Sinceramente. La Basílica de Guadalupe es una muestra de la monumentalidad mexicana con capacidad para miles de personas en enmarcada dentro de un conjunto religioso que comprende otras iglesias y edificios. Hasta allí fue de visita ayer temprano Alberto Fernández junto a su pareja Fabiola Yáñez, Felipe Solá, Miguel Cuberos y Juan Pablo Biondi donde fueron recibidos por los sacerdotes Juan Raymundo Maya Paz y Salvador Martínez Avila, quienes les hicieron de guías. En el libro de visitas, Fernández encomendó a la virgen "el destino de nuestra querida Patria Argentina y de todos los pueblos de Latinoamérica". Antes de la firma puso "sinceramente", algo que ocasionó comentarios en la comitiva. "Siempre firmo así, desde mucho antes del libro de Cristina", explicó el presidente electo.

Muertos. El sábado a la noche, luego de visitar la casa museo de Frida Kahlo, la comitiva que acompañaba a Alberto Fernández quiso caminar por las calles del barrio de Coyoacán para vivir la experiencia de la celebración del Día de Muertos. Quedaron impactados por la dedicación en algunos trajes y disfraces de la gente, mayoritariamente de condición humilde, que durante el día habían participado del desfile en el Paseo de la Reforma y ahora se agolpaban en los puntos neurálgicos de cada barriada. Sacaron muchas fotos de recuerdo. Pero en el apretujamiento de la multitud Miguel Cuberos luego se dio cuenta que alguien se había quedado también con un recuerdo suyo: el cargado portátil del celular que ayer debió salir a reponer.

Drexler. Nuevamente un viaje de Alberto Fernández coincidió con una gira del músico uruguayo Jorge Drexler, por quien tiene gran admiración y ahora ya una relación de amigos. En Madrid se quedaron tocando hasta la madrugada en la casona del embajador uruguayo. Anoche repetían en el hotel Camino Real, donde se aloja Alberto Fernández. Drexler tiene previstos esta semana dos conciertos en el teatro Metropolitan del DF y luego seguirá su gira por otras ciudades de México. 

Golpe. Cerca de cumplir un año de gestión, Andrés Manuel López Obrador todavía no puede dar muestras de mejoras económicas, aunque sí hay muchos cambios de estilo de conducción para un México acostumbrado al predominio de las elites. Pero ahora surgió un nuevo problema a partir de la liberación de Ovidio Guzmán, el hijo del Chapo, luego de un fallido operativo en Culiacán. De repente aparecieron versiones de descontento en las Fuerzas Armadas, que se agregaba a un supuesto malestar por la "polarización" que plantea AMLO, algo conocido para los oídos argentinos. "En México no existe la posibilidad de un golpe de Estado porque el gobierno tiene el respaldo de la mayoría de la población", salió a declarar el presidente en las redes sociales.