El corriente fue un año “asfixiante” para las artes escénicas en la Argentina: así lo determina un informe elaborado por el Centro Universitario de las Industrias Culturales Argentinas (CUICA), que funciona dentro del ámbito de la Universidad de Avellaneda. En los últimos cuatro años hubo una “merma constante” en el nivel de público debido al encarecimiento de las entradas y de actividades comerciales complementarias, como la gastronomía, el transporte y el estacionamiento.
El informe se titula “Situación de las industrias culturales argentinas en el período 2015/19”. En relación a 2018, la caída en la cantidad de espectadores es del 9 por ciento. Y en relación a 2014, el mejor de los últimos años según las estadísticas de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (AADET), el descenso es del 21 por ciento. Mientras tanto, el precio de las entradas sólo aumentó 25 por ciento, en un marco de inflación interanual del 55. Esto provocó una caída en la recaudación de los teatros comerciales del 40 por ciento.
El documento subraya los “graves peligros” que las salas tuvieron que afrontar en los últimos cuatro años, sobre todo debido a la inflación de gastos básicos como las tarifas de luz y gas, que aumentaron hasta un 3 mil por ciento. Para los autores de esta parte del informe --que incluye también análisis sobre otras artes--, Paula Brusca y Cristian Palacios, representante del Instituto Nacional del Teatro (INT) e investigador del Conicet respectivamente, “la crisis ha sido también cultural”. El cierre de salas también aparece en el estudio. “En otros períodos, como por ejemplo en los años 2001-2003, la crisis económica no afectó a las salas más independientes que rebosaron de actividad y crecieron como alternativa a las actividades de los centros comerciales”, comparan.
Los autores consideran que las fuentes de financiamiento que apoyan al teatro (Proteatro, Fondo Nacional de las Artes, entre otras) lo han hecho de modo “insuficiente”. Y que en 2018 hubo una subejecución de parte del INT. El “aumento gradual de la burocracia” dificultó el acceso de los creadores a esos apoyos.
Brusca y Palacios cuestionan el rumbo que tomó el Teatro Nacional Cervantes, al recortar los festivales de Teatro Latinoamericano y El País en el País y los planes de producciones y de giras “en pos de una mirada centrada en el teatro neoburgués” que se produce en la Ciudad de Buenos Aires. Observan el mismo criterio en el catálogo del INT, en el que priman las producciones porteñas, y en un programa de capacitaciones lanzado este año por la Secretaría de Cultura, con mayoría de docentes de CABA. “La crisis cultural no solo se traduce en cierre de salas sino también en disminución de producciones, desaparición de grupos emblemáticos, festivales y eventos”, concluye el informe.