A Sampaoli no lo conozco. Dice el Doctor Bilardo.
-¿Cómo que no lo conocés, Carlos?
-No lo conozco, no lo traté, nunca hablé con él. No lo conozco. El Doctor Bilardo y yo sabemos que no es así. Que jamás perdonó que años ha, cuando Estudiantes había puesto los ojos en él, a Sampaoli lo llamaran de una radio de La Plata y se hubiera ido de boca.
Canchereó, el calvo entrenador de Casilda. Dijo que veía difícil su llegada a Estudiantes porque en todo caso debería cambiar el gusto de sus hinchas, devotos del estilo y de los modos de Bilardo. "Me trató de antifútbol", refunfuñó Bilardo y advirtió que si
"Don Paoli" (sic) se hacía cargo de la Selección, se subiría al primer avión y se radicaba en Turquía. Eso dijo eso el Doctor. En 2017, no ahora, cuando ganas de hablar tiene, muchas, y se le notan.
Pero no de Sampaoli. "A Sampaoli no lo conozco, te dije", subraya el director técnico más polemizado, endiosado y satanizado de cuantos busquemos en los 87 años de fútbol profesional en la Argentina.
Del Mundial sí le gusta hablar en este anochecer de mayo en el departamento cercano a Plaza Flores. Hace muchos años, unos 37 años, Bilardo vivía en el límite de Flores y Caballito, en la calle Morelos, ahí nomás de Plaza Irlanda, y mientras Gloria servía café me contó entre risas que la semana anterior había bajado al kiosko de la esquina y de repente recordó que esa noche jugaban Central y Deportivo Cali en Rosario. Copa Libertadores.
"La llamé desde el Aeroparque y le dije que no me esperara a almorzar ni a cenar, ja", narró el Doctor aquella mañana.
Ahora mismo su compañera de toda la vida, Gloria, también anda por ahí, cordial y discreta, pero nuestro personaje no habla del Aeroparque. Habla de Ezeiza. Del incordio que supone subirse a un avión y viajar a Rusia. Al Mundial.
-Me llamaron, eh. De la FIFA me llamaron. Me llaman siempre. Me invitan. Me pagan todo, todo, pasajes, hoteles, todo, eh. Pero no sé…
-¿No sabés si vas a ir a Rusia? No te creo, Carlos. No me imagino a un futbolero como vos mirando los partidos desde el living.
-Ya sé, ya sé, pero esto es diferente. ¡Rusia! ¿Sabés cuántas horas te lleva un viaje a Rusia? Un día y medio, te lleva. Mínimo. Te mata.
-¿Ya les respondiste?
-No, no, les respondí a medias. ¿Sabés lo que le dije al tipo que me llamó? "Dejámelo pensar". Me frena un poco lo cansador del viaje, pero ojo, también me frenan los compromisos que tengo, las charlas que doy en el Interior. Mis amigos me dicen "las conferencias, Carlos, son conferencias", pero para mí son charlas. Me subo a un auto o a un avión, pongo los videos en una valija, voy, hablo y vuelvo esa misma noche. Viajes cortos, lindos, eh. Me llevan a escuelas, a secundarios, a universidades, lindo, me gusta dar esas charlas. Comparto mis experiencias, de todo comparto. No sólo de fútbol, eh. Después te cuento más. ¿Qué querés saber del Mundial?
Una entrevista es una entrevista, perdonen la tautología. Todos los periodistas sabemos qué es una entrevista y también sabemos que cada una requiere una preparación específica que atañe al perfil del personaje, sin dejar de lado las hipótesis de la sensación térmica. Las derivas, los climas, que vienen de la mano de las preguntas y las repreguntas.
Con Bilardo no. Con Bilardo no hay manuales que valgan. Es copioso y cuidadoso a la vez. Y algo desconfiado. Jamás lo han perturbado las hipótesis conspirativas. Ahí se mueve como pez en el agua, aun cuando pueda ser abierto, respetuoso, cordial. Su verba, como bien se sabe y es el fruto más saboreado por sus detractores y caricaturistas, es una verba tumultuosa, fragmentaria, caótica y ardua para sus interlocutores, pero él jamás pierde el hilo. Jamás Bilardo se expone demasiado a Minotauro. Jamás. Desentendido de Ariadna, navega con la brújula de su propio hilo, el hilo del Doctor.
