Científicas descubrieron en la Antártida un cráneo casi completo, parte de la mandíbula y otros restos fósiles de un pingüino gigante de 35 millones de años de antigüedad que habría utilizado su largo pico para arponear a sus presas, informaron fuentes vinculadas a la investigación.
“Es la primera vez que conocemos el cráneo y la mandíbula del Anthropornis grandis (hombre-pájaro) y, además, es la primera vez que se puede asignar un cráneo hallado en la Antártida a una especie determinada”, señaló Carolina Acosta Hospitaleche, investigadora del Museo de La Plata y del CONICET.
La autora principal del estudio publicado recientemente en la revista científica Comptes Rendus Palevol, dijo que "la especie fue nominada en 1905 y, si bien en aquel entonces solo se conocían restos muy aislados, ya veían que sus huesos eran mucho más grandes que los pingüinos actuales y que podían tener un tamaño semejante a una persona".
Asimismo, aseguró que “a partir del análisis de sus inserciones musculares y de los movimientos que podría haber hecho, se estima que este animal habría usado su largo pico para arponear a sus presas, atravesándolas”.
Según los especialistas el largo del pico sería indicativo de que este pingüino gigante, que podía alcanzar los 1,7 metros de altura, se alimentaba de peces, los cuales habrían sido las principales víctimas de sus arponazos.
En investigaciones anteriores se habían encontrado cráneos aislados de pingüinos gigantes en la Antártida, pero nunca se los había podido asignar a una especie, por eso la importancia de este hallazgo.
“Es la primera vez que se logra identificar un cráneo a una especie en la Antártida, por lo que es un punto de partida y nos da un parámetro comparativo para los demás materiales”, precisó Acosta Hospitaleche en diálogo con la Agencia CtyS de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM).
Y agregó: “No solo describimos los restos encontrados, sino que también realizamos estudios paleoneurológicos para ver qué áreas del cerebro de este animal tenían un mayor desarrollo proporcional y, por lo tanto, qué habilidades habría tenido más desarrolladas”.
El descubrimiento se produjo durante la campaña antártica de 2014 y participaron paleontólogos que acamparon en diferentes islas del noreste de la Península Antártica
Entre ellos, las doctoras Nadia Haidr de la Unidad Ejecutora Lillo (FML-CONICET) y Ariana Paulina-Carabajal del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA-CONICET).