Desde La Paz
Bolivia ha ingresado a momentos de desenlace. La posibilidad de lograr un acuerdo ha quedado sepultada luego de que la derecha desconociera el llamado hecho por el presidente Evo Morales
a constituir un nuevo Tribunal Supremo Electoral y convocar a nuevas elecciones generales.
La respuesta encabezada por Fernando Camacho, principal dirigente de la escalada golpista, no dejó lugar a dudas: exigió que renuncien Evo Morales, los senadores, diputados, miembros del Tribunal de Justicia, el Tribunal Electoral, crear una junta de Gobierno transitorio y llamar a elecciones en un plazo de 60 días.
A su lado estaba el dirigente del Comité Cívico de Potosí, Antonio Pumari, quien le pidió al Ejército “que salgan de una vez por todas, y si no tienen la capacidad de hacerlo, que nos den las armas a nosotros”. La respuesta de las Fuerzas Armadas fue pedir públicamente la renuncia de Evo Morales para "pacificar Bolivia".
“Luego de analizar la situación conflictiva interna, sugerimos al presidente del Estado que renuncie a su mandato permitiendo la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad por el bien de nuestra Bolivia”, dice el comunicado que fue leído por el comandante Williams Kaliman.
El punto de no retorno en Bolivia
La escalada para derrocar a Morales ingresó así al punto de no retorno: quienes dirigen el plan de golpe de Estado han cerrado todas las puertas, aún las que pedían, como era que se dieran nuevas elecciones generales.
Así el llamado del presidente, dado luego de reunirse con la Central Obrero Boliviana (COB) y la Coordinadora Nacional por el Cambio, y a los pocos minutos de saber el resultado de la auditoría de la Organización de Estados Americanos (OEA), cayó en el vacío político.
En efecto, la OEA informó que el proceso electoral del 20 de octubre había tenido irregularidades en varios de sus aspectos, por lo que no podía afirmarse que Morales había resultado ganador en primera vuelta. Ante eso, el llamado del organismo fue a realizar nuevas elecciones en el país.
Quedó claro, sin embargo, que el plan encabezado por Camacho, y, en segundo lugar, por Carlos Mesa, nunca tuvo por objetivo lograr una segunda vuelta electoral, ni nuevas elecciones, sino que se trató desde el punto cero de un intento de golpe de Estado.
Amotinamiento policial y acciones violentas
En ese contexto los acontecimientos se aceleraron de forma acelerada en las últimas 48 horas. El punto de quiebre de la relación de fuerzas fue el amotinamiento de diferentes unidades de la Policía Nacional de Bolivia, que comenzó en varias ciudades del país hasta llegar al centro de La Paz. Así el epicentro del poder político nacional quedó liberado para ser tomado por los grupos de oposición.
Junto con eso tuvo lugar una escalada de acciones violentas contra medios de comunicación del Estado, como Bolivia TV y la Radio Patria Nueva, así como contra dirigentes: fueron incendiadas las casas de los gobernadores de Chuquisaca y Oruro, así como de la hermana de Evo Morales, Ester Morales Ayma.
El encadenamiento de las piezas no se detuvo y continúa en la construcción de un cuadro que parece dejar cada vez en mayor soledad a Evo Morales. Uno de esos elementos fue la declaración de Juan Carlos Huarachi, dirigente de la COB, quien llamó a reflexión al “compañero presidente” para que asuma la “responsabilidad de renunciar si es necesario pacificar el pueblo boliviano”.
Junto con eso tuvo lugar durante el transcurso del domingo la renuncia del ministro de Minería, César Navarro, luego de que denunciara que le atacaron la casa, la renuncia del ministro de Hidrocarburos, Luis Sánchez, y la del diputado David Ramos luego de que fuera tomada su casa.
La derecha se moviliza y las Fuerzas Armadas juegan sus fichas
Las horas han pasado a ser una sucesión de acontecimientos que se aceleran. La derecha ha convocado a movilizarse al encuentro de quienes vienen desde Potosí hasta La Paz. Eso podría significar un escenario de enfrentamiento en El Alto, donde quienes respaldan a Evo se han movilizado desde la noche del sábado.
En cuanto a la Fuerza Armada Boliviana, uno de los factores centrales de un posible desenlace, Evo Morales dijo en horas de la mañana: “No tengo ningún problema en la Fuerza Armada, no las vamos a sacar a las calles, tienen otras tareas, contra el narcotráfico, el contrabando”.
La Fuerza Armada de Bolivia, leyó en horas de la tarde un comunicado donde anunció “la ejecución de operaciones militares aéreas y terrestres para neutralizar a grupos armados que se encuentran actuando fuera de la ley”. Minutos después Camacho agradeció públicamente a la Policía Nacional, así como a las Fuerzas Armadas y, en particular, al general Kaliman.
Bolivia parece haber ingresado en momentos de desenlace en la escalada conducida nacionalmente por Camacho y el bloque que ha logrado articular a su alrededor, con el respaldo norteamericano. El continente está frente a un golpe de Estado que reúne fuerza y avanza hacia un posible asalto final. Las próximas horas serán claves para ver la evolución de un escenario que amenaza con dar por tierra la democracia en Bolivia.