Casi como al pasar, sin detenerse cuando ingresaba a la reunión de gabinete, y ante las preguntas reiteradas, el presidente Mauricio Macri soltó un "todos estamos preocupados". Fue lo máximo que consiguieron sacarle sobre Bolivia. Su canciller, Jorge Faurie, se ocupó de reiterar la posición de su Gobierno de que no hay golpe de Estado en el país vecino. De esta forma, se alineó con la postura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pero a nivel local, Macri se fue quedando cada vez más solo en esa postura: sus aliados radicales salieron en masa a repudiar la interrupción del orden democrático. También la Coalición Cívica pidió a las Fuerzas Armadas la subordinación "a las instituciones del Estado y abstenerse de toda participación que vulnere el orden democrático", aunque también cuestionaron a Morales. En el Congreso, los bloques opositores impulsan un repudio al golpe de Estado en una sesión especial este miércoles a la que no se sabe si asistirá el oficialismo.
Reacción lenta
El Gobierno de Macri tuvo una reacción lenta ante la oleada de violencia política que concluyó con la renuncia forzada de Evo Morales. Primero, mantuvo silencio. Luego, intentó seguir en la línea de Estados Unidos y cuestionó la elección del 20 de octubre y se sumó a las objeciones de la OEA, cuando ya se discutía sobre la seguridad física de Evo Morales. Finalmente, se vieron forzados a sostener que, para ellos, no hubo ningún golpe. Total normalidad.
Quien lleva la voz cantante es el canciller Faurie, quien está así quemando sus últimos cartuchos antes de dejar el cargo. El funcionario sostuvo que "no están los elementos para describir esto como un golpe de Estado porque las Fuerzas Armadas no han asumido el poder". Los ataques a funcionarios, a sus familiares, el acuartelamiento de la policía, la "sugerencia" de las Fuerzas Armadas a Morales para que renuncie, entre otros hechos, fueron así pasados por alto. Los diplomáticos de carrera de la Cancillería argentina, en cambio, hicieron pública la postura contraria. "Seguimos con atención la situación de los funcionarios diplomáticos que están asistiendo a los argentinos en la Embajada y nuestros seis consulados en Bolivia a raíz de la violencia y el golpe de Estado que depuso al presidente Evo Morales, que condenamos", expresó la Asociación Profesional del Servicio Exterior de la Nación (ASPEN) en un comunicado.
"No ha habido pedido de asilo por parte de Evo Morales ni en la embajada ni en el territorio argentino", insistió Faurie ante las versiones de que Macri le habría negado asilo a Morales. Finalmente, se supo que se refugiará en México.
Al negacionismo se sumó el embajador argentino en Bolivia, Norberto Alvarez García, quien sostuvo que “no hay golpe de Estado para nuestro Gobierno. No hubo un golpe como tenemos acostumbrados". Finalmente, reconoció: “Seguramente hay una interrupción del orden constitucional, pero en base a la gran conmoción social".
Los aliados se abren
Tanto la Coalición Cívica como el radicalismo, cada uno a su manera, se diferenciaron de la posición oficial. Sobre todo la UCR marcó esa distancia, porque no sólo condenó el golpe de Estado, sino que algunos fueron más allá. Fue el caso del vicepresidente segundo de la UCR, Federico Storani, quien dijo que "sin duda lo de Bolivia fue un golpe de Estado" cuestionó el carácter "excesivamente lavado y no comprometido" del pronunciamiento argentino. "Alfonsín ya se hubiera expresado condenando el golpe de Estado en Bolivia, sin dudas", sentenció Storani en FM Futurock.
Por su parte, el comité nacional, que conduce Alfredo Cornejo, condenó el golpe de Estado y las "injerencias externas" en Bolivia. El jefe del interbloque de Cambiemos en Diputados, Mario Negri, repudió "toda intromisión militar en la vida política de Bolivia, ya que esto es sólo compatible con golpes de Estado". El senador electo Martín Lousteau se sumó: "Sólo más democracia -en todas sus dimensiones- soluciona los problemas de la democracia. No los golpes de Estado". El senador Luis Naidenoff, planteó que "las intervenciones militares jamás deben ser la respuesta".
Ante la salida masiva de sus dirigentes a distanciarse de Macri, en la UCR juraron a este diario que no se trató de una estrategia de diferenciación consensuada, sino de "mera honestidad intelectual".
La Coalición Cívica hizo su propia lectura de lo ocurrido en Bolivia. Citaron la Carta Democrática de la OEA y remarcaron la subordinación de las Fuerzas Armadas. Pero responsabilizaron al presidente de Bolivia por la situación actual: "Mantener el imperio de la Constitución es imprescindible. Ese no fue el camino elegido por Evo Morales y fue el inicio de la alteración del orden constitucional y democrático que hoy vive Bolivia", interpretaron. De todas formas, remarcaron que "todos los sectores políticos" deben respetar el Estado de Derecho.
Ni los propios
A Macri ni siquiera lo acompañó uno de sus principales asesores jurídicos, el diputado del Parlasur Fabián Rodríguez Simón, que firmó un documento de repudio del "golpe cívico-militar en Bolivia". "El texto no es ideal, pero lo voté junto a varios parlamentarios de Cambiemos. El intento de fraude electoral no se corrige atentando contra el Estado de Derecho. El apriete militar y la desobediencia a un Presidente con mandato vigente es abierta sedición. Evo no debió renunciar", remarcó Rodríguez Simón, a true liberal.
Resta ver si hay sectores de Juntos por el Cambio que optarán por sumarse a la sesión especial que está convocando el jefe del bloque del Frente de Todos, Agustín Rossi, junto la oposición, para repudiar el golpe de Estado. Ya tuvo el respaldo de algunos diputados PRO que de entrada se diferenciaron, como Daniel Lipovetsky: "Acá no hay grises. Estás de un lado o del otro y yo estoy siempre en contra de los golpes".