Muchas bandas comienzan en el colegio secundario, pero no son tantas las que logran mantenerse cuando los caminos se bifurcan al finalizar quinto año. Los de Banzai FC empezaron como compañeros de clase tocando en el patio de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini pero, a pesar de que sus miembros no superan los 22 años, el asunto ya se convirtió en un proyecto de vida. Para Diego Jewreiski (guitarra y voz), Iván Smalinsky (batería), Bruno Mazzitelli (bajo) y Francisco Azorai (teclados) no es solo una banda, es una forma de concebir la música.
Banzai era el grito de guerra utilizado por los kamikazes japoneses segundos antes de lanzarse desde sus aviones contra los barcos enemigos. Así es como se sienten, dicen, los cuatro integrantes cuando suben al escenario, dispuestos a “dejar la vida” por un gran show y, a diferencia de los kamikazes, a disfrutar juntos del viaje.
Sus recitales sorprenden por esa conexión familiar que los caracteriza. Iván estudia ingeniería en la UBA y su bombo está en los cimientos de cada canción. Diego sigue música en la EMPA y, en la charla, parece quien más clara tiene la esencia y el trasfondo de la banda. En bajo y guitarra Bruno (el “Tano”) propone ideas para nuevos temas, mientras Fran ya se hizo un lugar en el actual rock argentino como tecladista de Emmanuel Horvilleur, Juan Ingaramo, Wos, Cazzu, Conociendo Rusia; hasta compartió escenario con Charly García en algunas ocasiones. Todos le escapan al rol de líder y se sienten más cómodos en pelotón. Por eso, sus shows llegan a tener más de 15 personas arriba del escenario, en una propuesta que excede lo musical para rozar el teatro y la poesía y que empieza a dejar de ser un secreto a voces, con salas llenas cada vez más grandes.
En sus inicios Wos, campeón internacional de la Batalla de los Gallos y nacional de la Freestryle Master Series, acompañó a Banzai con sus rimas por distintos escenarios. Compusieron en conjunto dos canciones del primer disco, Generación TV: Primera Temporada, lanzado en diciembre de 2018, y se los puede ver juntos en el videoclip de “Protocolo”, antes de que cada uno siguiera su propio camino.
El laboratorio de estos cuatro alquimistas es la sala de ensayos montada al fondo de un PH a cuadras del Abasto. La batería y el teclado ocupan las tres cuartas partes del lugar, donde la guitarra y el bajo se acomodan como tetris antes de las largas sesiones. Quizás por eso, el piso de la terraza es el mejor lugar para iniciar la charla al final del ensayo.
-¿Bajo qué estilo musical se autoperciben?
-No nos categorizaríamos bajo ningún género en particular. Si bien predomina algo similar a rock progresivo, no somos cultores de ningún género, sino más bien infraccionistas. Es una mezcla, un cóctel de géneros musicales. Por ciertas texturas, instrumentaciones y timbres cae un poco en la estética de rock, que se acerca también a la manera en la que hacemos las cosas. Nuestro disco pasa también por el funk y el tango. La idea es un poco que los del rock se enojen con nosotros, que los del funk se enojen con nosotros, que nadie nos acepte en su club.
-Con ustedes pasa algo raro para estos días, y es que tienen muchos temas instrumentales. ¿Cómo es el proceso de composición?
-En los shows en vivo, generalmente nuestra propuesta es un 50 por ciento de música instrumental y un 50 por ciento cantado, con poesía. A la hora de componer, lo que se da con Banzai es que se mantiene la esencia de la sala de ensayo como laboratorio, que es como empezamos. Hoy por hoy, la música se está haciendo más de otra forma, con un productor al que le decís un poco qué querés y van juntos viendo qué onda. Acá no es así, sino más a la vieja escuela, de venir a probar a la sala de ensayos, con sus ventajas y sus desventajas.
-¿Quién suele tomar la iniciativa a la hora de traer propuestas para nuevas canciones?
- Los que disparan suelen ser Diegui o el Tano, más desde la guitarra que desde el bajo, que es lo que toca en la banda. A partir de ahí cada uno agrega su granito de arena y con un método experimental de ensayo y error se va armando el tema. Las canciones tardan mucho en gestarse porque la idea es probar entre todos y eso se ve muy claramente en el producto final.
