El circo, en sus orígenes rioplatenses, era un espectáculo nómada que contaba historias a través de recursos actorales y destrezas técnicas, recorriendo pueblo tras pueblo como forma de vida. Algo de ese espíritu artístico lúdico es lo que intentarán recuperar desde este sábado en el Festival Internacional de Circo Independiente, que en su quinta edición acerca a Buenos Aires propuestas de Francia, España, Canadá, Uruguay, Brasil y Chile, además de las nacionales. “Tratamos de abarcar todas las formas de hacer circo sin dejar a ninguna afuera”, cuenta a Página/12 Leticia Vetrano, clown y curadora del festival. La apuesta es grande: más espectáculos, más talleres y actividades, más sedes y más contactos para consolidar y difundir la actividad circense en el continente: "Intentamos que el festival sea un espacio de programación, difusión y formación. Nuestro sueño es lograr una plataforma latinoamericana", apuesta Vetrano.
La organización vuelve a estar en manos del Galpón de Guevara (Guevara 326, sede de la mayoría de los shows) y el Proyecto Migra (una cooperativa de trabajo cultural con artistas y docentes de diversas disciplinas), convirtiéndose en una referencia del género sobre todo a partir de la paralización del Buenos Aires Polo Circo. Este año se suman el Teatro El Mandril y el Centro Cultural Recoleta, que además serán sede de algunas obras y talleres, lo que da cuenta de su consolidación como referente en el género. "El circo ocupa un lugar muy chico en la cartelera y estamos intentando cambiar eso. Hay espacios, empieza a haber más espectáculos, y nos damos cuenta por las convocatorias del festival y el material que nos llega", analiza Vetrano, que pasó trece años entre España y Bélgica formándose, formando y trabajando en las artes circenses. “Siempre soñé con viajar con un circo”, confiesa entre risas.
El circo criollo es considerado el primer espectáculo que se basaba en la identidad rioplatense hace más de dos siglos; los hermanos Podestá fueron referentes del género a fines del siglo XIX y las varietés y carpas poblaron las rutas en el siglo pasado. Vetrano asegura que algo de esa tradición nómade puede verse en el festival, ya que "recupera el espíritu viajero, base de la cultura circense. Te encontrás con otros artistas y esos vínculos nos ayudan a armar la programación cada año", destaca, y explica las diferencias entre los espectáculos latinoamericanos y los del Viejo Continente: "Acá el espectáculo de circo contemporáneo es más teatral que performático, y Europa ahora está en un momento mucho más performático del circo. Es más desde lo tecnológico y nosotros somos más viscerales. Nuestra composición circense pasa más por el teatro y por crear un personaje que hace circo", detalla.
Esas diferentes propuestas se pondrán en escena con espectáculos que atraviesan acrobacias, humor, performances físicas y tecnológicas, danza, música, plástica y el uso de objetos. ¿Se puede definir de una manera lo que es el circo contemporáneo? “Las nuevas formas circenses no ponen solamente en valor la proeza técnica, como el salto mortal, sino que resalta toda la puesta en escena que se hace porque se una a otras artes, y hay una elección estética, una dramaturgia”, arriesga Vetrano, y dice que no es un número con trucos uno atrás del otro. “Lo que intenta este nuevo tipo de circo es generar un nuevo lenguaje, una dramaturgia más allá de lo que entrena el artista de circo en su técnica”, amplía. “Queremos nutrir el ambiente. Nos gusta que haya espectáculos que muestren todas las posibilidades de hacer circo”, resalta.
En esta edición (en la que consiguieron apoyo del Fondo Metropolitano de la Cultura, las Artes y las Ciencias, El Instituto Francés y Loco Brusca) además habrá una programación especial de espectáculos callejeros a la gorra en la puerta del teatro el día del cierre; una “Gala experimental” en la que una directora trabajará durante una semana con espectáculos existentes para crear uno nuevo; y una serie de charlas y seminarios de formación sobre el arte circense y un conversatorio sobre circo y género. "El otro gran objetivo es aportar información a este círculo de artistas profesionales, desde la programación hasta los talleres, que no son talleres de técnica de circo sino que tienen que ver con la creación, con la experimentación, con el teatro, con el movimiento, con la musicalidad”, concluye Vetrano.
Obsesión por el malabarismo
Lucas Castelo Branco nació en Brasil, donde se formó en la Circus School Crescer e Viver y luego se fue a vivir a Francia para sumarse al Centre des Arts du Cirque Le Lido en 2013. Y con la Compagnie Los Putos Makinas se presenta en el FICI. “La compañía LPM es el encuentro de cuatro individuos unidos por una sola obsesión: el malabarismo”, cuenta a Página/12 a horas de llegar a la Argentina para presentar Piti Peta Hoffen Show (12 y 15/11 a las 21 en El Galpón de Guevara), al que define como “una mezcla” de tres estilos artísticos y “caracterizado por el juego teatral, la improvisación y la obsesión por los objetos. Un estilo propio de escritura y dramaturgia donde la noción de improvisación y representación se combinan en caos creativo”, propone para su primera visita a la Argentina, donde afirma que espera conocer al público argentino, compartir experiencias con otros artistas y “por supuesto, ¡tomar mate y comer asado!”, ríe.
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