La profundización del cepo al dólar y los nuevos controles cambiarios empiezan a generar dudas en el mercado. Más de un millón y medio de ahorristas acostumbrados a comprar dólares deberán recalcular sus opciones de inversión a partir de noviembre. ¿Se ampliará la brecha entre el dólar oficial y el paralelo? ¿Los ahorristas buscarán otras alternativas de inversión como las acciones? Entre los consultores de la city esperan un aumento de las presiones financieras las próximas semanas.

La clave para noviembre es que el cupo de compra de hasta 10 mil dólares mensuales no va más y lo máximo que se podrá comprar a través del banco son 200 dólares. La medida también tiene impacto en los argentinos que hacen turismo en el extranjero.

El dinero depositado en una cuenta en pesos en un banco local no servirá para extraer dólares en un cajero automático de otro país. El uso de la tarjeta de crédito en comercios por ahora se mantiene.

El Central dio un argumento poco convincente para lanzar estas medidas. Afirmó que su principal prioridad es cuidar las reservas de todos los argentinos. Pero los datos duros muestran otra cosa. En los últimos tres meses se perdieron más de 20 mil millones de dólares de las reservas y cerca de la tercera parte de ese monto fue para cubrir la salida de capitales. Se usaron más de 7 mil millones de dólares entre las Paso y las elecciones de octubre para evitar nuevas subas del dólar. 

El Central jugó una apuesta electoral: privilegió perder divisas a reforzar los controles. Recién se modificó el esquema de regulación cambiaria a partir de las elecciones. La decisión no fue gratis: costó casi la mitad de las reservas líquidas. Las consecuencias de esta falta de manejo macro le quedarán a la próxima gestión. 

En el balance de gestión de la autoridad monetaria se deja el doble de inflación, más del doble de tasa de interés y un nivel de deudas que se multiplicaron por dos. Ahora además se suma que no estarán los 7 mil millones de dólares rifados desde agosto y que deberá rearmarse un esquema de controles cambiarios improvisados que termina siendo más estricto que el que había hasta 2015.