Luego de varios días de silencio, el presidente de Chile Sebastián Piñera aseguró que no descarta una reforma a la Constitución, pero desestimó cualquier posibilidad de renunciar a su cargo. Tras graves denuncias por la actuación de las fuerzas de seguridad, Piñera defendió la decisión de decretar el ´estado de emergencia´ y enviar a los militares a las calles. Dijo que tiene planificado anunciar una "agenda social" para dentro de cuatro días. La oposición sigue exigiendo una reforma constitucional y que el gobierno llame a un plebiscito para que decida la ciudadanía. El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) informó que en los últimos 19 días presentaron el 45 por ciento del total de las querellas presentadas en sus nueve años de historia. Por redes sociales se convocó a la "marcha de los paraguas negros" en la Plaza Italia, centro de las protestas en Santiago de Chile.

En su primera entrevista desde el inicio de las masivas movilizaciones que continúan en todo el territorio chileno, Piñera negó la posibilidad de renunciar. "Voy a llegar al fin de mi gobierno. Fui elegido democráticamente por una enorme mayoría de chilenos y tengo un deber y compromiso con quienes me eligieron y con todos los chilenos", dijo en diálogo con la BBC de Londres. Con respecto a la posiblidad de realizar cambios en la Consitución, Piñera se mostró abierto. "Estamos dispuestos a conversarlo todo, incluyendo una reforma a la Constitución", dijo el presidente chileno que llegó al poder en 2017. También recalcó que la instancia para discutir las reformas constitucionales es el Congreso.

Aprobada en 1980 en un cuestionado plebiscito, la Constitución fue un traje a medida para que el régimen de Pinochet y los sectores conservadores pudieran mantener su poder, incluso más allá del fin de la dictadura. Su ideólogo Jaime Guzmán, asesinado por un comando de izquierda en 1991, instauró quórum altísimos para cualquier modificación de fondo de la carta magna. Otro de sus componentes antidemocráticos  es la presencia de senadores designados a dedo, y la imposibilidad de remover a los jefes de las fuerzas armadas, un aspecto que recién en 2005 fue sacado tras un gran acuerdo político.

Piñera también se refirió a las denuncias sobre violación a los derechos humanos durante las jornadas de represión. "Si eso sucedió, puedo garantizar que será investigado y procesado por nuestro sistema tradicional. No habrá impunidad. Ni con las personas que prendieron fuego a los supermercados y a la mayoría de nuestras estaciones de metro, ni con aquellas que eventualmente cometieron un exceso de uso de la fuerza", prometió el presidente chileno. Consultado sobre los altos niveles de desigualdad en el país, Piñera relativizó los datos. "Chile está en promedio en términos de desigualdad en América Latina. Por supuesto, sigue siendo un país muy desigual y es por eso que estamos luchando para vencer la pobreza y reducir la desigualdad, pero no es el país más desigual de América Latina", aseguró.

Si bien hace algunos días Piñera anunció una serie de medidas, como la renuncia de ocho de sus ministros, estas no lograron calmar el descontento social. Por eso anunció una nueva “agenda social” para dentro de cuatro días a la que piensa “llenar de recursos”. "Después de restaurar el orden público y poner en marcha la agenda social, no termina el debate y vendrá una segunda etapa en que estamos dispuestos a conversarlo todo", puntualizó el jefe de Estado.

Desde la oposición, la Diputada del Partido Comunista (PC) Camila Vallejos, manifestó la necesidad de llamar a un plebiscito para que se decida si habrá o no una reforma constitucional y el modo en que debe darse. “Presentamos un proyecto de ley para que el 15 de diciembre se llame a un plebiscito donde la gente pueda decidir si quiere o no una nueva constitución. Y si quiere, bajo qué mecanismo. Nosotros apoyamos la propuesta de una Asamblea Constituyente porque es la más democrática”, dijo la diputada de PC.

Durante la jornada del martes, miles de manifestantes se reunieron en Plaza Italia en lo que se llamó la "marcha de los paraguas negros". Con esta convocatoria buscaron homenajear a los 23 muertos que ya se cuenta en las históricas movilizaciones. Los estudiantes tomaron otra vez la iniciativa, llegando desde zonas remotas de Santiago al grito de "Fuera Piñera", un canto que ya es hit durante las jornadas de protesta. La policía y carabineros reprimieron en varios puntos de la ciudad. Los gases lacrimógenos volaron por los aires para dar con la multitud que los pateaba o corría hasta ponerse en resguardo.

Continúa aumentando el número de denuncias por violaciones a los derechos humanos, según informó el director del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), Sergio Micco. "Estamos frente a una situación de enorme gravedad", sostuvo Micco, haciendo referencia a que de las 166 querellas presentadas contra las fuerzas de seguridad, 142 son por torturas. Las cifras del INDH indican que hasta el momento más de 1.600 personas resultaron heridas por acción de las fuerzas policiales, aunque la Cruz Roja señaló que el número de heridos podría estar en torno a los 3.000.