La semana pasada Paramount Channel estrenó Yellowstone (martes a las 22), serie que sigue la línea de western moderno para la pantalla chica. A diferencia de otros exponentes del género (Longmire, Justified), no está centrada en un sheriff sino en otra figura prototípica del oeste: el ranchero. “Si viniese la persona más rica del mundo a comprarme este terreno, él sabría lo que vale”, dictamina John Dutton. Su personaje es de esos perros mal llevados que sabe ganarse enemigos de peso. Quien se carga al propietario del latifundio más grande de los Estados Unidos es Kevin Costner. “Es el patriarca de esta familia de Montana. Un tipo atrapado en el pasado pero que a su vez tiene la mentalidad de un CEO. Es una lucha, pues hace lo mismo que siempre pero debe lidiar con fuerzas que no puede controlar ni mantener a raya como hicieron sus predecesores”, dijo el actor y director.
La batalla de los Dutton es a varias puntas. Por un lado, aparecen tensiones con una tribu indígena, el gobierno federal también lo pone en la mira y hay algunas empresas que buscan hacer negocios urbanos en su terreno. En este conflicto entran también sus tres hijos. Está el abogado con aspiraciones políticas (Wes Bentley), la financista adicta (Kelly Reilly) y el rebelde que cría caballos y vive en una reserva aborigen (Luke Grimes). Yellowstone juega sus cartas narrativas con solvencia. Aquí la violencia es regla, la familia no sabe de cariños y la corrupción es la mejor forma de hacer dinero. En principio iba a ser una miniserie pero ya fue confirmada una tercera temporada.