En el marco de la conmemoración a los 100 años del natalicio de Eva Duarte de Perón, la Central General de Trabajadores reclamó a la Iglesia el inicio del proceso de beatificación de este ícono del peronismo
y de la historia argentina. A través de una carta enviada al cardenal Mario Poli, Héctor Daer, Julio Piumato, Jorge Sola y Carlos Acuña ratificaron el pedido de canonización de Evita, que había sido extendido en mayo al papa Francisco. “Su figura y obra han alcanzado el justo valor trascendente que poseen para nuestro pueblo y para todos los pueblos del mundo con sed de Justicia”, argumentaron en un comunicado.
El Consejo Directivo de la entidad formalizó la petición al Arzobispo de Buenos Aires, dado que es este el que puede iniciar la postulación del emblema del peronismo para someterlo a la votación del Vaticano. La central obrera solicitó a Poli que la Iglesia ”acompañe el sentir popular y la coloque en los altares oficiales para la felicidad de nuestros fieles y santos”.
“El renacimiento de la Argentina está cifrado en la recuperación de las fuentes espirituales de la nacionalidad. Y circunstancias únicas nos vuelven a dar esta oportunidad. El pontificado de Francisco puede alumbrar un camino, si estamos dispuestos a andar las huellas que dejaron nuestros mejores hombres y mujeres”, finaliza el comunicado.
El 15 de mayo, ocho días después del centenario de "la abanderada de los humildes", los miembros del consejo directivo y de una representación de "sacerdotes obreros" hicieron público un manifiesto titulado "Eva Santa del Pueblo" para lanzar la propuesta de beatificación dirigida a la Santa Sede y a Jorge Bergoglio.
"Eva Perón entregó su vida en un mandato providencial que fue la misión de rescate de la dignidad de la persona humana en su sentido más trascendente. Síntesis de una profunda fe en su Pueblo y en Dios que a cien años de su nacimiento continúa estando en el corazón popular y en los altares del pueblo humilde junto a la Virgen María", habían dicho en ese momento.
El camino a la beatificación
El proceso puede demorar años porque hay una serie de extensos pasos a seguir. En principio, el pedido de la apertura de la causa debe hacerse en la diócesis en la que murió la persona, en este caso, el arzobispado de Buenos Aires y será aceptada sólo si consta de argumentación sólida.
Luego, inicia el proceso de estudio del candidato y, si resultara satisfactorio, el arzobispado girará la causa a la congregación para la Causa de los Santos del Vaticano, donde se realizará un segundo análisis.
Si finalmente se concluye que vivió su fe "en grado heroico", la persona es declarada "venerable". Otro requerimiento es que se compruebe que Dios obró un milagro por su intercesión para ser declarado "beata". Si se comprueba un segundo milagro, es proclamada "santa".
Sin embargo, en 2017, Francisco introdujo un nuevo motivo para iniciar el proceso de beatificación y posterior canonización: incluyó a aquellos que "con la intención de seguir al Señor, impulsados por la caridad, han ofrecido heroicamente su propia vida por el prójimo, aceptando libre y voluntariamente una muerte cierta y prematura".