Días atrás el presidente electo Alberto Fernández calificó de estafador a la estrella de la Warner Bros., Bugs Bunny. Estamos de acuerdo. El mencionado conejo sería un buen funcionario de la FIFA, un posible asesor y mano derecha de Blatter. Su clásica frase de "¿qué hay de nuevo, viejo?" equivale, sin dudas, a preguntar "¿cuánto hay para mí?". Su latiguillo final de "eso es todo, amigos" alude, claramente, al magro sueldo que destina a sus empleados.
No es Bugs Bunny el único de los dibujos animados de la industria estadounidense que también tendría participación en el universo deportivo. En Peligro de Wolf imaginamos un equipo de fútbol integrado únicamente con personajes de dibujos animados. La dirección técnica se resolvería fácil: la simple asociación de Carlos Bianchi al Profesor Locovich nos solucionaría el tema. Aunque si Bianchi es Locovich, ¿los Barros Schelotto son Los Hermanos Macana? Pierre Nodoyuna tiene el perfil bilardista por partida doble: por su prominente nariz y porque sería el único al que uno imagina fabricando un bidón de Branco.
Al arco, nombraríamos al Pulpo Manotas. Sus cualidades son incuestionables: puede atajar un penal y firmar autógrafos al mismo tiempo. Y hasta jugar con seis brazos lesionados. ¿Una confidencia? Manotas es zurdo, pero ni él mismo sabe de cuál de sus ocho brazos. Indudablemente un pulpo sólo puede jugar al arco. En cualquier otra posición, le cobrarían mano.
En la zaga central, pondríamos a dos rústicos, como Pedro Picapiedras y Pucho, el de Hijitus. Dos moles imposibles de pasar. También colaboraría Batman como líbero, que no dejaría vivo a ningún Guasón que osara acercarse a (bati) cueva. En un lateral pondríamos al Correcaminos, invencible, imparable corriendo junto a la línea de cal, superando las mil estrategias marca Acme del Coyote rival. A propósito, ¿por qué el Coyote insiste en atrapar al Correcaminos? ¿No le conviene pedir comida hecha? El Correcaminos también sorprenderá al mundo cuando en las conferencias de prensa arremeta con sus declaraciones explosivas: "Bip, bip".
En el otro lateral ubicaría a Don Gato, que tiene experiencia en los callejones. Y al ser un experimentado en esto de liderar equipos, también le daría la cinta de capitán. En el centro, nadie como el Hombre Araña, para tejer estrategias y cancelar con telarañas el mediocampo y evitar así el paso del rival. Se rumorea que este superhéroe está sobrepasado de kilos. No para de comer y se escuda diciendo que al tener doble personalidad tiene que comer también el doble. Y mete un almuerzo por Peter Parker y otro por el Hombre Araña. Si sigue así la única camiseta que le va a entrar es la del Ogro Fabbiani.
De 10, Aladdín, nadie como él para frotar la lámpara para que aparezca el genio y meter un gol con La Mano de Alá. Arriba nombraría a otros superhéroes. Es curioso, la mayoría de los superhéroes tienen doble personalidad y usan antifaz pero, a pesar de eso, todavía confiamos en ellos. Superman sería el goleador –aunque algo ridículo con sus calzas azules y el bombachudo rojo- capaz de volar bien alto para alcanzar hasta los centros pasados. La gente diría: "Es un ave… No, es un avión… No, es un proyectil tirado por un hincha".
A propósito, si Superman es el Hombre de Hierro, cuando termina el partido y va a las duchas, ¿no se oxida? Al Increíble Hulk no me imagino jugando en otro club que no sea en Ferro Carril Oeste. También llamaría al más rápido de todos, Flash, y a Aquaman, que nunca se ahoga en un vaso de agua. Eso si tenemos presupuesto, claro. De lo contrario, al único superhéroe que podríamos contratar sería a Míster Músculo. Y ahí pasaremos de un Superman gritando "a luchar por la justicia" a un tímido "a luchar contra las grasas más rebeldes".