Desde Madrid
Atrás quedaron los desencuentros entre el PSOE y Unidas Podemos. Sus líderes, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, rubricaron un acuerdo para formar un gobierno de coalición “rotundamente progresista”. El pacto entre los dos partidos mayoritarios de izquierda se fraguó en menos de 48 horas desde que se conocieron los resultados de las elecciones generales celebradas este domingo. En los días siguientes, Sánchez buscará apoyos entre otras fuerzas políticas para alcanzar la mayoría parlamentaria que necesita para ser investido presidente del Gobierno español y poner en marcha una nueva legislatura.
Después de haber compartido una reunión en el Congreso de los Diputados, Sánchez e Iglesias dieron una conferencia de prensa en la que firmaron el acuerdo de gobierno de coalición entre las dos formaciones y explicaron cuáles serán sus objetivos. El presidente del Gobierno en funciones y secretario general del PSOE fue el primero en hablar aunque solo para agradecer la “generosidad” de los integrantes de Unidas Podemos, y para explicar que el acuerdo era el resultado del “compromiso de ambos partidos para concretar una propuesta que dejara atrás el bloqueo político”.
Con las firmas rubricadas sobre los programas, Iglesias tomó la palabra y dijo que, tal como había dicho la noche del domingo, “lo que en abril era una oportunidad histórica se ha convertido en una necesidad histórica”, refiriéndose a la obligación de formar una coalición progresista y enfrentar el notable ascenso del partido de ultraderecha Vox que, tras los comicios, se ha convertido en la tercera fuerza política del país.
El líder de Unidas Podemos afirmó que el “preacuerdo” alcanzado combina “la experiencia del PSOE y la valentía de Unidas Podemos” para formar un gobierno que trabaje “por el diálogo para afrontar la crisis territorial y por la justicia social como mejores vacunas contra la ultraderecha”. Dos objetivos que aluden, por un lado, al desafío independentista en Cataluña y por el otro al desempleo y la precariedad laboral, las dos problemáticas más urgentes que enfrenta España.
Para finalizar su intervención, Iglesias agradeció la “generosidad y disposición” de Sánchez para construir un gobierno, y prometió que el líder socialista tendría toda la “lealtad” de Unidas Podemos en la tarea “histórica y alucinante” por delante.
Por su parte, el presidente del Ejecutivo en funciones, comenzó su discurso con una mención al bloqueo político que sufre el país, y a continuación se refirió a las disputas entre el PSOE y Unidas Podemos que no permitieron llegar a un acuerdo para formar un gobierno tras las elecciones del 28 de abril. “Somos conscientes de la decepción que ello supuso entre los votantes progresista y también entre aquellos ciudadanos que lo que querían era un gobierno y superar el bloqueo político que hemos vivido durante estos últimos años”, dijo Sánchez antes de rematar ese primer mensaje diciendo que “el proyecto político es tan ilusionante que supera cualquier tipo de desencuentro” que hubieran podido tener en los últimos meses.
A continuación, el líder socialista afirmó que el gobierno que se conforme será “rotundamente progresista”, ya que estará integrado por fuerzas progresistas, y trabajará “por el progreso de España y por el progreso de cada uno de los españoles”. A su vez, Sánchez afirmó que lo que no tendrá lugar en el futuro Ejecutivo, será “el odio y la confrontación entre los españoles”. Un mensaje dirigido a Vox, principalmente, pero también a las fuerzas soberanistas que no respeten los límites constitucionales para canalizar sus objetivos políticos.
De cara a la concreción del futuro Gobierno, Sánchez afirmó que en los próximos días abrirá una ronda de contactos para propiciar y construir esa mayoría parlamentaria. “No hay motivos para más bloqueos, apelamos a la generosidad de las fuerzas políticas”, dijo el mandatario español en un previsible llamado a los partidos de la oposición, Partido Popular y Ciudadanos, para apoyar o abstenerse durante la votación de investidura.
Posteriormente, los dos líderes de la izquierda estrecharon sus manos y se dieron un abrazo que despertó risas y suspiros entre los presentes, dado el nivel de afecto de los gestos tras meses en los que Unidas Podemos y el PSOE habían protagonizado una fuerte disputa política.
El programa presentado por las dos formaciones está compuesto de 10 puntos, entre los que sobresale la creación de empleo, la lucha contra el cambio climático, la aprobación de nuevos derechos que profundicen el reconocimiento de la dignidad de las personas, las políticas feministas, y el poder garantizar la convivencia de Cataluña.
En los próximos días y de cara a la investidura se conocerá la estructura del futuro Gobierno, cómo se conformará el Consejo de Ministros, y qué dirigentes lo ocuparán. En los meses anteriores, las grandes diferencias entre PSOE y Unidas Podemos para alcanzar el acuerdo de coalición, se centraron en la estructura del Gabinete y en el reparto de competencias. En su momento, el PSOE había ofrecido una vicepresidencia social más tres ministerios, pero Unidas Podemos había dicho que carecían de competencias suficientes, y que no eran representativos de los votos que su fuerza había conseguido en los comicios.
Las primeras reacciones ante el preacuerdo progresista han sido de parte de la oposición. El líder del Partido Popular, Pablo Casado, dijo que Sánchez debía dejar el liderazgo de la fuerza, y que “el PSOE sensato” debía regresar urgente. Respecto al pacto entre las dos izquierdas, Casado dijo que “España no necesita un gobierno radical”. Por su parte, la dirigente de Ciudadanos, Inés Arrimadas, dijo que Sánchez debía rectificar y propiciar un acuerdo junto a su formación y al Partido Popular.
Los que sí ofrecieron su apoyo a la coalición son las fuerzas Partido Nacionalista Vasco, de gran peso en esa región; Más País, el partido de Íñigo Errejón, que contará con 3 diputados en el Congreso, y las formaciones Coalición Canaria y el Bloque Nacionalista Galego. Desde Cataluña, Esquerra Republicana de Catalunya advirtió que, por el momento, no daría su apoyo. La referencia a un problema de “convivencia” en Cataluña presente en el documento del preacuerdo supone una interpretación del conflicto soberanista que no está en línea con las aspiraciones de Esquerra.
Las negociaciones son incipientes, y en los próximos días se empezarán a perfilar las demandas de unos y los límites de otros. En cualquier caso, la búsqueda conjunta de apoyos por parte de PSOE y Unidas Podemos es una etapa inédita para las dos formaciones que intentarán por primera vez desde la Segunda República que España cuente con un gobierno de coalición progresista.