El Real Madrid acaba de terminar el entrenamiento de la tarde y los jugadores tienen una hora para pegarse una ducha, agarrar el equipaje y subirse al avión privado que los llevará hasta Estambul. El equipo lidera la liga española de básquet (de la cual es bicampeón vigente y, además, máximo ganador), pero en simultáneo debe atravesar todo el continente para atender su otro frente de competencia: la poderosa Euroleague. Cualquiera que esté por viajar a la vieja Constantinopla sentiría nervios, tensión o ansiedad. Salvo Gabriel Deck, quien atiende el teléfono y habla con el NO con una calma que lo delata santiagueño antes que basquetbolista multicampeón, promesa del equipo más importante de la FIBA –es decir: todos los del planeta salvo los de la NBA– y figura en la final del reciente Mundial de China.

 

“Al principio podía pasarme de despertarme y no entender en qué ciudad estaba, pero ya llevo un año en el Madrid con mucha intensidad de competición y me acostumbré a esto. A esta altura cada lugar me parece un poco más de lo mismo”, dice el Tortuga, sin un centímetro de soberbia: solo contesta con sinceridad y una risa moderada.

Gabriel nació el 8 de febrero de 1995 en Colonia Dorá, un pequeño pueblo de 2500 habitantes a 170 kilómetros de la capital de Santiago del Estero. Cuando la Generación Dorada “escribía” su acta de fundación simbólica en aquel Mundial Sub 22 de Australia de 1997 –con Emanuel Ginóbili, Pepe Sánchez y Fabricio Oberto, entro otros–, Deck tenía apenas dos años. Actualmente comparte la selección mayor con uno de aquellos: Luis Scola. “Ojalá se sume a los Juegos Olímpicos del año próximo, pero no hay que presionarlo: él tiene que ser feliz con la decisión que tome”, dice el Tortuga, nuevamente apelando a la calma por encima de la pasión. Aunque su carrera –al menos hasta el momento– se haya construido en base a explosión y velocidad.

Es que Deck aún no cumplió 25 años y ya suma más medallas y reconocimientos que cualquier otro de sus congéneres: después de federarse con el Mitre santiagueño, pasó al poderoso Quimsa de su provincia para ganar su primera Liga Nacional en la temporada 2014/15 y, además, ser reconocido como el jugador de mayor progreso y participar del Juego de las Estrellas. Y luego, claro, su crecimiento trepidante en San Lorenzo, donde el alero acumuló un bicampeonato en la Liga Nacional, la primera Liga de las Américas del Cuervo y seis medallas como MVP de una temporada regular, tres finales, mejor argentino en el torneo local y jugador sub23 destacado.

 

Todo eso lo condujo a mediados del 2018 al Real Madrid, donde fue ganándose lugar desde el banco hasta que septiembre de 2019 le propinó el salto que le faltaba: fue la revelación de la Selección Argentina en el Mundial de China gracias a su rol como sexto hombre y sus apariciones repulsivas en momentos donde el partido necesitaba pólvora. Después de haber jugado en absolutamente todas las categorías juveniles, Gabriel Deck ganó en agosto pasado el Oro en los Panamericanos de Lima como antesala de una incógnita: ¿qué papel tendría el equipo nacional en su primer exámen post Generación Dorada?

“No sé como lo habrán procesado los demás chicos, pero en mi caso entré en competencia con el Real Madrid al toque que volví de China, así que medio que tuve que ponerme otro chip y por eso todavía no me puse a pensar lo que significó haber salido subcampeón y clasificar a los próximos Juegos Olímpicos. Lo que pasó fue increíble, pero de momento lo mido hasta ahí y quizás lo evalúe mejor al final de la temporada, cuando tenga un poco más de descanso”, reconoce Gabriel, que a pesar de no formar parte del quinteto titular logró ser de todos modos el goleador de esa final que Argentina perdió con España.

Lo que dice Deck es absolutamente cierto. Porque voló de Beijing a Madrid sin escalas para defender la liga local que ganó en las dos ediciones anteriores con una intensidad que se refrenda en cifras: en la fecha 4 fue elegido como el MVP latinoamericano, reconocimiento que a su amigo y compañero Nicolás Laprovittola le costó toda la temporada pasada ganarlo. Y, como si eso fuera poco, el propio departamento de prensa del Merengue acaba de valorarlo como “el jugador madridista más productivo en la Liga” gracias al cociente de valoración realizado en base a contemplar puntos, rebotes, tapas, robos y porcentaje de encestes. En las redes del club los hinchas comentaron la noticia con admiración: “Jugador valiente y tranquilo”, “gran fichaje”, “gratísima sorpresa” y hasta uno que reconoce que “será un jugador cotizadísimo en un futuro inmediato y con futuro en la NBA”.

¿Cómo manejás el hecho de no ser titular pero, al mismo tiempo, recibir reconocimientos como si lo fueras?

--Me esfuerzo por tener los pies en la tierra y disfrutar día a día sin volverme loco. Todos me tratan muy bien, sobre todo la gente que trabaja, y mis compañeros me hacen sentir especial. Además comparto el equipo con dos argentinos: Facu (Campazzo) y Nico (Laprovittola). Con ellos compartimos los viajes, nos visitamos en nuestras casas y además tomamos muchos mates. ¡Incluso varios que no son argentinos nos piden que les convidemos!

El año que viene están los tres estarán en Juegos Olímpicos de Tokyo. ¿Se vivirá con alegría por seguir escribiendo una historia nueva, o con presión por tener la referencia a la Generación Dorada?

--Creo que nos ayudó mucho haber tenido muy buena química desde que se empezó a armar esta nueva camada. Eso nos estimuló a encontrar una línea de juego que, al mismo tiempo, se vio premiada por un trabajo extraordinario. Los resultados en el Mundial hicieron lo suyo porque nos dan confianza, pero no hay que enloquecerse con estas cosas.

Siempre contás que el ritmo de trabajo en Euripa es intenso, juegan mucho y viajan varias veces a la semana. ¿Cuál es tu cable a tierra para salir del básquet y meterle pausa a la presión?

--Como buen santiagueño, trato de descansar también, jaja. Además hablo con mi familia y me prendo con alguna serie. Ahora, por ejemplo, estoy enganchado con Vis a vis, una de las mejores de Netflix. ¡Por más que en la cancha me vean intenso, soy un tipo muy tranquilo, eh! También escucho música casi todo el día. No sólo en mi casa, sino también en los viajes. Le meto mucha cumbia, cuarteto y cosas argentinas que me conectan con buenos recuerdos.

 

Durante el Mundial de China circuló un video en el que te hacen escuchar pedacitos de canciones y acertás casi todas. ¿Sabías que se hizo viral?

--¡Jaja, sí! Lo hicimos en la primera semana de concentración previa al Mundial. Lo hizo Germán (Beder), de prensa de la Confederación Argentina de Basquetbol. En el momento no tomé noción, pero me vino muy bien porque sirvió para distender y distraerme. Después me contaron que el video tuvo mucha repercusión. ¡Al final la gente me terminó conociendo más por mis gustos musicales que por el básquet!

Te pusieron todo tipo de música menos la del Koli Arce, el padre de le guaracha santiagueña…

--¡Es que eso lo iba a adivinar rápido, chango!