Partiendo de un Chile convulsionado, Karol Cariola llegó a Buenos Aires para participar de la reunión del Grupo de Puebla. A sus 32 años, la diputada chilena del Partido Comunista (PC) es una de las fundadoras del foro político de líderes latinoamericanos. En diálogo con Página/12, esta joven promesa de la política trasandina destaca los antecedentes del estallido social, repudia sin reparos la actitud del presidente Sebastián Piñera frente al conflicto, destaca los aportes de la oposición y enumera los principales reclamos de los manifestantes.
-Hoy estamos viendo en las calles las consecuencias de un modelo neoliberal implantado a partir de la dictadura pinochetista. ¿Había señales de agotamiento del modelo previas al estallido del 18 de octubre?
--Yo creo que este movimiento está recién empezando. Pero recién empezando con esta intensidad, porque este ciclo movilizador ha tenido distintas expresiones en los últimos años: por ejemplo, en el año 2011 el movimiento estudiantil (Cariola fue una de las principales protagonistas del conflicto junto a la también diputada del PC, Camila Vallejos) ha tenido una movilización impresionante que hasta ese momento era una de las más grandes desde la recuperación de la democracia, y que ponía en el centro la necesidad de los estudiantes de recuperar la educación pública, en uno de los países donde la educación es la más cara, la más privatizada de América Latina.
El año pasado, por citar otro ejemplo, se dieron fuertes movilizaciones en contra del sistema de pensiones. Lo mismo ha venido ocurriendo en otras dimensiones pero también con expresiones populares en cuanto a la recuperación de los recursos naturales, como el litio y el agua. En definitiva, doy estos ejemplos de movimientos sociales que si bien tienen características muy particulares, apuntan a un mismo centro que finalmente es el centro de un modelo económico, un modelo político, un modelo social que tiene un nombre y es el neoliberalismo que en Chile se implementa a partir de la dictadura militar en 1973, y que ahora empieza a hacer crisis por todos lados.
-¿Las protestas que se replican en barrios o regiones de sectores acomodados configuran un elemento novedoso?
Es algo novedoso pero no es tan extraño. Si uno mira algunos barrios, la marginalidad es muy marcada respecto a otros barrios que parecieran ser más acomodados, pero también allí hay una pobreza oculta a propósito de la especulación, el endeudamiento, el crédito como valor muy instalado en la cultura de supervivencia. Esa mal llamada clase media que no obtiene beneficios del Estado y tiene que sobrevivir también se ve afectada, porque el modelo de alguna manera lo ahoga, y por eso la tasa de suicidios es tan alta, y por eso las tasas de frustración son tan altas. Se trata de sectores medios que alcanzan un ingreso promedio, pero que sin embargo no les alcanza para vivir, tienen que vivir del endeudamiento, de la apariencia o de una pobreza más bien encubierta.
-Apenas estallaron las manifestaciones en las calles, Piñera se refirió a “una guerra contra un enemigo poderoso”. Ahora presenta proyectos que avanzan contra la protesta social. ¿Cómo analiza la postura del presidente frente al conflicto?
Lo que hace Piñera como respuesta al movimiento social multitudinario es criminalizarlo, perseguirlo, tratar a niños de 15, 16 y 17 años como delincuentes y reprimirlos. Es tomar la increíble decisión de declarar estado de excepción. Nunca en Chile desde la recuperación de la democracia se había declarado estado de excepción por razones ajenas a un desastre natural. Estamos viviendo un proceso de movilización que está por cumplir un mes y sucede que ya tenemos más de 20 muertos, y cuerpos sin reconocer, familias que les han entregado cuerpos que no saben si son de sus familiares, niños con balines en el cuerpo, mujeres abusadas sexualmente por fuerzas de seguridad pública: en suma, abusos que el presidente no reconoce como violaciones a los derechos humanos sino que apenas reconoce como “excesos” de policías particulares. Yo creo que Piñera tiene la brújula un poco perdida y no ha sabido muy bien cómo conducir el conflicto.
-En este contexto, ¿qué aporte pueden hacer ustedes desde la oposición?
Desde el PC y otras fuerzas políticas de izquierda como el Frente Amplio estamos trabajando en una acusación constitucional para poder destituir al presidente, y no creemos que eso sea poner en riesgo la institucionalidad: es una herramienta de la democracia. No estamos haciendo un golpe de Estado ni tomando el poder por la fuerza, estamos utilizando la herramienta que nos da una Constitución que no nos gusta y que por lo demás fue impuesta en dictadura a sangre y fuego.
Por otra parte, lo más fuerte que se escucha en la calle además de “Renuncia Piñera” es el pedido de una nueva Constitución por Asamblea Constituyente. Esa es la demanda del pueblo de Chile, y creemos que este es el momento de generar ese proceso de transformación con una nueva Constitución donde el único poder soberano lo tenga el pueblo de Chile, y Piñera y el sector político que le responde se opone a abrirle paso a una Asamblea Constituyente. Ellos quieren que sea el Congreso el que defina entre cuatro paredes el proceso de nueva Constitución, ese Congreso que hoy también es una de las instituciones más cuestionadas y deslegitimadas.
Entrevista: Guido Vassallo.