La liberación de Lula -pero también la fortaleza y la capacidad política que el ex presidente de Brasil demostró durante los 580 días en prisión- constituyen un hecho político de enorme importancia, no solo para Brasil sino para toda la región, en particular para quienes continúan luchando por las libertades, la justicia y la democracia. Porque como bien lo dijo el propio dirigente en una de sus primeras frases al abandonar la prisión de Curitiba, "no encarcelaron un hombre, intentaron matar una idea". Y con la misma convicción ratificó de diversas formar que está dispuesto a continuar la lucha que lo llevó a ser sino el más importante, uno de los más significativos líderes políticos de esta parte del mundo.
Lula simboliza, por su historia, por su trayectoria, por sus definiciones, por las luchas que encarnó y sigue protagonizando, el modelo de un dirigente popular preocupado por su pueblo, por sus angustias y necesidades, pero con disposición y apertura a pensar el conjunto de la sociedad, atender las necesidades de todos y de todas. El pilar de su personalidad tiene que ver con la coherencia que conduce sus actos, muy por encima de las acusaciones y de los supuestos actos de corrupción que, contra toda justicia, se le imputan.
Desde la cárcel Lula alentó a sus compañeros y compañeras, y fue esta tarea la que le permitió alimentar su propia esperanza, cargar de sentido su lucha solitaria entre las rejas.
Por eso, para los brasileños y las brasileñas, pero mucho más allá de las fronteras de su país, en América Latina y en el mundo, Luiz Inacio Lula da Silva, se ha transformado en un símbolo de lucha por la libertad, contra todos los poderes fácticos. Lula vence por tenacidad, por coherencia, por persistencia, por militancia.
Sus primeras palabras al encontrarse con los militantes, con los amigos y amigas, compañeros, dejaron totalmente de lado la queja y las lamentaciones. Todos fueron agradecimientos a quienes "hicieron el aguante". Como bien lo dijo: a quienes desde afuera de la prisión se encargaron de decir en cada jornada: "buen día Lula", "buenas tardes Lula", "buenas noches Lula" alimentando desde allí y con su presencia los motivos para recobrar la libertad.
Y de inmediato retomó la lucha. Para señalar que "vamos a demostrar que este país puede ser mejor". Ni una pausa, ni una concesión a si mismo, ni un permiso para bajar los brazos porque "la lucha continúa".
En todos los sentidos Lula es una ejemplo de dirigente político, de líder popular, de defensor de los derechos de los pueblos y de los trabajadores.
Con Lula libre comienza otra etapa en Brasil, pero también para América Latina porque su voz y su presencia tienen una enorme trascendencia e importancia. La significación política de Lula trasciende fronteras para convocar en un grito de libertad a mujeres y hombres de todo el mundo amantes de la justicia sin importar nacionalidades o banderías.