Desde que Gabriel Barbosa Almeida fue elegido como el peor jugador extranjero de la Serie A italiana en 2017 hasta que se convirtió en la gran figura de este Flamengo finalista de la Copa Libertadores y dominador del fútbol brasileño (le lleva diez puntos de ventaja al segundo cuando quedan 18 en juego), pasaron cosas. Específicamente, a Gabigol le pasaron 22 goles en los últimos 24 partidos, todos bajo el mando del entrenador portugués Jorge Jesús, quien supo explotar al máximo las condiciones del delantero de platinada cabellera.
Catalogado como el "próximo Neymar", Barbosa debutó en Santos a los 16 años, ingresando justamente en el último partido del crack brasileño con la camiseta peixe antes de partir a Barcelona. Tras tres temporadas de alto nivel y una medalla de oro con la selección olímpica en Río 2016, fue vendido por la friolera de 30 millones de euros a Inter de Milán, club que todavía busca cómo desprenderse del delantero. Tan sólo 183 minutos de juego repartidos en diez encuentros (donde marcó un gol) parecieron ser suficientes para que la dirigencia italiana proceda a ubicar a Gabigol en otros destinos: voló a Benfica en la 2017/18 (cinco encuentros y un tanto), retornó a Santos en la temporada siguiente (19 festejos en 42 partidos) y llegó a Flamengo a mediados de 2019.
En Río, a Barbosa le bastó medio semestre para encontrar su mejor versión. Lejos de los reportes de cazatalentos que destacaban por sobre todas las cosas su habilidad; el delantero de 23 años y 1,76 metro se convirtió en un excelso definidor. Ubicado como referente de ataque del 4-2-3-1 preferido de Jorge Jesús, Gabigol fue el autor del 33 por ciento de los tantos de Flamengo (hizo 22 de un total de 65) desde que llegó el portugués a la dirección técnica en julio de este año.
Aunque recursos le sobran -como a buen futbolista brasileño- Barbosa no diversifica su economía, sino que se gana la vida gracias a un prodigioso remate de zurda. De sus 22 festejos, 19 han sido a través de su pierna izquierda, uno de derecha y dos con cabezazos. Tal monotonía podría simplificarle la estrategia a Marcelo Gallardo y los suyos. Es decir, evitar por todas las vías la mediavuelta y posterior zurdazo del nueve para ofrecerle el disparo con la pierna diestra, una que no es de madera, pero tampoco de fierro.
Al ser el hombre más adelantado de los suyos, situaciones no le faltan a Gabigol para capitalizar acciones al mejor estilo pescador, ya sea mandando a guardar rebotes de los arqueros o aprovechando el desborde de algún compañero y quedar solo a la hora de recibir la habilitación para definir a un toque. Por caso, de sus siete tantos en la actual Libertadores, donde es el máximo goleador, cuatro fueron remates de primera en situaciones de juego, dos de penal y uno tras dominar y luego disparar.
Pero si Barbosa queda generalmente en solitario frente al arquero, no es por obra del azar. Eso se debe, primero, a la vocación ofensiva de un equipo que ataca con mucha gente, generando desconcierto en las defensas rivales y, segundo, a la capacidad del delantero para aprovechar tal caos. Velocidad, piques al vacío y un gran sentido de la ubicación para no caer en la posición adelantada son de sus principales atributos, junto al infaltable y casi místico sentido del olfato que caracteriza a goleadores de este tipo.
Una de las mejores pruebas de esta habilidad se dio en la semifinal de vuelta ante Gremio, cuando la serie estaba 2-1 en favor de Flamengo (terminaría 6-1). Apenas iniciado el complemento, en un córner a favor de los suyos, Gabigol anticipa un desvío en un jugador de Gremio, se deshace de su marca, recorre unos metros en dirección contraria al resto (y contra la lógica) para citarse con la pelota y clavar un zurdazo antológico que daría lugar a la posterior goleada.
Perjudicado en otros tiempos por excesos de temperamento y personalismo (su seudónimo da prueba de ello), Barbosa parece haber reencauzado tal necesidad de protagonismo en sus excéntricos festejos de gol, bajo el mando de Jorge Jesús,. Aunque todavía hace de las suyas, como irse de vacaciones en medio de la temporada: por ejemplo, hace una semana se escapó unos días con su novia Rafaella Santos, la hermana de Neymar (su gran amigo), en un jet privado hacia las afueras de Río.
Aunque quizá, el mayor perjuicio que sumó Gabigol últimamente fue el apoyo explícito del ultraderechista presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien vaticinó que el nueve "marcará el gol de la victoria contra River", dándole razones suficientes a muchos hinchas neutrales como para elegir bando en la final del sábado 23 de noviembre, en Lima.
El día de la liberación de Lula, Gabigol tuiteó una imagen que muchos interpretaron como un guiño al ex presidente.