Ni pobreza cero ni controlar la inflación. Tampoco un país libre de “cepo”. El único resultado económico favorable que podrá exhibir el gobierno de Mauricio Macri al finalizar su mandato será en el frente fiscal. El férreo programa de ajuste en el gasto y la venta de activos son los fórceps que le permitirán cerrar 2019 con un “equilibrio” primario para alegría del Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, “el panorama fiscal a futuro está lejos de ser auspicioso”, advierte el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala al remarcar que “dos años de recesión y la herencia de la reforma tributaria de Cambiemos pondrán un techo a la recuperación del resultado fiscal, que difícilmente será compatible con las aspiraciones del FMI”. Cumplir con la meta comprometida en el acuerdo Stand-By para 2020 no solo implicaría resignar la posibilidad de impulsar al mercado interno sino avanzar con más recortes. “En el contexto de crisis social que el macrismo dejará el gobierno, un ajuste de esa magnitud está muy lejos de ser políticamente posible”, advierte el último reporte del ITE. Además de renegociar los términos del acuerdo con el principal acreedor individual del país y los acreedores privados, el futuro gobierno de Alberto Fernández deberá elaborar un nuevo Presupuesto 2020 próximo que será discutido en el Congreso antes de fin de año.

El último Informe de Coyuntura del ITE estima que el Palacio de Hacienda finalizará 2019 con un déficit primario, el resultado fiscal antes del pago de los intereses de la deuda, del orden del 0,8 por ciento del PBI que está en línea con la meta de “déficit cero” (flexible) prevista en el acuerdo con el FMI. Sin embargo los economistas del instituto que depende de ATE y UTE advierten que los tres factores que permitieron llegar a ese resultado serán muy difíciles de mantener en 2020. El primer elemento es la liquidación de activos, como en el caso de las acciones del FGS, el Fondo Argentino de Hidrocarburos y las ventas de centrales térmicas. En segundo lugar figura el crecimiento de la recaudación por comercio exterior, en parte por ser un ingreso fiscal dolarizado y en parte por la generalización de la base imponible (en base a una alícuota fija en pesos que ya comenzó a licuarse), y por último el recorte en obra pública y los salarios del sector público. A ese escenario se suman las implicancias sobre los ingresos fiscales de la reforma tributaria de 2017.

“Con este peligroso cóctel, el escenario base que esperamos para 2020 es de un déficit primario de 1,6 por ciento del PIB, que es consistente con un déficit financiero de 5,2 del producto”, estiman los expertos del ITE. En otras palabras, la ecuación vigente no contempla espacio para reactivar la economía como pretende el presidente electo. El compromiso con el FMI es alcanzar un superávit de 1 por ciento del PIB para 2020. “Aun sin política fiscal expansiva, la proyección marca un déficit de 1,6 del PIB. En consecuencia, habría que hacer sobre ese escenario neutro, un ajuste de 2,6 por ciento del PIB para alcanzar la meta. En el contexto de crisis social que el macrismo dejará el gobierno, un ajuste de esa magnitud está muy lejos de ser políticamente posible”.

Con ese diagnóstico, el ITE considera que este tema debe incluirse en la revisión del acuerdo con el Fondo a partir del 11 de diciembre. “Cualquier meta de resultado primario que implique un mayor ajuste del gasto del que estamos proyectando podría agravar la situación de la economía real y alejarnos un poco más de una salida que incluya, sobre todo, a los sectores más afectados por la crisis provocada por la política del actual gobierno”, sostienen los economistas al remarcar que “la meta fiscal 2020 del FMI es políticamente inviable”.