Los desafíos del próximo equipo económico son importantes. Los dólares que recibe el nuevo Gobierno no son suficientes para cumplir con los vencimientos de deuda de 2020. El riesgo país por encima de 2000 puntos hace imposible recuperar la estabilidad en el plano financiero y mantiene el mercado cerrado para emitir nuevos bonos.
Las reservas líquidas que recibirá el nuevo Gobierno suman menos de 10 mil millones de dólares y los pagos de deuda que deberá realizar en el correr de los primeros meses superan los 15 mil millones de dólares. La negociación con los bonistas y el Fondo Monetario internacional será uno de los desafíos centrales para evitar que la Argentina incumpla otra vez el pago de sus deudas. Es decir entre formalmente en default.
Las alternativas posibles para negociar con los inversores pueden ser más o menos amigables. El esquema uruguayo de alargar los plazos de repago de los bonos es la solución más optimista porque no implica una pérdida de capital para el mercado. El problema es que esta solución no termina de aliviar las cuentas del sector público.
Los pagos de deuda para el próximo año bajan solamente del 6 al 4 por ciento del PIB. La cifra sigue siendo elevada para una economía que acumula más de 17 meses de caída en la industria y el comercio y necesita un Estado con recursos frescos para estimular la producción y el consumo con políticas fiscales y monetarias.
La otra salida implica una negociación menos amena para los inversores. Se trata de un acuerdo en el que el sector público realiza una quita en el capital a pagar al mismo tiempo que alarga los plazos en que se hace el desembolso. Este tipo de estrategia se llevó adelante en Ucrania y podría ser otro de los escenarios posibles.