Un caos vehicular que propició la muerte de un hombre de 35 años, autos de contramano, estacionamientos truchos, calles valladas, personas que tuvieron que mostrar el DNI a los agentes de tránsito para regresar a sus viviendas, vibraciones durante los recitales, y autoservicios que no pudieron vender alcohol desde las seis de la tarde ni para una cena familiar, fueron algunos de los problemas que relevaron los Vecinos Autoconvocados de Villa Crespo tras la inauguración, este fin de semana, del Megaestadio Movistar Arena. Los vecinos, que intentaron frenar la construcción del estadio y que realizaron una larga campaña denunciando el impacto ambiental que provocaría en el barrio el emprendimiento del diario La Nación, sostuvieron que "se confirmó todo lo que decíamos que iba a pasar". "También advertimos que muchos vecinos se iban a dar cuenta de la situación cuando empezara a funcionar, y eso está pasando", remarcó Ingrid, integrante de autoconvocados.
El viernes, sábado y domingo pasado tuvieron lugar los primeros shows de la temporada 2019 en el megaestadio, que ya tiene pautados otros 16 recitales más hasta fin de año. Con una capacidad máxima de 15 mil personas, se estima que tendrá, en promedio, unos 120 shows anuales durante el plazo de la concesión, que es de 40 años.
En los tres días, los vecinos y comerciantes del barrio vieron alteradas sus rutinas cotidianas. Desde las cuatro de la tarde, con la zona vallada, la entrada y salida de las viviendas se complicó, al punto de que hubo personas que no pudieron regresar con su auto a su casa hasta pasada la medianoche porque no podían demostrarle a la policía que su domicilio estaba ahí, pasando la valla, porque la dirección no figuraba en el DNI.
La entrega de mercadería en los negocios también se complicó por la misma razón, y a los almaceneros y autoservicios se les prohibió vender alcohol desde las 18 hasta las 22. Los estacionamientos colapsaron, y los GPS mostraron demoras de 15 minutos para recorrer un tramo que normalmente llevaría 20 segundos. También contaron los vecinos que el domingo, mientras se realizaba el recital, hubo cortes de luz en varias casas de la zona.
Los autoconvocados, que no quedaron conformes con la evaluación de impacto ambiental ni el visto bueno que dio la justicia porteña, que habilitó el estadio tras declarar abstracta la cautelar que presentó al Fundación Ciudad, ya venían alertando sobre las consecuencias ambientales y sociales que traería para el barrio la apertura del centro de entretenimiento.
"Lamentablemente tenemos que confirmar todo lo que decíamos. El barrio se conmocionó totalmente por el caos vehicular y la dificultad de los vecinos para acceder a las casas porque cortaron Murillo, Padilla, Camargo, Darwin y Humboldt desde muy temprano", contó Ingrid a Página/12. "Había que mostrar el documento para que la policía te dejara pasar, se llenó de vendedores ambulantes, había cola de personas por todas partes. Y si querías invitar a alguien a tu casa, además de la complicación, ni siquiera podías comprar una bebida alcohólica. A eso hay que sumarle irregularidades como que la policía permitía el acceso de contramano a un estacionamiento trucho".
Según explicó la integrante de vecinos autoconvocados, los uniformados permitían que los conductores entraran de contramano por la calle Humboldt para acceder "a una estructura de hormigón de varios pisos, sin paredes y abandonada desde hace años, que habilitaron como estacionamiento. Porque el estadio no tiene la cantidad de espacios para estacionar que debería tener".
También alertaron que el sonido puede terminar siendo un problema. "El estadio no es absolutamente insonorizado, se sentían los bajos, y las vibraciones, que no pasan desapercibidas", dijo a este diario Gustavo Perrone, otro integrante de la organización. Perrone señaló, además, que el estadio ya comenzó a reconfigurar el barrio y meter presión tanto a quienes alquilan viviendas como a los comerciantes que no son propietarios de sus comercios.
De acuerdo a los vecinos, hay comerciantes de la zona a los que ya les avisaron que no les van a renovar los contratos porque los propietarios quieren los locales para montar bares o boliches. Y hay inquilinos a los que se busca desalojar o no renovar el alquiler para reconvertir las viviendas en comercios.
Entre todos los eventos que se registraron durante los tres días, el más significativo, por trágico, fue la muerte del hombre que fue arrollado por un colectivo de la línea 166 cuando intentó cruzar por Juan B. Justo en dirección a Thames esquivando una larga fila de autos detenidos, por el corte de la calle Camargo. "Con la tragedia del viernes todo lo demás quedó opacado, nunca imaginamos que podía haber un muerto", dijo Perrone, y aclaró que "no decimos que el estadio tiene la culpa, pero el caos lo posibilitó".
A pesar de que los Autoconvocados de Villa Crespo contra el Megaestadio hace meses que se vienen manifestando por distintas vías, y de que presentaron un proyecto en la Legislatura para que el estadio sólo sea utilizado para eventos deportivos, muchos vecinos aún desconocían la situación. Para Perrone, "muchos de esos vecinos empezaron a darse cuenta de lo que implica para el barrio, y que, de una u otra forma, van a ser afectados. Y la novedad es que este sábado se sumó a la protesta otro grupo con los que no teníamos contacto y con los que vamos a trabajar".