Desde Madrid
Gran reserva de los valores democráticos y primer enemigo declarado de la ultraderecha, la Unión Europea ha preferido desentenderse del golpe de Estado en Bolivia
, y ha realizado un comunicado que, en perspectiva histórica, debería avergonzar a los demócratas europeos.
La alta representante de la Unión Europea, Federica Mogherini, afirmó esta mañana que el deseo de los 28 países que conforman el bloque es que “todas las partes en el país ejerciten contención y responsabilidad, y lleven pacífica y tranquilamente el país a unas nuevas y creíbles elecciones para que los bolivianos puedan expresar su voluntad democrática”.
Nada de golpe de Estado, ni ruptura del orden constitucional, ni siquiera una mención a que, en pleno siglo XXI, los militares derroquen a un presidente elegido legítimamente por el pueblo. Nada. Los valores y principios democráticos que pregona Bruselas no aplican en Sudamérica a juzgar por las declaraciones de la alta representante de la UE.
Las reacciones en los países europeos
Desmarcándose sutilmente de Bruselas, el gobierno en funciones de España ha publicado un comunicado que sugiere interpretar lo ocurrido en Bolivia como un golpe de Estado. El Ministerio de Asuntos Exteriores ha enviado un comunicado en el que condena que “el proceso abierto ayer hacia una nueva convocatoria electoral se haya visto distorsionado por la intervención de las FFAA y de la Policía sugiriendo a Evo Morales que presentara su renuncia a la Presidencia, lo que éste hizo más tarde”, en una maniobra que “retrotrae a momentos ya pasados de la historia latinoamericana”.
A su vez, el Ejecutivo español en funciones hace un llamamiento a todos los actores políticos bolivianos para “trabajar por vías institucionales y pacíficas para hacer posible la convocatoria a unas nuevas elecciones a la mayor brevedad”, al tiempo que se supere lo antes posible “el vacío institucional al frente del Ejecutivo y el Legislativo de acuerdo con los procedimientos constitucionales”.
Por su parte, los dirigentes de Unidas Podemos llamaron lisa y llanamente golpe de Estado lo ocurrido en Bolivia. Pablo Iglesias ha escrito en su red social que es vergonzoso que haya medios que digan que el “ejército hace dimitir al presidente”, y criticó que tampoco se haga referencia a las notables mejoras de los indicadores sociales que ha conseguido Evo Morales. El argentino Gerardo Pisarello, diputado de En Comú Podem, afirmó que “el golpe en Bolivia es la venganza ruin, racista, de quienes nunca toleraron que se recuperaran recursos estratégicos y se dignificara la vida de indígenas y campesinos pobres”.
En Reino Unido, el líder laborista Jeremy Corbyn condenó el “golpe de Estado contra el pueblo boliviano”, y le envió su apoyo por “la democracia, la justicia social y la independencia”; una última referencia que apunta a las denuncias de injerencia extranjera en los sucesos que culminaron con el derrocamiento de Morales.
En Grecia, el referente de la fuerza de izquierda Syriza, Alexis Tsipras, escribió un mensaje en castellano en su cuenta de Twitter, en el que expresó toda su solidaridad y respeto a Evo Morales y al pueblo de Bolivia “frente a todos los intentos de regresar a los días oscuros de los golpes de Estado y de la violencia”.
Desde el continente europeo, aunque fuera de la órbita de Bruselas, el Gobierno ruso ha dicho que lo que ha sucedido en el país sudamericano sigue todos los patrones de un golpe de Estado orquestado, y llamó a que todas las fuerzas políticas de Bolivia “actúen de forma responsable y sensata” para hallar “una salida constitucional para recuperar la paz y la tranquilidad, y se reestablezca la gobernanza en las instituciones” del país.