Seguramente, como ha señalado la científica Sandra Pitta, la última dictadura desfinanció las universidades públicas porque allí estaban los “jóvenes que podían ser peligrosos”, al tiempo que “limpió de rebeldes” el CONICET. Es lo que hace un gobierno que pretende desvincular la ciencia y la tecnología del desarrollo y bienestar para su población. Es lo que hizo la dictadura y es lo que hizo, con otros métodos, el gobierno de Cambiemos en estos cuatro años. En eso consiste el ataque al presupuesto del CONICET. Es noticia reciente que su directorio confirmó que no había más fondos para solventar jornadas, simposios, coloquios y otras actividades en 2019 y que quedan suspendidas las actividades de intercambio en el exterior.
Pese a ello, casi dos mil historiadorxs de todas partes del país nos encontramos en Catamarca el pasado octubre, en cuatro intensas jornadas de trabajo, para intercambiar investigaciones y conocimientos, para debatir, enriquecernos y actualizarnos. Nos encontramos doctorxs, licenciadxs, profesorxs y estudiantxs, en lo que fueron las XVII jornadas nacionales e internacionales que organizan las escuelas y departamentos de historia de las universidades nacionales. El esfuerzo hecho en este 2019 fue mayúsculo. Se presentaron más de 800 ponencias en 120 mesas temáticas. El comentario aceptado es que, pese a todo, a estas jornadas hay que cuidarlas y defenderlas, pues son un espacio de encuentro federal y de referencia internacional.
Sin ir más lejos, junto a lxs colegas Silvia Nassif, Andrea Copani y Pablo Peláez, organizamos por tercera vez consecutiva nuestra mesa sobre conflicto entre capital y trabajo en Argentina y América Latina durante el siglo XX, para discutir avances particulares y problemas de fuentes, metodología, perspectivas y debates. Tuvimos el placer de recibir trabajos desde Chile y Brasil, y de nuestro país, de provincias tan alejadas entre sí como Ushuaia y Misiones, Buenos Aires y Córdoba, Santa Fe y Tucumán. Estuvieron presentes las problemáticas de los desocupados, manteros y vendedores ambulantes en la Posadas actual, y los conflictos centenarios de los obreros y obrajeros de La Forestal, los conflictos de los ensambladores metalúrgicos de Ushuaia en los años 80 y 90 y los ypefianos, siderúrgicos, azucareros y los clasistas cordobeses reprimidos durante el terrorismo estatal. Con modalidades de exposiciones, comentarios y también talleres de discusión colectiva, el esfuerzo financiero y laboral que nos demandó a todxs este encuentro contrasta brutalmente con las políticas de desfinanciamiento oficiales.
No es el único espacio donde se hacen esfuerzos para que “la cosa no decaiga”. Por ejemplo, los llamados UBACYT –proyectos de investigación que financia la UBA– son espacios de encuentro de investigadores, docentes y estudiantes, que generalmente sin importar si tienen becas o trabajan como investigadores producen conocimiento para la sociedad. Este es el caso, por ejemplo, del proyecto que dirige el historiador Alejandro Schneider, desde el cual recientemente presentamos nuestro segundo libro sobre historia latinoamericana, Los ochenta en América Latina. Más allá de “transiciones” y de “pérdidas”. Quien quiera tener más herramientas para comprender la actual situación de crisis argentina, tanto como las tensiones en Chile y Bolivia, las podrá encontrar allí.
Estos son solo unos pocos ejemplos del gran esfuerzo que realiza la comunidad científica, pese a todo, para mantener una ciencia crítica y para todxs de pie. Imagínense cómo sería sin el desfinanciamiento de los gobiernos de derecha que defiende Pitta.
Alejandro Jasinski: Licenciado en Historia. Integrante del UBACYT “Democracias inestables en la historia de América Latina (1954-2016)”.