La velocidad de desgaste de la economía en los últimos meses fue notable. La fuerte pérdida de consumo y producción fueron uno de los problemas principales para el mercado interno. Pero no fueron los únicos. Se aceleraron la inflación y las expectativas de devaluación. El retroceso de las reservas hizo necesario poner controles cambiarios y luego reforzarlos con un mecanismo casi idéntico al de un desdoblamiento cambiario.

El nuevo esquema macro no le permite a las empresas comprar dólares para atesorar y le fija un tope relativamente bajo a los particulares. Esto se completa con una tasa de interés que empieza a bajar y más pesos que comienzan a circular en el mercado. La pregunta clave es qué va a pasar con esta emisión. Las dudas son tres:

1) ¿Permitirán recuperar consumo y producción con el correr de los meses?

2) ¿Terminarán reforzando las presiones cambiarias con una nueva ronda de devaluación de los tipos de cambio financieros?

3) ¿Provocarán nuevos conflictos inflacionarios?

La respuesta no es sencilla. Las expectativas del sector privado resultan realmente volátiles. Por eso los pesos circulando en el mercado pueden generar tanto un efecto expansivo como nuevos desequilibrios. Lo que es claro es que el sector público tiene que recuperar un rol activo en la economía para reordenar el mercado interno. No puede volver a dejarse todo al libre albedrío del mercado.

Esto implica tener especial cuidado de las recomendaciones que empezaron a hacerse estas semanas. “El tipo de cambio flotante fue una de las mejores innovaciones de la administración de Macri. Logró aislar al mercado laboral de los choques que enfrenta la economía y de hecho el empleo creció en 2019. Pero ahora todo está bajo ataque. Es una pista de lo que está por venir”. La declaración resulta difícil de entender y fue publicada por el ex presidente del Banco Central Federico Sturzenegger en un medio del exterior.

Discutir a las personas que aplicaron la política de los últimos años no es lo relevante pero si tiene un enorme valor confrontar contra los modelos económicos. Las medidas aplicadas a partir del 2016 en el Banco Central no sólo no fueron efectivas para permitir el crecimiento económico sino que causaron un fuerte daño para el bienestar social. El principal resultado de estos años fue la distribución regresiva del ingreso.

Sturzenegger pone el foco en el tipo de cambio flotante pero le falta aclarar que esta medida estuvo acompañada de una desregulación irracional de los movimientos de capitales, tasas de interés que favorecieron únicamente los negocios financieros y un incremento de la deuda externa insustentable. Los resultados de estas políticas nunca fueron positivos para el mercado interno argentino. En estos últimos años tampoco funcionaron.

La propuesta del ex presidente del Central es la misma que al principio de su gestión. Dice que se necesita más ajuste fiscal y política monetaria restrictiva para recomponer la estabilidad y poder generar condiciones para el crecimiento. En base a su desastrosa gestión todo hace pensar que esta estrategia debe ser al revés. La economía necesita crecer para poder estabilizarse. Esto implica recuperar el círculo de consumo, producción y empleo del mercado interno.

“La independencia del Banco Central no se está discutiendo en absoluto”. Esta fue otra de las recomendaciones del ex presidente de la entidad. No parece tener mucho sentido. La autoridad monetaria tiene que trabajar en conjunto con el Poder Ejecutivo para apostar a los objetivos de empleo y crecimiento. La propuesta de tener un Banco Central concentrado sólo en bajar la inflación fue un fracaso estos años.