“La búsqueda artística me resulta muy fácil siempre porque lo único que está difícil es traer un fadista portugués, por la situación económica”, plantea la cantante Karina Beorlegui, que organiza la cuarta edición del Festival Porteño de Fado y Tango, que vincula a músicos de ambos ritmos portuarios a uno y otro lado del Atlántico, con entrada libre y gratuita. El encuentro se realizará desde este jueves hasta el sábado. En la jornada inaugural el escenario será el del Teatro Monteviejo (Lavalle 3177), mientras que viernes y sábado mudará sus actividades al Club Atlético Fernández Fierro (Sánchez de Bustamante 772). “Lo hacemos siempre desde la escena independiente”, señala la artista. La propuesta es mostrar lo que sucede por fuera de los grandes espectáculos de exportación que suelen movilizarse hasta espacios como el CCK. “Esos shows además no le dan espacio a los fadistas locales”, observa Beorlegui. Así, el jueves actuarán Mariana Accinelli y Diego Capa, bailarán Soledad Rivero y Daro Farías, sonará Almalusa y hará una intervención especial Lidia Borda con su compinche Daniel Godfrid (“Lidia grabó ‘Extraña forma de vida’ y la tenía pendiente”, cuenta Beorlegui). Para el viernes el escenario quedará para Fadeiros y Hernán Cucuza Castiello junto a Noelia Sinkunas. “Siempre trato que los tangueros tengan algo que ver con el abordar otros géneros, que estén interesados en el fado”, explica la cantante.

La otra pata “curatorial” del Festival es traer también a un fadista portugués. Ahí aparece el programa de la última noche. En esta ocasión será Zé Perdigão, a quien Beorlegui recuerda con mucho cariño por su participación en la primera edición del encuentro, en 2012. “Esa vez vino de onda, totalmente ad honorem y nos debíamos y le debíamos invitarlo como corresponde”, señala con orgullo. Perdigão ya no reside en Lisboa, sino en Cabo Verde, África. Para traerlo, explica la organizadora, fue indispensable el aporte del programa de mecenazgo de la Ciudad y la coordinación de agendas con una gira por Recife, en Brasil. El portugués cerrará la última noche del Festival junto a Nacho Cabello (de Los primos Gabino) y Pablo Bronzini, y compartirá escenario con el Chino Laborde y Federico Mizrahi, y un show de la propia organizadora, que propondrá un encuentro imaginario entre Gardel y Amalia, figura central del ritmo portugués. “Tanto Zé como el Chino son tipos con feeling y carisma, de los que entran a escena y tienen un imán”, elogia la organizadora.

Estos tres días también serán una buena ocasión para tomarle el pulso a la escena local de fado. Para Beorlegui, los músicos que se dedican al género están experimentando un incipiente proceso de profesionalización y un crecimiento de público. “Además ya no somos sólo dos o tres artistas haciendo fado, empezaron a aparecer muchos más, y este año incluso nos quedaron algunos afuera que aparecieron cuando ya estaba todo cerrado”, cuenta. “Pero los incluimos a todos porque es el único festival de fado de Argentina y América Latina que abre la propuesta a los fadistas locales”, se planta la porteña.

El vínculo con la escena original del fado, Lisboa, es dificultoso, reconoce Beorlegui. “Los que laburamos en esto sabemos que la península ibérica no paga tan bien, que se empieza a pagar mejor de Francia para el este de Europa”, analiza. De modo que quienes ahondan en el fado a veces se costean una gira por esas costas, pero el gusto de tocar en la capital del fado lo terminan financiando otros países de la gira. “No se le paga bien al músico en las casas de fado y además las fechas se organizan con mucha anticipación, me da la sensación de que para meterse hay que estar viviendo allí”, reflexiona la cantante. La realidad, por supuesto, es bien distinta para el puñado de estrellas del género. El tango en Portugal, en tanto, tiene su propio circuito y no está mal parado, pero tiene poca apertura a las novedades. “Si vas a abrir una milonga allá es difícil que te vaya bien, el público va a las que están afincadas hace 20 años”, explica. “Pero es una coyuntura puramente económica, porque en cuanto se encuentran un fadista y un tanguero aparecen las ganas de tertulia”, celebra.