Y el Doctor me dice que sí, sí, sí, que Argentina puede ser campeón del mundo, que en todos los Mundiales está en la primera fila de los candidatos.
-¿Y quiénes son los otros candidatos, Carlos?
-Los de siempre. Los de siempre, Brasil, Alemania, Italia, que si entraba era candidato, eh. En un Mundial siempre aparece algún tapado, o dos, pero mirá quiénes llegan a la final, mirá la lista de los campeones del mundo. Son siempre los mismos. Los mejores equipos, los mejores jugadores, los que saben jugar esos partidos, los que tienen más peso en la FIFA. Los mismos. Ojo, a Alemania y Brasil todavía no los analicé, eh. Tengo los videos ahí, todo grabado, pero todavía no me senté a analizarlos.
-¿Y de Argentina qué analizás?
-Una cosa son las Eliminatorias y otra cosa son los Mundiales, ¿no? Eso ya no se discute. Pero si se juntan y en esos 30 o 40 días, hablan, hablan, se conocen mejor, se entienden mejor, ¿por qué no va poder ser campeón del mundo un equipo que tiene a Messi? Argentina y con el mejor jugador del mundo, eh.
-¿Alcanzará con tener al mejor jugador del mundo?
-Y… por ahí alcanza. Por ahí no. Messi jugará para Argentina.
-¿Y de cómo los jugadores de hoy sienten la camiseta argentina qué opinás? Hace unos días vi un video en el que Oscar Ruggeri, al borde de las lágrimas, te agradecía algo que les decías vos.
-¿Qué decía?
-Y… Decía algo así como vos que les hablabas del significado de defender la camiseta argentina. De que ese valor no se mide con dinero.
(N. del A: de Ruggeri a Juan Pablo Sorin, en una entrevista de DeporTV: "…Y este loco de Bilardo, nos dijo, desde los primeros tiempos, qué quieren cobrar. No se cobra para jugar en la Selección. Sean campeones porque se los van a reconocer toda la vida".)
-Y es así, eh. Es así. Eso quedó para siempre, para todos los jugadores de la Selección, para todos. Hoy la camiseta argentina representa algo tan grande, tan grande… Hasta a nivel comercial, eh. La camiseta argentina vende. ¿Y en la calle? ¿Y entre las mujeres? Hace 30 años las mujeres no vivían el fútbol ni a la Selección como hoy. Hoy están interesadas, me paran por la calle y me hablan de fútbol, de los Mundiales. "Qué poco falta para el Mundial de Rusia, Bilardo", me dicen.
¿Será posible hablar con Bilardo y omitir toda la referencia al Mundial de México 86?
Como posible, es posible. Poco riguroso, acaso. También muy tentador. Allá vamos.
-¿Sentís nostalgias del Mundial '86?
-Nostalgia, no, no, pero muchos recuerdos, eh. Muchos. Me acuerdo de todo. De todo. Desde el primer entrenamiento hasta el último. De todos los partidos. Hablé tanto de ese Mundial y del de Italia… Fue bravo, eh. Bravo. Me castigaron mucho. Empaté con la sección Deportes de Clarín, gané con Crónica, pero tenía razón yo. El tiempo puso a todo en su lugar.
-¿Y en qué se nota, Carlos, en qué se nota que tenías razón vos?
-En todo. Se nota en todo. Cosas que yo hacía hace 30 años y me criticaban, Bilardo esto, y dale y dale y dale, Bilardo y lo otro, ahora las hacen todos, todos. ¿Te fijaste en los videos? ¡Ahora todos usan videos! Bilardo, ¿para qué mira tantos videos? ¿Para qué sirven? Me decían eso. Ja.
Hubo un tiempo que fue hermoso por lo artesanal. No había televisión por cable con 300 canales, ni portales, ni Facebook, ni Instagram, ni Twitter. Ni YouTube. En ese tiempo de atarlo todo con alambre el Doctor Bilardo fue un rebelde con causa. Un infatigable buceador de videos de aquí y allá, los brumosos VHS que ordenaba producir, editaba, atesoraba y que hoy representan la canasta básica de su oficina de la calle Corrientes y de sus travesías criollas y/o internacionales.
