Una junta médica opinó que la mujer que hace un año degolló a su hija de 9 años en el barrio porteño de Flores, no comprendió la criminalidad de sus actos ni dirigió sus acciones, pero la fiscal y el juez de la causa realizaban aún una batería de medidas para ampliar la investigación y definir si es o no inimputable, informaron fuentes judiciales. Angélica Soledad Gómez (49) está acusada del "homicidio calificado por el vínculo" de su hija Sol Victoria Martínez Gómez (9), a quien atacó con un cuchillo el 10 de octubre del año pasado entre dos autos estacionados en la calle Terrada al 200.
"Puede considerarse como probable que la actora, al momento del hecho, no tuvo capacidad de comprender ni dirigir el hecho imputado", señaló en su informe la junta de peritos del Cuerpo Médico Forense (CMF). En otro punto, afirmaron que Gómez "presenta indicadores clínicos de riesgo cierto e inminente sobre todo para sí misma", por lo que recomiendan "continuar con tratamiento psiquiátrico y psicológico, modalidad internación a puertas cerradas".
Desde que está detenida, Gómez fue remitida para su tratamiento al área del Programa Interministerial de Salud Mental Argentina (Prisma) que funciona en Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza. Pese a las conclusiones del CMF, tanto la fiscal de la causa, Silvana Russi, como el titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional 20, Hugo Decaria, ordenaron una serie de medidas orientadas a recabar mayor información sobre los antecedentes psiquiátricos de la imputada, los problemas familiares que hubo por ellos y documentación y testimoniales que expliquen por qué Gómez no estaba internada y si alguien falló en su debido cuidado.
Entre las nuevas medidas ordenadas por el juez y la fiscal, se ampliaron testimoniales a familiares y vecinos de la imputada, a los policías que la detuvieron y a todos los médicos, psicólogos y psiquiatras que la trataron.
Uno de ellos, el médico que la revisó en la comisaría el día de su detención, contó que la vio ubicada en tiempo y espacio y consciente de por qué estaba arrestada, ya que repetía las frases "soy una hija de puta", "¡qué hice!" y, según el profesional, "se agarraba la cabeza" y volvía a autoinsultarse.
Al Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes porteño y a la Escuela Número 4 Presidente Arturo Illia, donde asistían los hijos de la acusada, se les pidió los legajos y actuaciones correspondientes al grupo familiar.
Ello tiene relación con una serie de denuncias que se hicieron desde la escuela ante la posibilidad de que los niños pudieran sufrir algún tipo de maltrato y la acusada, violencia de género por parte de su marido, A.M.
Desde el Fuero Penal, Contravencional y de Faltas porteño, remitieron dos causas que tenían a Gómez imputada por dos incendios, uno generado en su departamento, en Granaderos 56, y otro ocasionado en el colegio de sus hijos.
El juez y la fiscal le pusieron especial atención a la internación fallida de Gómez en el hospital psiquiátrico Alvear del 3 de octubre de 2018, una semana antes del crimen.
Russi pidió que se evalúe si fue correcta la actitud asumida por los médicos que sustituyeron la internación indicada con el tratamiento ambulatorio, y si existió un "adecuado control" por parte del marido por el compromiso que había asumido.
Con los nuevos elementos que surjan, Decaria y Russi solicitaron que la junta médica realice un nuevo informe para ver si "confirman, modifican y/o amplían las consideraciones y conclusiones plasmadas". El filicidio ocurrió a las 20.30 del 10 de octubre de 2018 en la calle Terrada al 200, a dos cuadras de la estación Flores.
La secuencia fue captada por cámaras de seguridad donde se vio que Gómez llegó con su hija de la mano, se metió entre dos autos y más tarde salió sin la nena.
Luego, la mujer arrimó a empujones los autos estacionados para evitar que se vea el cuerpo de su hija e incluso cubrió el cadáver con un cartón.
La autopsia confirmó que la niña murió degollada con un cuchillo que la propia acusada descartó en el jardín de una casa de Condarco y Yerbal, esquina donde fue detenida, deambulando, por efectivos de la Policía de la Ciudad.
Madre e hija vivían a ocho cuadras del sitio del homicidio y, según contó el marido de la acusada y padre de la víctima, pese a los problemas psiquiátricos de su mujer, esa noche no sospechó nada porque habían salido a "comprar alfajores" a la panadería.