La abeja reina en IG
Dirán los acérrimos fanáticos de Beyoncé que Queen B hay una sola, pero ya no es así. Hay otra -una que zumba en vez de cantar, tiene dos alas, seis patas peludas y un precioso tórax amarillo y negro- que se ha proclamado reina de la web. O más bien, “primer insecto influencer”, conforme detalla su encantadora cuenta IG. Donde -manipulación digital mediante- se ve a la abejita B, de origen francés, pasándosela pipa en su día a día: ya sea jugando al básquet, andando en bote, pintando en Montmartre, vistiendo sus mejores pilchas de paseo por París, tomando sol mientras bebe un cóctel, columpiándose entre girasoles, practicando yoga o escuchando vinilos de sus favoritos; Beethoven y Bee Gees, sobra decir… “Solo tengo un defecto: ¡no sé nadar!”, se jacta la bichita con más y más seguidores (ya amasa un fandom de 150 mil), creada por la red filantrópica Fondation de France el pasado junio con bienhechor fin: generar conciencia y juntar unos morlacos “para financiar acciones fundamentales y urgentes para la protección de las abejas”. “En Francia, más del 30 por ciento de las colonias de abejas desaparecen cada año”, se lee en el sitio de Bee Fund, fondo donde reciben donaciones, y además: “Proteger a la abeja también es proteger al ser humano”. Y es que, como se han cansado de repetir especialistas en tema, “tres de cada cuatro especies de las que usamos para alimentarnos dependen, al menos en parte, de que insectos o animales trasladen el polen para la fertilización. Y las abejas son las reinas”. Empero, debido al cambio climático, la agricultura intensiva y los plaguicidas, esta especie está en franco peligro de extinción. Lo cual implicaría un peligro real para los terrícolas, visto y considerando que “al menos un tercio de cada cucharada que se llevan a la boca depende de la polinización”. Ergo @bee_nfluencer, la coqueta y currante reinita que, sin abonar a la solemnidad, pasa mensaje vital entre selfies, mientras se propone modelo para campañas que le permitan sumar billetitos a su causa justa.
Primeros planos de la muerte
Es por lo menos llamativo que su proyecto en línea no haya sido borrado de un plumazo por los patroncitos de Instagram, siempre a tope para aplicar el botón censor a imágenes que transgreden los límites de la plataforma. Arbitrarios límites que, al parecer, no son excedidos por las muy explícitas, muy shockeantes fotografías de @NamelessDoes, cuenta de un muchacho canadiense de 19 años, vivita y coleando con su sinfín de muertos, actualizada con apabullante regularidad, prácticamente a diario. No por mórbido capricho, según Adrian Tsarevich, el mentado responsable: si publica fotos de cadáveres en IG, explica este joven estudiante de Quebec, es para ayudar a que se zanjen casos sin resolver de personas fallecidas que no han sido identificadas de los 80s a la actualidad, de las que también comparte otros datos; por caso, la edad aproximada, el año del fallecimiento, la descripción física, dónde encontraron el cuerpo las autoridades locales… De Norteamérica y Gran Bretaña, vale decir, cuyos RIP Joe Doe y Jane Doe (como llaman los anglos a los NN, del latín nomen nescio) acaban en @NamelessDoe, esperando Adrian que alguien les reconozca. De allí que Tsarevich y equipo (lo asisten un antropólogo inglés y un sepulturero estadounidense) adjunten otra info pertinente: el contacto de las autoridades correspondientes, amén de que los potenciales aportes de internautas se encaucen a quien corresponde y no se limiten al mero comment vía Instagram. “Es importante mantener la esperanza, especialmente cuando la policía seguramente ya haya abandonado el caso”, explica el joven dedicado en cuerpo y alma a tan peculiar cruzada, autodefinido “masoquista de la muerte”, al que le encantaría ser director de una funeraria el día de mañana porque “me gusta todo lo vinculado a la defunción: el luto, el dolor, el olor, la antropología, la historia, la ciencia. Por más irónico que suene, sin la muerte, me moriría”. ¿Dónde consigue los retratos? De sitios como NamUs, que conectan a la población con expertos forenses para resolver casos. Por lo demás, su misión persigue intención hermanada: “Cambiar la percepción de las personas sobre los cadáveres, porque el tabú que rodea a la muerte obstruye severamente la identificación de las víctimas”.
Los protagonistas de mañana, hoy
“El futuro está en estas fotos. Acá está el que será banquero, el que será ladrón, el que no llegará a cumplir los 21 años…”, dice el laureado artista y cineasta Steve McQueen (12 años de esclavitud) al hablar sobre Year 3, su más reciente proyecto, “un épico retrato del futuro londinense”. Titánico proyecto con el que ganador del premio Turner -y de un Oscar, vale mencionar- se propuso fotografiar a todos los chicuelos de 7 y 8 años de Londres, amén de capturar “la diversidad étnica y cultural” de la ciudad. Para tal fin, fueron invitados a participar todos los primarios de la capital brit (de colegios públicos, privados, con educación religiosa, con formación especial, etcétera), amén de que sus tercer grados fueran retratados. Y casi dos tercios aceptaron en un largo proceso -de año y medio- que involucró ¡cantidad! de formularios de consentimiento de los padres; acomodarse además al sitio que las escuelas dispusiesen para el gatillado (gimnasios, aulas, con fondos de pizarrones, redes de baloncesto, cuadros). El resultado, de escala magnánima: a razón de 76 mil niños retratados en más de 3 mil imágenes grupales de formato clásico -las típicas fotos de curso-. Imágenes que ya han invadido Londres, colgadas en carteles en vía pública, de gran magnitud; y que serán retiradas de las calles la semana próxima cuando se inaugure oficialmente, con todas las juveniles pompas, Year 3 en el lustroso Tate Britain. Sobre la muestra -que seguirá en cartel hasta mayo del año que viene-, ofrece McQueen, cuyos padres nacieron en las Antillas, descendientes de la diáspora obligada de africanos: “Me encanta que haya cierta similitud en las fotos. Todas están dispuestas, orquestadas de la misma manera. Hay uniformidad, pero también hay individualismo. Cada niño es una persona distinta. Están tratando de moldearlos, pero permanece esa chispa, ese cuestionamiento en sus miradas”. ¿Por qué eligió tercer grado? Porque a esa edad los chicos empiezan a navegar las estructuras que dan forma a su mundo: “Es un limbo. Por primera vez se les presentan conceptos como raza, clase y género ¿Que cómo lidian con eso? No sabría decirte. Pero cuando esas ideas entran en tu psique, pueden cambiar tu forma de pensar para siempre”.