-Con el tiempo la puesta creció, con más personas en el escenario y una idea que excede lo musical. ¿Cómo trabajan para llevar el disco al vivo?
-Por nuestra forma de laburo, es más llevar el vivo al disco que viceversa. Muchos temas de Generación TV: Primera Temporada los venimos tocando desde el Pelle. Fueron mutando, pero son esas mismas canciones. Un disco es algo totalmente distinto a un show en vivo. Se plantea como tal y responde a los parámetros que debe tener, como el de mantener un mismo concepto a lo largo de todo el álbum. El show es otra cosa. Si bien mezcla alguno de esos ingredientes, se complementa con otros condimentos como luces y escenografía.
-En el vivo llegan a tener 20 personas arriba del escenario. ¿cuál es el camino para ensamblar todo, desde lo musical a lo teatral?
-Lo mejor de Banzai es eso, que el show no es una sola persona, no hay un frontman o un cantante o un líder, sino que es una familia, un grupo que en el show nos excede a nosotros cuatro. Es una especie de colectivo artístico. Eso le da un dinamismo que tampoco es planeado, sino que pasa naturalmente y nos identifica. Hoy todo es muy personalista, de la figura, del cantante, el rapero y me parece que lo lindo de Banzai es que va justamente por otro camino.
-Antes compartían todos los días en el secundario, pero ahora cada uno tiene sus propias cosas ¿Cómo hacen para llevar adelante la banda?
-Una de las cosas que conseguimos es mantener esa esencia del secundario, de que somos un grupo de amigos antes que un proyecto musical. Esto es una empresa familiar, nos acomodamos a ese espíritu, con sus ventajas y desventajas. Tocar con amigos es lo mejor que te puede pasar en la vida, y lo sabemos, por eso cada uno de los cuatro lo prioriza frente a otros proyectos.
-Ustedes tocan en el Festival Buena Vibra frente a miles de personas y enseguida arman una fecha en un lugar más chico. ¿El planteo es el mismo?
-Cada show para nosotros es único y está pensado de esa forma, no es una lista que repetimos. No es lo mismo tocar en un festival media hora que hacer un show completo nuestro, cambia todo. Está pensado como una totalidad.
-¿Y cuál debería ser el siguiente paso de la banda?
-Un objetivo es que esto sea un proyecto de vida y no solamente una banda. También hay muchas cosas en juego desde la cultura. Me parece que, aunque en muchos sentidos está en decadencia, la cultura argentina es algo por lo que vale la pena luchar. Pero básicamente buscamos vivir con la banda, viajando, tocando, conociendo lugares y haciendo discos cada vez mejores.
-En diciembre de 2018 sacaron su primer disco y presentaron sus once temas en Uniclub. Ahora están preparando el segundo disco. ¿Es una continuidad o quieren reinventarse?
- No es una segunda temporada de Generación TV. Es disruptiva. Es una nueva propuesta desde lo musical hasta lo estético, pasando por lo conceptual y lo político. La idea es poder terminarlo para abril o mayo de 2020, antes de mitad de año.
-¿Lo van a grabar en el mismo lugar?
-No, el primer disco lo grabamos en el Romaphonic, acá en Buenos Aires. Para este segundo tenemos sesiones de grabación en Sonorámica, que es un estudio en las Sierras de Córdoba, lo cual le da una mística que está copada para un disco que es irte cinco días a las sierras a grabar con amigos.
-¿Quién lo produce?
-Fran es el que después de juntarnos y grabar le mete mano en la computadora. Eso sí, lo hace con sus plazos.
-¿Te pasó de encontrarte editando en los micros, en el medio de las giras, con todos los proyectos en los que estás tocando?
- No, porque no tenemos notebook (risas). Habría que hablarlo con el ingeniero-tesorero de la banda (Ivo).
-¿Cómo se distribuyeron los roles dentro de la banda? ¿Fue algo natural o en un momento alguien dijo “che, hay que empezar a administrarlo, ¿quién es el mejor?”?
