A fines del año pasado, el músico Gastón Massenzio se propuso un ejercicio cotidiano que sostuvo con disciplina pero sin un motivo demasiado claro: tomar nota de los sueños y las imágenes inconscientes que se manifestaban antes de dormir, a la mitad de la noche o al despertar. De a poco, todo eso se empezó a traducir en letras, melodías texturas sonoras. “Fue todo un proceso inconsciente e involuntario que empecé a percibir después”, revela Massenzio. “En un momento tenía los dos bloques: las ideas para las letras y la música. Fue verlas en perspectiva y que se juntaran. Quería respetar lo más que se pudiera esa esencia”, dice el cantautor. El resultado es Ocho sueños (2019, Los Años Luz), un disco experimental, conceptual y arriesgado que presentará este hoy viernes a las 21 en Cultural Freire (Ramón Freire 1090), junto a la banda Paula y Los Pájaros.
El disco, coproducido con Claudio Lafalce, está dividido en dos partes: un lado más luminoso y otro más oscuro. El vacío y la totalidad (naturaleza), la soledad y el amor, la oscuridad y la luz. El yin y el yang, los opuestos complementarios, según el taoísmo. “Ocho sueños representa la manera en la que compongo en mi fuero más íntimo. El abordaje de la composición, el trabajo sobre las afinaciones alternativas en la guitarra, desarrollar los loops y las ideas circulares. Trabajar sobre ese formato es algo que me acompaña hace mucho tiempo pero que no estuvo tan evidenciado en otros discos”, cuenta Massenzio, un músico que desarrolló un estilo guitarrístico algo barroco, percusivo y a la vez sutil. “El trabajo detallista sobre las capas sonoras, los matices y las texturas es algo que siempre me acompaña desde los primeros discos, es un lugar en el que siempre puse el foco. Me interesa revestir el lugar donde construyo la canción. Ocupar el espacio diciendo algo, lo tímbrico como discurso”, explica.
-¿Y canalizaste algunas cosas a partir de esos sueños?
-Me venía preguntando el sentido de las cosas, para qué estaba haciendo lo que estaba haciendo. Para qué hacer ciertas cosas en este contexto social y político. Hay un tema, "Interestelar", que habla un poco sobre un exilio, sobre dejar nuestro planeta, nuestra zona de confort. Y también historias de amor entremezcladas, elementos distópicos, momentos más luminosos y otros más introspectivos. Entre esos dos mundos aparece la pregunta del sentido de las cosas que me lleva a canalizarlo en canciones…
-¿Y en ese proceso apareció alguna respuesta o aproximación sobre “el sentido de las cosas”?
-La respuesta está en la inercia de ese engranaje, que hace que uno se mantenga vivo, construyendo y creando. Esa energía creativa es la que te lleva a seguir avanzando paso a paso a pesar de lo que pueda suceder. Ese movimiento que uno mantiene al construir y al transformar las emociones es una manera de exorcizar demonios y sacar a la luz lo luminoso. Y rendirle culto al amor, la naturaleza y la vida a través de la música. Y hacerse cargo de la propia luz y oscuridad de cada uno; que esos elementos puedan coexistir a través de la música. Se dio un equilibrio de manera natural. En el momento de presentar todas las canciones que íbamos a trabajar con Claudio en el estudio vimos que había un equilibrio entre las canciones más introspectivas y reflexivas y las que tienen más apertura. Sin saberlo, muchos transitamos historias y procesos internos similares y es algo místico poder ponerle voz a cosas que resuenan en otras personas.
La música de Massenzio no es fácil de definir o encasillar. Él dice que ha tomado cosas de autores que admira, como José González, Elliott Smith, Nick Drake y Jorge Drexler. Es decir, artistas que consiguieron una identidad reconocible en el universo de la canción. Ha tomado clases de guitarra con maestros como Quique Sinesi y Fernando Kabusacki, y participó de varios seminarios intensivos dictados Robert Fripp. “La guitarra para mí tiene que ver con lo rítmico también. Y lo tímbrico y el abordaje filosófico del instrumento lo aprendí de Fripp”, cuenta. Y el guitarrista le dejó otra enseñanza clave: “El tema de trabajar la voz propia más allá de que a un interlocutor le pueda gustar más o menos. Es decir, cómo mantenerse fiel a esa voz propia es lo que más me llevo. Me interesa seguir explorando y ampliando los límites del instrumento”.