Dedicado fundamentalmente al estudio y la interpretación de la música antigua, John Eliot Gardiner es una de las grandes personalidades de la música moderna. Fundador y director artístico de maquinarias de eficiente belleza para la reconstrucción “históricamente informada” de músicas de otras épocas, su trabajo resulta fundamental para entender las huellas que el tiempo fue dejando en el sonido, sus formas de producción y los hábitos de fruición. Este miércoles a las 20, el director inglés actuará en el Teatro Colón, en el cierre del ciclo Intérpretes internacionales al frente de dos de sus criaturas: el Monteverdi Choir, creado en la década de 1960, y los English Baroque Soloists, formación nacida en 1978. La Messa a 4 voci da capella de Claudio Monteverdi, el oratorio Jepthe de Giacomo Carissimi y el Stabat Mater en Do menor de Domenico Scarlatti, combinados con obras de Henry Purcell, articulan un programa que según palabras del mismo Gardiner ofrece una “fusión de ambición musical, imaginación y drama subyacente”. “Las obras del programa están vinculadas tanto por su carácter religioso cuanto por su teatralidad, pero también por una base humanista y empática”, comenta Gardiner a Página/12.

- ¿Cree posible escuchar hoy la religiosidad manifiesta de esa música?

-Creo que es posible. Depende de si la audiencia logra una conexión con lo que escucha. En este caso elegí el repertorio teniendo en cuenta que estamos actuando en Sudamérica por primera vez, y cantamos para audiencias mayormente católicas. Esta música pertenece a una época dorada de la música católica romana.

Entre nombres como los de Nikolaus Harnoncourt o Reinhard Goebel, el de Gardiner se destaca por la amplitud de su repertorio, que desde el Renacimiento llega hasta Kurt Weil, pasando por Mozart, Schumann, Berlioz y Elgar, entre otros. Soy de una generación que vivió el gran cambio en un estilo de interpretación de la música del pasado que hasta un momento había sido bastante versátil y abarcativo. Los mismo criterios se podían aplicar más o menos desde el Renacimiento hasta la música de Richard Wagner”, explica. “hasta que llegó el momento en que una combinación entre la investigación histórica y el movimiento de recuperación del instrumento de época, definió con más claridad la separación de estilos y por lo tanto necesidades en la interpretación del compositor, la época y la nacionalidad de la música que se está ejecutando”, agrega.

“Eso representó una revolución completa en la forma en que se interpreta y se recibe la música del pasado”, agrega Gardiner que con el mismo espíritu se supo acercar a la música de Stravinsky. “Edipo Rey y Apollon Musagete son obras neoclásicas influenciadas por compositores clásicos tan distantes como Pergolesi, Haydn y Mozart. Los interpreté con la Orquesta Sinfónica de Londres, una orquesta sinfónica moderna muy virtuosa, y luego también lo hice con la Filarmónica de Berlín, igualmente virtuosa, pero de características muy distintas”, explica.

-¿Qué es lo que hace que el espíritu de la música antigua sea tan vital hoy en día?

-El hecho de que estemos rodeados de tanto ruido ambiental en nuestra sociedad, en los aeropuertos, en los hoteles, en el transporte público, seguramente nos lleva hacia allí. Hay una enorme necesidad de refrescar las escuchas, y de encontrar autenticidad y pureza para eso, ya sea en lo vocal o lo instrumental.

-Además de ser músico, usted también es un agricultor orgánico. ¿Encuentra una relación entre los dos oficios?

-Las dos cosas son absolutamente vitales y se equilibran. La música ocupa el corazón, el cerebro y el talento; la agricultura ocupa zonas diferentes. Se trata de crear alimentos, cuidar animales, cuidar el campo, es como un descanso. Soy feliz teniendo las dos cosas: mis árboles y mis animales son un antídoto contra la locura de la profesión musical.

-En repetidas ocasiones usted se ha declarado músico europeo. ¿Le preocupa que Inglaterra, su país, pueda abandonar la Comunidad Europea?

- Todavía no sabemos con certeza qué sucederá con el Brexit. Más que triste, podría ser catastrófico. Lo digo como músico, pero también como agricultor. Sería es un desastre total. Soy europeo, mi familia proviene de Europa y mi trabajo como músico y agricultor es cosmopolita y europeo. Temo mucho por un futuro con controles fronterizos, visas y sanciones. Como agricultor temo aún más la posibilidad de que una gran cantidad de cultivos genéticamente modificados y carne inyectada con hormonas inunde el mercado. ¡Sería una pena, porque la idea de Europa es fantástica! Siempre la llevaré en mi corazón.