La vis cómica 9 puntos
De Mauricio Kartun.
Elenco: Mario Alarcón, Luis Campos, Cutuli y Stella Galazzi.
Diseño de vestuario y escenografía: Gabriela Aurora Fernández.
Diseño de sonido: Eliana Liuni.
Diseño de iluminación: Leandra Rodríguez.
Dirección: Mauricio Kartun.
Funciones: Miércoles a domingos, a las 20.30, en la Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín (Corrientes 1530).
Luego del éxito arrollador de Terrenal -en la escena local desde hace seis temporadas y por estos días de gira por Madrid- Mauricio Kartun pone sobre el escenario otra propuesta fiel a su estilo agudo y mordaz, y con la que busca dar cuenta de un mundo que habita y conoce bien de cerca: el teatro mismo.
La vis cómica es el título de su nueva pieza que gira en torno a las desventuras de una compañía teatral española itinerante que llega a Buenos Aires en la época del Virreinato, encabezada por un mediocre comediante conocido como Angulo el malo (Mario Alarcón). Con él viajan también Doña Toña, su mujer (Stella Galazzi), Isidoro, el dramaturgo (Luis Campos) y Berganza, el perro y fiel compañero de este último (Cutuli). Los artistas aspiran a encontrar en la ciudad un lugar donde representar sus obras, pero rápidamente advierten que el único espacio para desarrollar algún tipo de arte está cooptado por el poder de turno, y los “artistas” habilitados no son más que voceros del Virrey.
Kartun retoma, para construir su historia, personajes de la obra de Miguel de Cervantes, y toma así de Don Quijote de la Mancha a la compañía de Angulo el malo, incorporando a Berganza, un perro que habla, protagonista de la novela cervantina El coloquio de los perros.
El juego metateatral atraviesa toda la pieza, exponiendo desde la dramaturgia el artificio y los mecanismos de la representación. El autor y director habla a través de sus personajes. Y cuando habla lo hace en un tono burlesco, paródico y con su distintivo lenguaje barroco con el que homenajea a la actividad artística incluso riéndose de ella. “Teatro. Peor es robar…”, exclama con humor filoso un resignado Berganza, el encargado en todo momento de explicitar la convención teatral. En esa misma línea, Isidoro grita: “¡Lo único que ansía en la vida un poeta es estrenar!”, y en esa frase se intuye otra vez el pensamiento de Kartun que construye así una suerte de alter ego en aquel dramaturgo frustrado y estafado por Angulo que no consigue llevar sus obras a escena.
La puesta refuerza la capacidad infinita del teatro de hacer verosímil lo imposible, y es por eso que no resulta extraño que los personajes no hablen con acento español, aun cuando den indicios de su procedencia, ni que un perro hable y sea interpretado por un humano. A su vez, Kartun traza un distanciamiento histórico situando el relato en otro contexto político y social, y esa lejanía se observa en el lenguaje y al mismo tiempo en el vistoso vestuario de época de Gabriela Aurora Fernández.
Alarcón, Campos, Cutuli y Galazzi arman un cuarteto actoral eficaz y armónico al momento de exhibir las tensiones y conflictos del grupo. El trabajo de Mario Alarcón, no obstante, sobresale no sólo por su mayor parlamento sino por el logrado histrionismo con el que resuelve cada palabra y gesto de Angulo, ofreciendo un personaje cómico y, al mismo tiempo, con un alto grado de patetismo. Por el lado de los antagonistas, Cutuli se destaca en su interpretación de Berganza gracias al humor que aporta y a la complicidad que establece con el público.
El teatro hablando de sí mismo parece ser la excusa justa para hablar de otra cuestión que sigue resonando: el vínculo entre los artistas y el poder, y el peligro de la degradación del arte que eso conlleva. Y en ese sentido, La vis cómica se configura también como advertencia.