En tiempos de Guerra Fría los rusos se reían de los alemanes orientales. “Son el doble de soviéticos que nosotros”, comentaban. Lo mismo podría decir hoy Donald Trump sobre Jair Bolsonaro, que se dedica a hostigar al presidente electo argentino. Pero como no necesita sobreactuar, Trump hizo de Trump y no de Bolsonar o. Llamó a Alberto Fernández para felicitarlo por el triunfo y prometerle trabajo conjunto.
La conversación fue a las cinco de la tarde. Fernández estaba en su oficina de México al 300, después de haber charlado con Pepe Mujica y mientras preparaba su visita, justamente, a México .
“Felicitaciones por la gran victoria”, dijo Trump. “La vimos por televisión.” Sobre el gobierno que asume el 10 de diciembre, aseguró: “Usted hará un trabajo fantástico. Espero poder conocerlo lo antes posible. Su victoria fue comentada en todo el mundo”. Según los voceros del Frente de Todos, siguió una frase clave: “He instruido al FMI para trabajar con usted, y no dude en llamarme”. El comunicado emitido después por la Casa Blanca es más genérico: “El Presidente Trump también subrayó los numerosos efectos positivos de un compromiso de los Estados Unidos con la Argentina y expresó el apoyo de los Estados Unidos para ayudar a la Argentina a vencer sus desafíos económicos”.
Fernández dijo, siempre según sus voceros, que quiere “una relación madura y cordial” para resolver “muchos temas comunes en el marco de una situación compleja en la que la Argentina necesita ayuda” y, más enigmático, sugirió: “Tenemos que hacer cosas juntos”.
“Una conversación en ese tono es muy buena y trae tranquilidad”, analizó en Radio con Vos el probable futuro canciller Felipe Solá . “Echa por tierra los malos presagios”, dijo, y anticipó que en la negociación con el Fondo “no estamos dispuestos a tomar más deuda para pagar deuda”.
No es un misterio que el FMI, con la venia o el estímulo de Trump, fue el principal financista de la campaña de Macri cuando el Presidente pensaba que para ganar bastaba con agitar el cuco peronista y mantener el dólar quieto. Pero, como dice la canción, Macri ya fue y la Casa Blanca está habitada por gente pragmática. El 12 de septiembre, o sea después de las PASO del 11 de agosto, el propio Fernández reveló que habló con el embajador Edward Prado y que éste le confirmó un préstamo del Tesoro norteamericano a petroleras para invertir en Vaca Muerta por 450 millones de dólares. “Esto significa que están mirando más allá del 10 de diciembre”, dijo. Al día siguiente de la victoria del 27 de octubre, el secretario de Estado Mike Pompeo declaró, tras felicitar “al pueblo argentino por la exitosa elección presidencial”, que los Estados Unidos esperan “continuar trabajando con el gobierno de Alberto Fernández para promover la seguridad, la prosperidad y el estado de derecho en la región”.
Los contactos son cada vez más profusos. La mano derecha de Fernández, Santiago Cafiero, mantiene vínculos con Prado. Solá, que estos días perfecciona su inglés, habla seguido con los diplomáticos acreditados aquí. Sergio Massa viajó a los Estados Unidos y mantuvo contactos con financistas y con el equipo de su amigo Rudolph Giuliani, abogado de Trump. En el Wilson Center de la capital estadounidense dijo que “está claro que el fracaso es de Macri y del Fondo, juntos”. Dos gobernadores peronistas reelectos y uno electo también recalaron en Washington en el último mes: el sanjuanino Sergio Uñac, el tucumano Juan Manzur y el santafesino Omar Perotti. Todos transmitieron lo mismo. Que el de Fernández no será un gobierno de loquitos. Que si no hay dilación de pagos la Argentina no puede crecer ni para alimentar a su población ni para pagar la deuda. Que no hay vocación de confrontar con los Estados Unidos. Y que la Argentina quiere una salida negociada en Venezuela pero que AF no lo tiene en agenda como su tema diplomático principal. Los temas son, más bien, el encarrilamiento de los nexos con la Casa Blanca como parte del arreglo de la deuda y un acercamiento racional a Brasil que logre sortear las antipatías presidenciales. Un acuerdo con el Fondo limitaría la salida de dólares, escasos en la Argentina. Un crecimiento del comercio con Brasil serviría para crear esos dólares mediante las exportaciones industriales argentinas.
En cuanto a Venezuela, Washington parece estar apostando más al desgaste de Nicolás Maduro y a nuevas elecciones que a una intervención armada, propia o de Colombia.
Este diario pudo saber que sobre Venezuela y sobre Trump conversará Fernández con el mayor experto continental en política norteamericana: el presidente de México Andrés Manuel López Obrador. Nadie como él sabe el modo de convivir con Trump.