” el asesinato de otro secuestrado.

Rápidamente, las autoridades alemanas de seguridad examinaron el material publicado: “Ya no existen dudas de que el alemán secuestrado en Filipinas esté muerto. Estamos profundamente conmocionados por la acción inhumana y cruel de los asesinos”, dijo un portavoz del Ministerio de Exteriores en Berlín. El video muestra al hombre desplomado sobre la hierba y a un individuo sosteniendo un cuchillo cerca de su cuello. “Ahora me matarán”, dice la víctima antes de ser ejecutada. 

El gobierno filipino condenó ayer el crimen. “Lamentamos y condenamos el bárbaro asesinato de otra víctima de un secuestro”, dijo el asesor presidencial Jesus Dureza tras la publicación del video. “Muchos sectores, entre ellos las fuerzas armadas de Filipinas agotaron todos los esfuerzos para salvar su vida hasta el último momento”, aseguró Dureza. “Lo hicimos lo mejor que pudimos, pero no sirvió”. 

“El terrorismo no tiene espacio en un país como el nuestro y debemos enfrentar como pueblo el violento extremismo cada vez que asoma su fea cabeza”, instó el asesor. “Estos asesinatos de inocentes e indefensos tienen que parar”, remarcó. Los servicios de inteligencia filipinos ya habían adelantado el domingo la posible ejecución del rehén, al no haber sido pagado el rescate. 

Según el gobierno filipino, la decapitación fue en un pueblo en la isla de Joló, mil kilómetros al sur de la capital, Manila, donde el hombre había permanecido retenido estos meses y donde se calcula que hay 60 miembros del grupo. El hombre fue secuestrado el 5 de noviembre en su yate, al sur de Filipinas. Los jihadistas mataron a su mujer, de 59 años, cuando intentó resistirse. La última prueba de vida del hombre fue a mediados de febrero, cuando imploró ayuda en un mensaje de video. En la isla, bastión jihadista de Abu Sayyaf que quiere imponer un estado islámico en el sur filipino, hay 20 rehenes más, según calculan las autoridades.