El Grupo de Puebla que integran 32 dirigentes latinoamericanos, entre ellos los argentinos Alberto Fernández, Felipe Solá, Carlos Tomada y Jorge Taiana, los brasileños Dilma Rousseff y Aloizio Mercadante, los chilenos Marco Enríquez-Ominami y Carlos Ominami, el colombiano Ernesto Samper y el uruguayo Pepe Mujica, debió reunir una comisión de urgencia para denunciar el golpe de Estado en Bolivia: el discurso de Evo Morales anunciando su retiro después de las presiones cívicas y militares encontró a los delegados del continente con las sesiones ya cerradas y con parte de la concurrencia de vuelta a sus países.
La descripción del Grupo de Puebla es que “fuerzas de la oposición desencadenaron movilizaciones políticas acompañadas de actos de violencia, humillación de autoridades democráticamente elegidas, invasión, saqueo y quema de casas, secuestro y amenazas de familiares para llevar a cabo un golpe de Estado y forzar la renuncia del presidente Evo Morales y su vicepresidente Alvaro García Linera, legal y democráticamente elegidos”.
“Nos solidarizamos con el pueblo hermano de Bolivia en estas horas de sufrimiento y reclamamos la continuidad del proceso electoral transparente y sin restricciones”, dice el texto en una exigencia que conviene leer a la luz del caos reinante en territorio boliviano.
Según historia el comunicado, “todas las iniciativas de diálogo y negociación ofrecidas por el gobierno del presidente Evo Morales fueron rechazadas”. Más aún: “Las recomendaciones de la OEA de una nueva contienda electoral fueron aceptadas por el Presidente Morales, dirigidas al Parlamento boliviano, incluso con la recomendación de una renovación completa de los órganos electorales y la posibilidad de contar con nuevas candidaturas”.
A pesar de eso, dice el documento poblano, la oposición “optó por la intransigencia, la radicalización y la ruptura democrática, abriendo un grave antecedente de un nuevo golpe de Estado en la larga historia de interrupciones democráticas en el país”. Es “particularmente grave” según el Grupo de Puebla la serie de “comportamientos ilegales e irresponsables de las fuerzas policiales y, finalmente, de las propias fuerzas armadas que acompañaron el golpe”.
Las y los dirigentes de Puebla expresaron su solidaridad con el pueblo boliviano, con Morales y con García Linera “y con todos los funcionarios que impulsaron políticas públicas de inclusión social, de participación ciudadana y de reducción de la pobreza y la desigualdad”.
Antes, a las tres de la tarde, habían consensuado una primera declaración general en la que apoyaban la propuesta de Morales de convocar a nuevas elecciones bajo la supervisión de un nuevo organismo electoral.
También celebraron “la liberación del ex presidente Lula, víctima de un burdo montaje judicial llevado adelante en complicidad con algunos medios de comunicación hegemónicos”.
Otros temas fueron el saludo a la victoria del Frente de Todos, el envío de una delegación a Ecuador para expresarle al gobierno “nuestra preocupación por la persecución política y judicial de los dirigentes de la oposición”, el respaldo al pueblo chileno en su protesta contra “las desigualdades y las injusticias”, la condena al bloque contra Cuba, el apoyo al proceso de paz en Colombia, la celebración del “avance imparable del movimiento feminista” y la promoción de organismos de convergencia regional “como la Celac, Mercosur, Unasur y la Alianza del Pacífico”, entre otros.