Cuente, Doctor, cuente.
-Todavía no decidí si voy a Rusia porque para junio y julio tenía programadas charlas en Mendoza y en Córdoba. Y me tiran, eh. Lo paso bien.
-¿De qué hablás en particular?
-Todo lo que hicimos en Estudiantes, en San Lorenzo, en Colombia, en la Selección.
-¿Vos director técnico o vos jugador?
-Depende. Si se interesan por mis tiempos de jugador, vamos. Tengo videos para todo, eh. Hablo y muestro, hablo y muestro. Hablo un poquito y preguntan. Hablo un poquito y preguntan. Pero, ojo, hablo de lo que sé, nomás. De lo que no sé, no. Pero tengo un recorrido. La medicina me ayudó. Por eso a veces toco temas más fuertes que el fútbol. La vida, la familia, el trabajo, la educación, la juventud.
-Cambió la vida y cambió la juventud. ¿Les das consejos?
-Me preguntan, los padres o los hijos, y yo les digo lo que me parece. Cambió mucho todo. Todo. Hay muchos cambios. El peligro son las amistades. Antes era el barrio, se conocían todos, nos conocíamos todos. Había mayor protección. Los grandes estaban siempre, te decían por acá sí, por acá no.
-Pero, Carlos, ¿se debe decir qué debe hacer a un joven de 18, 20, 22 años, que ya es independiente?
-Independiente no son nunca, eh. ¿Quién es independiente? Los senadores y los diputados tienen atrás al presidente y el presidente tiene atrás al pueblo.
Las charlas y los videos, los vídeos dirían en España, entusiasman a Bilardo. Lo embalan. El Doctor Bilardo está embalado.
-Poné que también di charlas afueras, eh. En Estados Unidos. Nueva York y Los Angeles. Universidades.
-¿Las das en inglés o con traductor?
-Traductor. Inglés entiendo, entiendo, pero hablar me da fiaca, ja. Italiano sí te hablo. Soy Bilardo, la sangre tira. Italianos del norte y del sur. Milán y Sicilia.
Y del norte hacia al sur, cómo no, y del sur al norte, es una conversación con Carlos Salvador Bilardo, el villano de los alfileres, el genio del pizarrón, el campeón del mundo, el tipo de 80 abriles que se la pasa grabando partidos aunque ahora le cuesta más porque "te pasan hasta los de Turquía", el que niega haber intoxicado a Passarella antes del Mundial '86 ("que digan lo que quieran, Passarella era mi 6. ¿Quién iba a ser? Ojo, conmigo siempre se portó bien"), el que jura que el segundo es el mejor de los perdedores, el que se divierte cuando evoca su paso por Libia y se pone serio cuando pregunto si le han dolido las críticas de Maradona, si es cierto que él lo ayudó a salir de las drogas.
-Lo ayudé a Diego, como otros que lo ayudaron. Lo llevé a un médico de confianza, pero ya está. Ya está. Nunca quise hablar de eso. ¿Te cuento lo de Kadhafi?
-Dale, Carlos.
-El fútbol y viajar tanto me hicieron vivir experiencias fuertes, eh. En Colombia me llamaba a hablar de fútbol Miguel Rodríguez Orejuela, el jefe narco. Y en el '99, cuando me contrataron de Libia, dos por tres Kadhafi me invitaba a almorzar.
-¿De qué hablaban?
-De fútbol, pero sobre todo del Mundial de México. Yo lo miraba, lo veía relajado, simpático, con cara de angelito y después le decía al traductor "¿este es el Kadhafi que corta cabezas, que se peleó con Estados Unidos?".
Y sí, era el mismo Kadhafi.
-Carlos, va la última: ¿por qué decís que a Sampaoli no lo conocés?
-¡Porque no lo conozco! Nunca hablé con él. ¿Qué querés que te diga? Pero lo vi una vez, eh. Una vez. Pasó delante mío en un aeropuerto. En Chile. Un amigo me dijo "ese que pasó al lado tuyo es Sampaoli".