“Es una figura que no es electa pero que, sin embargo, tiene muchas influencias e implicancias a la hora de estudiar la democracia. El poder de estas mujeres no puede ser ignorado porque tiene una influencia en la intimidad del líder político que no puede ser dejada de lado”, opina Carolina Barry, investigadora del Conicet, en la UNTREF, e integrante de la Red de Politólogas. Barry está por publicar un libro que aborda la temática con el título: “Se hace la Evita, las primeras damas en la argentina peronista”. Se trata de una investigación sobre esposas de gobernadores y otros referentes de la política de aquellos tiempos. Con ese bagaje encima, se planta y afirma que “para nada se trata de una función arcaica”. En diálogo con Página 12 contó perlitas de su investigación, y recuperó la trayectoria de algunas de las primeras damas que dejaron estela en la historia.
El rol de primera dama se retrotrae a tiempos remotos, dice Barry, aunque todavía no se llamaban así. Y recuerda en primer lugar a Aspasia de Mileto, mujer griega que vivió en el siglo V, y unida a Pericles, y que fue maestra de retórica y tuvo una gran influencia en la vida cultural y política de Atenas. Barry tira otros nombres, como el de Teodora, emperatriz bizantina y esposa de Justiniano I, que tuvo gran popularidad y poder, tal vez la más poderosa de ese imperio, convertida en santa por la Iglesia ortodoxa, al igual que su marido.
“En la Argentina, el antecedente más notorio se produjo en las primeras décadas del siglo XIX con Encarnación Ezcurra, la influyente esposa de Juan Manuel de Rosas. Un siglo más tarde, en Estados Unidos, Eleonor Roosevelt –esposa de Franklin Delano Roosevelt-- daba sus propios discursos, atendía causas sociales y hasta contaba con su propio programa de radio. Años después, Mao TseTung también sumó a ChiangChing, su esposa, a las funciones de gobierno. Carmen Llorca afirma que tanto Mao como Perón incorporaron decididamente a sus mujeres en las funciones de gobierno. Estos hombres veían en ellas el potencial humano que representaban y lo que podían significar políticamente”, dice Barry. Más recientes, Hilary Clinton y Michelle Obama, llegaron a la Casa Blanca con carreras propias –como en su momento CFK—y le imprimieron brillo propio a sus gestiones como primeras damas.
Barry aporta algunos datos de la historia argentina. Cuando asumió Raúl Alfonsín suprimió la denominación “Dignísima esposa” y “doña”y pidió que se llamara a María Lorenza Barreneche simplemente como “señora esposa”. CFK pidió ser llamada Primera Ciudadana.
--¿Le parece que ha quedado arcaica la figura en estos tiempos?
--Es una figura que no es electa pero que, sin embargo, tiene muchas influencias e implicancias a la hora de estudiar la democracia. El poder de estas mujeres no puede ser ignorado porque tiene una influencia en la intimidad del líder político que no puede ser dejada de lado, aun las que menos intención tengan de ser influyentes o de participar políticamente. No creo que sea una figura arcaica. Hay que pensar bien cuál puede ser su poder e influencia más allá de los parámetros legales que pueda tener. El único país en el que está definido institucionalmente el rol de primera dama es República Dominicana, desde el año 2000. En Francia se dio una discusión en torno al tema. El presidente Emmanuel Macron quiso darle un estatuto y generar una reflexión en su país, para que su esposa,Brigitte Marie-Claude Macron, pudiera dar su opinión dentro de un marco legal. Se redactó el estatuto de la primera dama pero no se llegó a aprobar. En Argentina se podría tomar el Código de Ética de la Función Pública, de 1995, que en artículo 43 habla de nepotismo o favoritismo y dice que el funcionario público no debe designar parientes ni amigos para que presten servicios en la repartición a su cargo, prescindiendo del requisito de idoneidad. Pero no se trata de un marco legal específico.
--¿Alguna vez se le quiso dar un marco legal específico en Argentina?
--En 1946, de la mano del diputado Ernesto Sanmartino, de la UCR. Sanmartino es aquel que definió al peronismo como un “aluvión zoológico”. A poco de asumir Perón, ya viendo como perfilaba el rol de Eva Perón, un rol absolutamente incipiente en 1946, no es la Eva Perón que conocemos en el ´49 o ´50 presentó un proyecto por el cual las esposas de los funcionarios púbicos, políticos y militares, no podían disfrutar de honores ni ninguna clase de prerrogativas de las que gozaban sus maridos ni podían asumir su representación en actos públicos. Pero no prosperó. Las primeras damas no reciben ningún sueldo pero una parte del presupuesto de manera indirecta está destinado a sus funciones ya sean protocolares, desde la ropa, hasta los regalos que van a realizar, las giras, las entrevistas. Si bien no tienen un rol específico, la sociedad les exige uno y está atenta a sus opiniones aunque no sean política. Algún comentario o pequeño discurso o palabras de ellas son tomados como una reflexión política. Pero depende de la personalidad de ellas, el rol que van a ir adquiriendo.
--¿De qué se trata su libro?
--Más allá de que las mujeres puedan tener un proyecto político propio, al momento en que sus maridos ejercen un cargo político importante ellas también redefinen su rol político y esto es lo que yo estudio en el libro que estoy por sacar, que tiene que ver con las primeras damas durante el primer peronismo. Son mujeres que de alguna manera, copiando el rol de Eva Perón, que estaba también en definición –su rol se fue dando con el tiempo—también fueron redefiniendo sus roles. Tenemos el caso de distintas esposas de gobernadores de provincias que tuvieron roles similares, que quedaron circunscripto a la acción social y partidaria, generado líneas internas dentro del peronismo que apoyasen a sus marido, pero organizando a las mujeres, en un momento en que las mujeres todavía no habían votado.