Un médico ecografista del Hospital General de Agudos “P. Piñero” fue separado de sus tareas hasta tanto se esclarezcan varias denuncias por violencia sexual en su contra, por parte de mujeres a las que les hizo ecografías vaginales y transvaginales. Según el relato de las víctimas, el profesional aprovechaba la situación de indefensión que coloca a las mujeres en ese tipo de estudios y les tocaba la vulva, excediendo cualquier protocolo de actuación para estos casos. El Hospital inició un sumario reservado.
La semana pasada, el director médico del Hospital, Daniel Rivero, informó a la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires que a partir de las presentaciones hechas por personal del hospital en relación al doctor J.C.I. se inició un sumario reservado y preventivamente se lo apartó de la realización de ese tipo de estudios hasta que se expida la Procuración de la Ciudad. Las denuncias llegaron al área de Género de la Defensoría hace un par de meses por consultas de varios Cesacs que dependen del hospital.
El 29 de julio trabajadores y trabajadoras del hospital presentaron una nota al Jefe de Área Programática, Dr. Edgardo Knopoff, en la que expresaron “preocupación ante las situaciones de abuso y violencia sexual” que habrían sido perpetradas por este profesional médico “a usuarias asistidas en los centros de salud y derivadas al Servicio de Diagnóstico por Imágenes para la realización de ecografías gineco-obstétricas”. Relataron allí que la primera situación de la cual tomaron conocimiento ocurrió en febrero de este año, cuando “una mujer atendida en el Cesac 43 relató un conjunto de acciones que no corresponderían a la práctica de este estudio, enmarcadas en una situación de abuso sexual”. Además, en junio, desde el Cesac 40 y desde el Cesac 24, se tomó contacto con otras dos mujeres que relataron situaciones similares de abuso sexual durante la atención médica recibida en el hospital en el mismo día de la semana (jueves) y por el mismo profesional. Destacaron además que “las prácticas de abuso relatadas cobran mayor gravedad teniendo en cuenta la posición de poder–autoridad que ocupa un profesional de la salud ante una paciente; que es utilizada en este caso para ejercer violencia hacia sus pacientes; incumpliendo las normas éticas que rigen la profesión médica”.
Los y las trabajadoras también se comunicaron con la Defensoría del Pueblo de la ciudad para pedir su intervención. Desde el área de Género de ese organismo se enviaron oficios al hospital pidiendo explicaciones al respecto y se entrevistó a un par de mujeres víctimas. Una de ellas relató que vive en provincia de Buenos Aires pero que atiende sus cuestiones de salud en general en el Cesac 43 y que en marzo tuvo que hacerse una ecografía ginecológica transvaginal en el Hospital Piñero, del cual depende el centro de salud 43. Contó además que, una vez en el box, la sorprendió que el médico le pidiera que se sacara la ropa de la cintura para abajo. Ella ya se había realizado ecografías de este tipo y siempre le dijeron que solo sacara una pierna del pantalón. Después el médico le pidió que se acostara en la camilla y no le dio ningún tipo de elemento para cubrir la camilla ni a ella, lo cual ya la hizo sentirse muy incómoda. Luego, según el relato de la mujer, el médico se puso guantes, le dijo que iba a poner gel en sus dedos y le explicó que era “para lubricar”. Entonces, le introdujo los dedos en su vagina varias veces y le pasó gel con su mano por fuera de la vagina, por parte de la vulva, tocándole incluso su clítoris. La mujer se quedó paralizada y muy nerviosa porque en ningún otro estudio de este tipo le habían hecho algo así. Luego el médico puso un preservativo en el aparato y le realizó la ecografía. Cuando terminó él se fue sin darle nada para limpiarse y ella se sintió muy avergonzada, “como ultrajada” y solo pensaba en irse de allí.
Los abusos sexuales en los consultorios médicos son una forma de violencia poco visible contra las mujeres. Es muy difícil que las víctimas se animen a denunciar situaciones que las tomaron por sorpresa y por las que suelen sentirse avergonzadas y pueden hasta dudar de sus propias percepciones. En ese sentido, María Elena Naddeo, a cargo del Programa de Atención de Niñez, Adolescencia y Género de la Defensoría del Pueblo de la ciudad, dijo que en el área reciben numerosas consultas de adolescentes y mujeres de distintas edades sobre situaciones de abuso y acosos, violencia psicológica o sexual. “Constatamos que existe un temor profundo en realizar las denuncias, especialmente si los acosadores son profesionales o funcionarios con cierto grado de poder en el interior de las instituciones, sean educativas, de salud o empresas particulares. Es preciso comunicar a quienes sufren estos padecimientos que contamos en las áreas de derechos humanos y derechos de las mujeres con equipos especializados que pueden acompañar el tránsito de la denuncia, preparando correctamente el camino, brindando contención social, jurídica y psicológica para afrontar el proceso”, apuntó. Por otro lado, dijo que “para erradicar las violencias, además de trabajar por la prevención y la formación igualitaria de varones y mujeres, también necesitamos que las víctimas se empoderen, que sientan que pueden hablar, denunciar a quienes las agreden, sin temer represalias posteriores; sentir que no están solas para compartir la lucha contra tanta impunidad”.