-Somos un grupo de amigos y con el correr de los años cada uno sabe para qué es mejor y para qué el peor. Todos respetamos un poco el lugar del otro, que naturalmente se fue definiendo. Ahora llegamos a un punto en el que nos conocemos, ya sabemos las ventajas de uno y las debilidades del otro, cómo molestarnos y cómo hacernos reír. Eso es lo más lindo.
-¿Cómo se dio la buena onda con Wos?
-El iba al Mariano Acosta y salíamos a las mismas fiestas. Nos conocimos rancheando en una de esas fiestas. La idea de tocar juntos con Valen (Valentín Oliva) surgió tomando algo y de manera muy relajada, jugando. Terminamos haciendo dos temas juntos que están en nuestro primer disco. Está bueno que él ahora tenga su proyecto propio. Necesitaba tener su propia movida, y lo que está haciendo es buenísimo.
-Sus presentaciones tienen un fuerte contenido político. Canciones y shows que pasan un poco por la historia política, cosas graciosas y otras no tanto. ¿Sienten que tienen que comunicar cómo ven ustedes la situación argentina?
-No creo que sea una responsabilidad, sino lo que naturalmente uno quiere y siente. Como todo está tan jodido te nace hacer algo, aportar algo desde tu lugar. Hay que resistir porque está todo muy jodido, cultural y políticamente.
-Hay una nueva línea de músicos que se están haciendo un lugar y en estos últimos tiempos surgieron una cantidad de bandas. ¿Se sienten parte de este nuevo proceso?
-Estamos aparte. Con los Militantes del Clímax, por ejemplo, sí hay una admiración y una especie de padrinazgo. Nos gusta mucho lo que hacen. Después lo que sentimos es que falta un poco de contenido en el rock mainstream. Falta contenido poético, conceptual. Esa es nuestra opinión, por la música con la que crecimos, la que nos gusta. Sentimos que es todo un poco naïve.
-¿Cómo definirían naïve? ¿Como medio plástico? ¿Como estar buscando el hit constantemente?
-Exacto. Como que lo comercial no es una consecuencia, sino que es más bien una causa. Le falta un poco de trasfondo, lo que hay entre las palabras, lo que hay entre las notas. Concepto, poesía. Todas esas bandas están muy marcadas en ir para un mismo lado. Lo que nosotros proponemos no va por ahí. Tratamos que lo nuestro no sea solo “hacemos temas, nos salen, los ponen en la radio y ganamos plata”.
-En general son bandas que van en combo a los mismos festivales.
-El productor de un festival muy pocas veces busca un concepto o una linealidad en el arte, en lo que propone. Convocan a las bandas que cortan tickets, eso es una realidad. Quieren que tengas un género, un cantante, que hagas rock. Nosotros tenemos un frontman que rota todo el tiempo, hay invitados, no hay alguien que sea EL de Banzai. Eso no le sirve a nadie que quiera contratar un show para un festival. Si bien participamos del Festival Buena Vibra, nuestro foco está más puesto en salas y teatros que en grandes festivales.
-Un lugar en donde pueden desarrollar completamente su idea.
-Las categorías te ordenan el cerebro. Nosotros queremos proponer algo distinto, una movida más independiente. Una ceremonia nuestra, con un buen público, algo propio. No tocar media hora en un festival y que te echen. Armar un espectáculo, un ritual.
-Da la sensación de que son una familia tanto arriba del escenario como abajo, con fieles que los siguen a todos lados. ¿Cómo manejan las redes sociales? ¿Les gusta conectarse de esa forma con el público?
-Lo vemos como herramienta para mostrarnos, pero a lo que apuntamos es a hacer un buen espectáculo en vivo, ese es nuestro objetivo. Las redes son un arma de doble filo. Ya la palabra “seguidores” de Instagram es particular, porque de repente lo que pasa en las redes sociales no es lo que pasa en la vida real. En las redes sociales elegís qué mostrar y que no. No es lo que sos, sino lo que decidís mostrarle al resto. Entonces está bueno tenerlas como parámetro, pero lo que pasa en la realidad es lo que pasa en un show, en la calle, cuando estás presente con la gente.