El desaparecido cuaderno 3 es llamativo porque es el primero donde cambia el estilo. Oscar Centeno era un remisero, contratado para dar servicios en el Ministerio de Planificación y cobraba por viaje. Por eso anotaba cada recorrido para tener la cuenta de lo que cobraría. O sea, los dos primeros cuadernos están centrados en "fuimos de tal lugar a tal lugar".

El cuaderno 3 cambia: empieza a hablar de bolsos y evalúa incluso cuántos dólares podrían ser. Centeno mismo declaró que nunca vio los billetes, salvo --según él-- en una oportunidad en que Roberto Baratta habría dejado un bolso en el asiento y él lo abrió. Todo resultó bastante asombroso: porque las reuniones se producían en una oficina de un décimo piso y él anotaba que allí repartieron dinero y cuándo se distribuyó. Además, está redactado casi sin errores. Dicen que el escritor Jorge Asís fue el que sentenció: "Centeno habla como Monzón y escribe como García Márquez".

De todas maneras, como aparecieron el 1, el 2, y los posteriores al 3, el 4, el 6, 7 y 8, está cantada la orden de realizar una pericia sobre todo el material, para ver si todos están escritos por la misma persona.

Raúl Torre, el conocido criminalista, es un especialista en scopometría, que es justamente la disciplina que estudia documentos de todo tipo.

"El primer paso será, seguramente, comparar los cuadernos que aparecieron con las fotocopias que constan en la causa --explica Torre--. Es un tema clave para saber si el expediente se basó en material real o si hay diferencias. Eso no es difícil".

"Desde ya que una clave es determinar si todos los cuadernos de los que se dispongan están escritos por el chofer --continúa Torre--. No es verdad que se haga una prueba de escritura. Lo que se buscan son documentos anteriores, por ejemplo los formularios que llenó para la cédula o el pasaporte. También otros documentos o cartas que haya redactado de forma indubitable. Y luego se hace la comparación. Esa es un prueba muy fidedigna: no es difícil saber si todo fue redactado por la misma persona".

"Hay una cuestión en la que habrá que trabajar. Las personas van mutando la escritura. Los cambios son muy sutiles, pero se producen. Por ejemplo, épocas en que se agrega un trazo mínimo, se pone la coma de una determinada manera o de otra. Eso posiblemente permita saber si se escribieron todos juntos en época posterior a la que figura en el cuaderno, o no".

Hay un ejemplo muy claro en Ecuador, donde apareció un cuaderno contra el ex presidente Rafael Correa. Una ex funcionaria, Pamela Martínez, captada como arrepentida, supuestamente tenía el cuaderno detrás de una chimenea. En el texto había frases como "hoy vino a mi despacho..", refiriéndose a una reunión de 2012. Lo que se comprobó es que se escribió en 2018. Y Martínez admitió finalmente que lo redactó el año pasado.

"Determinar la antigüedad será todo un desafío. Por de pronto se arranca hablando con las empresas proveedoras de los cuadernos, Gloria, Rivadavia, Convenor, América, para ver en cada caso cuándo se fabricó ese modelo, con ese papel. Eso da un piso, pero no un techo. Se puede comprar un cuaderno en 2005 y por ahí no se lo usó hasta 10 años después. Lo que está claro es que no puede haber un cuaderno de 2008, con escrituras sobre 2007. A la tinta se le hace un pericia química que no es sencilla. Se descomponen los elementos, pero hay que tener la suerte de que justo una anilina o un colorante se importaron en tal año. Ni en la tinta ni en el papel es fácil establecer la antigüedad si no es por incongruencias con la fecha de la fabricación".

La pericia de los cuadernos no será inmediata. Lo pedirán las partes como instrucción preliminar del juicio oral, pero hasta el momento no hubo todavía convocatoria de los jueces para que los abogados propongan pruebas. Es uno de esos juicios descomunales, con cien acusados.

Hay algo que parece seguro, más que seguro. La pericia no determinará que los cuadernos se rompieron en pedacitos y se quemaron --como declaró Centeno-- ni explicará cómo después se desrompieron y desquemaron. Eso entraría en el terreno del milagro o, mejor dicho, en el falso testimonio agravado del chofer.