La vigésima edición de los Grammy Latinos se destacó más por lo que sucedió en la alfombra roja que por lo que pasó en la ceremonia. Es que la performance de denuncia que la artista chilena Mon Laferte realizó al llegar a la ceremonia tuvo impacto mundial. En la alfombra roja, cuando cientos de medios internacionales se preparaban para hacer la foto de rigor, Laferte se abrió el saco, dejó sus tetas al descubierto y mostró un mensaje escrito en su cuerpo: “En Chile torturan, matan y violan” . La imagen que pronto se viralizó en redes sociales y medios de todo el mundo, opacando lo que luego sucedería en la ceremonia, donde la Academia Latina de la Grabación galardonó -como suele hacer- a los artistas más vendidos y reconocidos de la industria musical.
"Chile me dueles por dentro/ me sangras por cada vena/ me pesa cada cadena/ que te aprisiona hasta el centro/ Chile afuera, Chile adentro/ Chile al son de la injusticia/la bota de la milicia/ la bala del que no escucha/ no detendrá nuestra lucha/ hasta que se haga justicia", leyó luego Laferte, pañuelo verde alrededor del cuello, al recibir el premio al mejor álbum de música alternativa, por Norma. En lo estrictamente musical, la española Rosalía fue la gran ganadora de la noche al conseguir cinco estatuillas por su disco El mal querer, en el que el flamenco se fusiona con la electrónica. Otro de los artistas destacados fue Andrés Calamaro, que se alzó con dos estatuillas: Álbum Pop/Rock (Cargar la suerte) y Canción de rock ("Verdades afiladas"). En el final del show, Fito Páez, Ricky Martin, Draco Rosa y Beto Cuevas cantaron una versión abreviada -y con resultado más que discutible- de "De música ligera", de Soda Stereo.